Doscientos años de Diputación Provincial
El pasado jueves 18 de Octubre, tenía lugar en el salón de actos del Centro Cultural “San José” de nuestra ciudad la solemne apertura de los actos que a lo largo de los próximos meses van a conmemorar la creación, hace 200 años, de la Excmª Diputación Provincial de Guadalajara.
Es un avatar común a todas las demás diputaciones, surgidas de la Constitución de Cádiz, que fue promulgada en 1812 haciendo al pueblo español titular de su soberanía. En estos actos se va a rememorar la historia de la provincia en estos dos siglos pasados, y a debatir sobre el futuro de la institución, que parece estar muy viva y ser muy adecuada a las necesidades del mundo actual.
Abril de 1813 en Anguita
En plena Guerra de la Independencia, cuando los españoles, todos, se encontraban en lucha armada contra el poderoso ejército de Napoleón, una gran cantidad de intelectuales, juristas y burgueses liberales reunidos durante meses llegaron al acuerdo solemne de elaborar y proclamar la Constitución de la Nación española, cosa acaecida el 19 de marzo de 1812. Se daba por terminado, de una forma más pacífica que en Francia, pero no sin sobresaltos, como habría de verse luego, el Antiguo Régimen absolutista, y se abría la era de la soberanía radicada en el pueblo: de esa magna norma surgieron muchas otras que irían poco a poco construyendo un país distinto, arrasado por las guerras durante siglo y medio, pero con épocas creativas y una dinámica paulatina de superación y logros económicos, sociales y culturales.
Entre las instituciones que creaba la Constitución gaditana, estaba las llamadas “Diputaciones Provinciales”, órganos presididos por el Jefe Político Provincial, con un vicepresidente económico (el Intendente de la zona) y siete diputados, elegidos entre los elegibles. Que no eran todos los ciudadanos, ni mucho menos. Órganos que deberían ocuparse de la administración fiscal, recaudatoria, y organizativa a nivel de obras públicas, enseñanza, sanidad y caridad en sus respectivas áreas.
El hecho de que la ciudad de Guadalajara, durante el año 1812 y buena parte del siguiente estuviera controlada por las tropas francesas, imposibilitó que se formara debidamentela Diputación. Perouna serie de ilustres consiguieron reunirse, aun a riesgo de sus vidas, en los locales del Concejo de la villa de Anguita (que era entonces capital de partido judicial, concretamente del de Medinaceli, por entonces perteneciente a Guadalajara), y allí en la tarde del 23 de abril de 1813 organizarse como institución con poder y ganas de mejorar la vida de la gente y las tierras de Guadalajara.
Existe el acta de esa reunión, documento precioso hoy conservado en el Archivo de la Diputación, en el que leemos cómo los primeros miembros de esta institución fueron don Guillermo de Vargas y Ximénez de Cisneros, a la sazón y por nombramiento del gobierno de la Regencia, jefe político provincial; don José López Juana Pinilla, intendente de la provincia, delegado regio de las finanzas en nuestra tierra; don Baltasar Carrillo Lozano, el médico don Ventura de Zibuaur, y el vecino de Alcolea del Pinar don Fernando García del Olmo. Aún había otros dos miembros que no pudieron asistir a esa sesión. Uno de ellos, don Joaquín de Montesoro Moreno, que luego haría carrera política de largos alcances, con palacio en Molina, sería luego el segundo presidente de la Diputación, cuando en 1820 se restauró la institución a consecuencia del triunfo de los liberales de Riego.
Cuando uno asiste a los actos institucionales que hoy día se celebran, como por ejemplo este de la conmemoración del Bicentenario, tan lleno de luces, músicas y aplausos, no puede evitar imaginarse el primero de todos los momentos, el de la fundación, que a la fuerza hubo de hacerse en una fría y desangelada habitación de un caserón viejo y destartalado, con unos cuantos muchachos repartidos por la plaza, y aún por las arboledas de en torno al Tajuña, vigilando atentos por si venían tropas francesas a masacrar el acto.
Más años y más fundaciones
La primera Diputación Provincial de Guadalajara, que ahora conmemoramos, se hizo al mismo tiempo que la de la provincia de Guadalajara en territorio mexicano de Jalisco. La Constitución de 1812 se hizo para toda España, incluyendo sus territorios ultramarinos. Y entonces Nueva España era todavía una tierra en la que debían cumplirse las leyes emanadas del gobierno d ela Nación.
Poco duró, en todo caso, esta Diputación primeriza. Porque en abril de 1814, cuando acabó la Guerra de la Independencia, gracias al esfuerzo y la vida de miles de españoles, volvió Fernando VII y con el apoyo de sus fieles consiguió reimplantar el Absolutismo, derogando la Constitución y por supuesto disolviendo las Cortes y las Diputaciones Provinciales. Años de silencio, de revueltas y pasión que acabarían con la sublevación del general Riego en 1820, reinstaurando denuevo elliberalismo, y dando otra vez protagonismo político al pueblo, durante los tres años (1820 a 1823) que se denominaron el Trienio Liberal. Entonces, ya en la ciudad de Guadalajara, y en los locales dela Jefatura Política Provincial, o Gobierno Civil, y presidida por el titular de este cargo, el molinés don Joaquín de Montesoro, volvió a cobrar vida la Diputación, formada por los antiguos diputados más algunos nuevos, al tener que haber uno por cada partido judicial, y estos eran a la sazón nueve.
La entrada en España de los “Cien Mil Hijos de San Luis” en abril de 1823, acabó con el sistema y se reinstauró, aún por diez años más, el absolutismo fernandino, que al final acabó con su muerte, en 1833, restableciéndose el sistema liberal constitucional, aunque naciendo en ese momento, en la boca de todos los españoles, el amargo sabor de la división, empezando la larga sucesión de guerras civiles (primero a costa de la cuestión dinástica carlista, más adelante a otras costas). Las Diputaciones Provinciales se reconstituían por Real Decreto de 21 de septiembre de 1835, y esta vez ya para no desaparecer nunca, hasta hoy mismo. Martín de Pineda, primero, y luego don Pedro Gómez de la Serna, como sucesivos jefes políticos de Guadalajara, fueron sus presidentes en esta etapa de renacimiento y total consolidación.
Desde entonces, hasta hoy, muchos nombres han pasado por sus actas, y muchas realizaciones han corrido a cargo de esta Diputación que siempre persiguió hacer mejor la vida de las gentes de Guadalajara: en sus pueblos sobre todo, en sus caminos y carreteras, en sus servicios comunes, en su asistencia sanitaria, en su educación, en su cultura también:la Diputación Provincial ha estado siempre, de un modo u otro, marcando las vidas de quienes han vivido aquí, desde hace doscientos años. Es lógico que ahora lo celebremos, y por todo lo alto.
Edificios y salones
Hoy tiene la Diputación Provincial sedes delegadas en varios pueblos de nuestra provincia. Y muchos locales, centros deportivos, escuelas y delegaciones por la ciudad y la provincia. Son formas de llegar más directamente a la gente que vive en el campo, en los pequeños lugares. Pero la casa mayor, el Palacio Provincial, está donde desde 1880 se puso la primera piedra de lo que sería este hogar de cuantos hemos nacido y vivido en Guadalajara.
En un principio, la Diputación fue acogida por lo Ayuntamientos ya establecidos, en casas particulares, como el palacio de Montesoro en Molina, y desde 1835 en las Casas Consistoriales de Guadalajara. Se buscó un espacio propio, y se encontró primero un caserón propiedad de las monjas carmelitas de Arriba, cercano al convento, en lo que hoy es calle de Ramón y Cajal. Pasó luego en 1845 a desarrollar sus actividades en el edificio del Gobierno Civil, que estaba en la esquina entre la Carrera de San Francisco y las eras que luego se transformarían en Parque dela Concordia. Ydesde 1867 ocupó dependencias del desamortizado Convento de franciscanas de La Piedad, donde se había instalado anteriormente el Instituto de Segunda Enseñanza,la Biblioteca Pública Provincial, yel MuseoProvincial. De aquella sede nos ha quedado el testimonio de una fachada grandilocuente y liberal como pocas, la estrecha imagen de un balcón de discursos escoltado por las estatuas de la Libertad y la Constitución, frente al actual Hotel España y parroquia de Santiago.
Pero las progresivas necesidades, por aumento de actividad y misiones a cumplir, de la Diputación, una vez superada la Revolución de 1868 y la consiguiente Primera República, con la visión de la estabilidad que proporcionaba la Restauración alfonsina, llevó a pensar en alzar un gran edificio institucional y propio. Exactamente el que hoy vemos y usamos a diario, en el centro de la ciudad, en la Plaza de Moreno. Se eligió para levantarlo un espacio que era medio solar, medio palacio en ruinas. Allí había estado la parroquia de San Ginés, primitiva, y unas casonas de los Urries. Se convocó un concurso público, y se recurrió a que fuera la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando la que proclamara el ganador. De los cinco proyectos presentados, ganó el que firmaban los arquitectos José de Aspiunza y José Marañón. Se construyó deprisa, entre 1881 y 1882, y se fue llenando progresivamente: su salón de plenos, en la fachada alta, donde siempre figuró un retrato del Jefe del Estado de cada momento, colocándose preciosas vidrieras en las ventanas de la escalera, murales de Santiesteban a la entrada, una galería de retratos de presidentes, que va y viene, y numerosos cuadros procedentes de los conventos desamortizados.
Una de las piezas más interesantes de esta construcción la constituye sin duda el patio central, en el que los arquitectos jugaron con la tradición alcarreña de la decoración mudéjar, ofreciendo un espacio un tanto sombrío pero en todo caso hermoso en sus muros de filigranas.
La Diputación Provincial, ahora con dos siglos a las espaldas, y más viva y lozana que nunca, sigue siendo nuestro mejor referente de gobierno provincial, en el que muchos seguimos poniendo, contra viento y marea, nuestras esperanzas de que será a través de ella que llegue y se mantenga el desarrollo y el bienestar de esta provincia y de sus gentes.
Una secuencia histórica
Existe un libro que tras su lectura nos deja bien clara, meridianamente abierta la información acerca del devenir histórico de nuestra primera institución provincial, la Diputación de Guadalajara. Hace unos años, en el mandato de Jesús Alique López, se tuvo la buena idea de reunir en un libro, de forma resumida pero muy bien documentada, la progresión histórica dela Diputación. Se encargaron de hacer el libro, en cuanto a los textos, Plácido Ballesteros San José, y Paloma Rodríguez Panizo; la documentación técnica corrió a cargo de Carlos Sanz Establés, y de la recopilación y exposición de la cuestión arquitectónica se encargó el arquitecto de la institución, por entonces Ramón Valentín-Gamazo de Cárdenas.
En las 150 páginas que tiene este libro, podemos recorrer de forma clara y didáctica las fases por las que atravesó la Diputación, y los lugares múltiples que ocupó, desde su primer asiento en el Ayuntamiento de Anguita, al actual Palacio Provincial, sabiendo de todos sus entresijos, obras de arte, curiosidades y anécdotas. Una obra espléndida que recomiendo a mis lectores que conozcan.