Criado de Val en el recuerdo
Acaba de dejarnos, aunque siempre seguirá con nosotros su recuerdo, don Manuel Criado de Val, el profesor que dio vida a la Alcarria por muchos de sus costados. Una verdadera figura clave de la cultura en Guadalajara durante el siglo XX, unánimemente reconocida, pálpito de Hita, generoso caminante de sus caminos, vocero de Cervantes, santiguador de los espacios carmelitas, estudioso de las letras, de los letrados, y de las estanterías donde sus recuerdos se guardan.
Cuando tantas figuras de relumbrón se nos cuelan hoy en día, y tantas noticias de ultimísima hora se suben a titulares, no aguantando en ellos más que esa ultimísima hora, porque no dan para más, la actividad del profesor Criado de Val ha supuesto un podio desde cuya altura hoy nos mira, siempre comprensivo, amigable, dispuesto a darnos su razón y su conocimiento. Fue un maestro, en el más amplio sentido de la palabra.
A los 97 largos años, ha fallecido en Madrid, donde también había nacido, el profesor don Manuel Criado de Val, ligado a la Alcarria por muchas razones. La primera de todas, porque de ahí le venía la sangre, ya que su padre era natural de Rebollosa de Hita, balconada sobre el Henares desde la que él, aún muy pequeño, descubrió el mundo de las coplas y los juglares, de los canónigos recitadores y los caballeros empeñados.
Pero Criado era, con el corazón, y con la pluma, alcarreño de pura cepa. En la Alcarria de Sopetrán quiso tener su casa, y allí la puso, entrañable, minúscula, oronda de antiguas piezas y de miles de libros, en el “molino de Sopetrán” al que se quedó pegada su memoria y allí seguirá, hagan con él lo que hagan. Porque el molino de junto al monasterio, perdido entre la hojarasca, ajeno a todo, guardará el eco de sus palabras, de sus amistades, de sus reuniones sencillas en las que con tantas gentes del ancho mundo quiso rodearse.
Muchas razones para el aplauso
En este momento de su muerte, regresa Criado de Val a estas páginas por algunos señalados hitos en su actividad reciente y por muchas razones que se han ido acumulando en los últimos años y que, incomprensiblemente, no han gozado del merecido comentario en la prensa provincial, ni en los mentideros de lo cultural, a pesar de su dimensión objetiva. La primera de ellas es que el Ayuntamiento de Hita, hace escasos años, decidió por unanimidad nombrar Hijo Adoptivo de la villa del Arcipreste a don Manuel Criado de Val. Lógico y obligado. Si alguien había revitalizado la esencia de lo que es Hita, de lo que ese nombre ha significado en la historia y en la literatura de Castilla, ha sido don Manuel. Cuando asistimos al florecer, tantas veces forzado, de las «culturas nacionalistas» de otros pueblos de España, la cultura de Castilla, las raíces y las esencias de nuestra tierra parecen esconderse, vergonzosas, o como sin ánimo, a descansar y a esperar tiempos mejores. ¿Por qué no decir que en Hita, aquí mismo, -desde la ventana de mi estudio veo cada tarde enhiesto el pico de su cerro pardo-, se fraguó buena parte del destino de Castilla? ¿Por qué no contar a todos que en sus templos, en sus plazas, en las bodegas/bodegos de su cuesta se atizaron las primeras letras de nuestra más genial composición poética? Criado de Val, desde hace más de 50 años, con la creación y mantenimiento de sus Festivales Medievales, y no digamos ya con la redacción de su grandiosa «Historia de la Villa de Hita y su Arcipreste», se ha convertido en el ambientador primigenio de ese lugar y su comarca. Hijo Adoptivo de Hita. Enhorabuena, profesor.
Pero el panegírico no acaba ahí. A veces, y en España sobre todo (en Guadalajara también ocurre, ahora se verá) los méritos de una persona los reconocen clamorosamente en el extranjero y aquí todo se va en un mirar por encima del hombro. Criado de Val ha organizado, entre otras muchas cosas, nada menos que diez Congresos Internacionales de «Caminería Hispánica», un tema científico que ha recibido cultivadores en todos los continentes. Los dos primeros se celebraron en nuestra ciudad, y el tercero, en México, en la ciudad de Morelia más concretamente, en cuya Universidad del Estado de Michoacán con ese motivo se creó la cátedra de estudios de Caminería Hispánica, a la que dieron el nombre de “Profesor Manuel Criado de Val”. Todo un detalle que no hace sino reconocer internacionalmente la valía de nuestro profesor alcarreñista. Vinieron después otros Congresos, en l’Aquila (Italia), en Lyon (Francia), en Colombia también, y en Cádiz, en Madrid, en Valencia…
Criado de Val fue, hasta pocos meses antes de fallecer, un joven incansable. Tenía siempre tantos proyectos, tantas ideas, tantas ocupaciones, que no se preocupó de que un día le vendría la muerte. Seguro que la ha mirado con cara de extrañeza, como diciendo: ¡Eh, tú! ¿Qué vienes a hacer aquí? ¡Olvídame, que estoy muy ocupado…! Y es que por ese modo de ser no puede extrañarnos que hace escasos años, la Revista “Cuadernos de Etnología de Guadalajara”, en su número 28, ofrecía un artículo de este “joven profesor” en el que aportaba una identificación geográfica nueva para uno de los lugares clásicos del Libro de Buen Amor, el lugar de «Valdevacas» en el que don Juan Ruiz, Arcipreste de Hita, dice que su personaje de ficción don Carnal se encontraba como en su «lugar amado». Muchos interpretaron ese espacio como un pequeño y solitario despoblado situado en la provincia de Segovia, cerca de Sotosalbos. Pero la ciencia y la paciencia de Criado de Val, tras analizar viejos legajos y leer recientes estudios, llegó a la conclusión de que este lugar se encontraba en nuestra provincia, muy cerca de Brihuega, en el territorio histórico propiedad de los arzobispos de Toledo, justo en la ladera izquierda del valle del río Ungría entre Valdesaz y Caspueñas, entre los olivares de los Tinados y el Alto del Cerrillo: allí está (cualquiera puede verlo en un mapa del 1:50.000) Valdevacas «el mi lugar más amado» del personaje al que parodia el Arcipreste. Lógicamente, el Cardenal don Gil de Albornoz.
Imposible resumir en estas líneas –que están tratando de ser un íntimo y personal recordatorio de tantas horas junto a don Manuel, más que una biografía al uso- todo cuando hizo, pensó, maduró y escribió en su larga y fructífera vida. Entre otras cosas, el Atlas de Caminería Hispánica, una portentosa obra en la que aunó el trabajo de muchos colaboradores haciendo él mismo de director de una enorme y compleja orquesta. De esta obra, me consta, que se ha agotado en pocos años, se siguen pidiendo ejemplares de librerías y universidades de todo el mundo. En España la tarea de Criado de Val, aunque aplaudida, no fue nunca reconocida en su verdadera dimensión. Porque lo mucho que hizo en Hita (a veces contra la subida de la marea, que suele aparecer de vez en cuando en nuestros pueblos) y otras a favor pero él siempre sin pestañear y con el corazón lanzado varios metros por delante, tampoco lo saben muchos: cincuenta años de Festival Medieval, obras y obras de teatro, músicas y botargas, y detrás de todo un esfuerzo de año entero, de llamadas, de compromisos, de noches en vela.
La Televisión también fue su espacio, el que le dio más fama, y en el que consiguió (solamente durante unos años, luego la barbarie se ha apoderado del lenguaje hasta en esos altos medios) que los españoles se tomaran un poco en serio lo de pronunciar bien, utilizar adecuadamente las palabras para expresar las ideas y los deseos. “El espectador y el lenguaje” tendría que haberse establecido como asignatura, incluso, en el Bachillerato!
Y aún sin acabar todos los temas, sin entrar ni por asomo en los aspectos de la Alcarria que él cuidó y alentó, no puedo dejar de recordar (con admiración) la etapa en que don Manuel Criado apoyó la revitalización y nueva vida del Monasterio benedictino de Sopetrán. Él fue quien creó la sociedad de condueños de aquel espacio histórico, y quien durante años, batallando quijotescamente contra molinos y vizcaínos, contra leguleyos y aprovechados, trató por todos los medios de darle vida a ese lugar que es raíz histórica del valle del Badiel, de la primera Alcarria, de nuestra provincia. Ahora todo olvidado, silencioso, muerto con esa muerte absurda que levanta los dedos en V y admite aplausos.
Una biografía de urgencia
Aunque nacido en Madrid, Criado de Val era oriundo de Rebollosa de Hita, de donde era su padre. Fue creador del “Festival Medieval de Hita”, en 1961, y en él ha puesto, año tras año, la imagen literaria, etnográfica y vital del Medievo castellano, presentando además sus innumerables obras teatrales y sus adaptaciones a la abierta escena de la plaza de los clásicos de la literatura castellana, española y universal.
Fue director de la Sección de Estudios Gramaticales del Instituto “Miguel de Cervantes” del CSIC, y director de publicaciones filológicas como “Boletín de Filología Española”, “Español Actual” y “Yelmo”.
Autor de numerosos libros, entre los que destacan “Teoría de Castilla la Nueva”, “Historia de la villa de Hita y su Arcipreste”, “Fisonomía del Español y de las lenguas modernas”, así como creador y director del programa de TVE “El espectador y el lenguaje”. Hace diez años publicó, en la alcarreña editorial Aache, el capital estudio “Don Quijote y Cervantes, de ayer a hoy” en el que vuelca todo su saber sobre la obra cumbre de la literatura castellana, y sus mil entronques con el resto de los escritores castellanos.
El Profesor Manuel Criado de Val, conocido investigador de la lingüística castellana y de la literatura medieval y clásica de España, fue quien promovió los estudios de Caminería Hispánica, habiendo sido organizador y director de los diez Congresos Internacionales que sobre esta materia se han celebrado. Su enorme saber, junto a un gran equipo que formó en su torno, le posibilitó publicar hace pocos años el inmenso estudio “Atlas de la Caminería Hispánica”, que hoy se revela como esencia de la cultura y raíz de Castilla. Otras obras publicadas son: Fisonomía del español, Teoría de Castilla la Nueva, Gramática española y comentario de textos, Estructura general del coloquio, Diccionario del español equívoco y La imagen del tiempo: verbo y relatividad. En la editorial Aache vio publicados su estupendo análisis “Historia de la Villa de Hita y su Arcipreste”, más la Antología de sus Estudios sobre Cervantes y el Quijote, y todos los tomos (miles de páginas, cientos y cientos de comunicaciones) de los diez Congresos de Caminería Hispánica que él presidió.