Para abrir boca en los viajes del otoño que ya llega, hoy sugiero una excursión por la tierra alta y fría de la Sierra de Pela. Con algún libro sobre la Arquitectura Románica de Guadalajara en la mano, será fácil y emocionante a un tiempo el patear aquellos altos páramos, en los que el valor unánime de la historia está clavada en sus cuatro puntos cardinales. Más allá de Atienza y de Albendiego, ascendiente a la meseta de Pela, especialmente por el estrecho camino (bien asfaltado hoy en día) que cruza entre los farallones marcados por un antiquísimo glaciar, se llega a los dos pueblos más remotos de la provincia, en los cuales se encuentran dos preciosas iglesias románicas que ahora recordamos. Campisábalos Participaron en la construcción de la iglesia parroquial de Campisábalos diversos artistas de filiación mudéjar, que plantearon una limpia estructura hoy conservada bastante completa desde su primitiva construcción en el siglo XIII. Tan sólo la torre es un añadido posterior, que precisó derribar la parte oriental del atrio meridional. El resto nos muestra un edificio compacto, orientado y alargado de poniente a levante, con ábside semicircular en este extremo, ingreso al sur, incluido en el atrio, y capilla añadida (la de San Galindo) sobre el muro sur del templo. El exterior del ábside, semicircular, muestra adosadas cuatro columnas que rematan bajo el alero con capiteles de tipo clásico. Una bella serie de canecillos muestra temas curiosos, figuras, incluso escenas, como la caza del conejo con palos. En el tramo central se abre una estrecha ventana aspillerada, que se cubre con dos arquivoltas o cenefas de bella decoración foliácea, apoyando sobre corrida imposta de entrelazo que se extiende a todo el ábside. Un par de capiteles (uno de tipo corintio y otro de entrelazo) coronan las columnillas que escoltan este bellísimo ejemplo de ventana absidal románica. Bajo ella, y también extendiéndose a todo lo ancho del ábside, aparece otra imposta con decoración de «ochos» sin fin. El atrio es muy simple, y sirve para cobijar la puerta de ingreso al templo, que se incluye en el muro, escoltada por dos altas columnas con sus correspondientes capitelillos, a la altura de una cornisa moldurada sostenida por varios modillones que alternan con talladas metopas. La puerta tiene cuatro arquivoltas, con decoración muy movida, dentro del tema vegetal, estando bordeada la más externa con cenefa de entrelazo; la sigue otra arquivolta […]
albendiego
Una ruta por el románico rural de la Serranía de Guadalajara
Mañana sábado 13 de octubre va a celebrarse, esta vez en Jadraque, junto al Henares, el quinto Día de la Serranía de Guadalajara. Un encuentro de las gentes que pueblan, y aman, la Sierra Norte, la sierra de Ayllón, los pueblos que entornan al Ocejón, al Santo Alto Rey, a la Sierra Pela. Unas villas remotas que aún tienen vida, que singularizan a Sigüenza, y a Atienza, y a Cogolludo… y que están llenas, todavía, y con la está cayendo, de ilusión y ganas de hacer cosas nuevas. Estaré allí con ellos, porque el pregón lo va a dar García Marquina, y porque van a denotar de algún modo a García de Paz, y aún más: porque allí me encontraré con amigos, que son los que se cuentan cosas entre sí mismos, cosas de su tierra, y se animan siempre unos a otros. El románico serrano Para la ocasión de esta fiesta serrana, creo que merece la pena proponer, una vez más, hacer la Ruta del Románico Rural a través de sus caminos y pueblos. Porque si hubiera que elegir un estilo artístico, de los varios que ha tenido el occidente europeo, a lo largo de los últimos veinte siglos, como más representativo de la serranía de Guadalajara, este sería sin lugar a duda el románico rural, pues no solo por ser el más numeroso, sino por presentar unas ciertas características de peculiaridad en todo el ámbito castellano. Pueden hallarse todavía, mejor o peor conservados en su totalidad o en parte, un centenar de iglesias de estilo románico por los pueblos de la provincia de Guadalajara. Algunas muestran el influjo directo de la arquitectura medieval castellana de en torno al Duero, y otras presentan unos caracteres propios muy singulares. En muchas de ellas surge la gran galería porticada adosada al muro meridional del templo, con capiteles, canecillos y otros detalles iconográficos de gran relieve. En otras, sencillamente, es la simple portada de arcos semicirculares, o el simple ábside orientado a levante, lo que tienen de común con el estilo románico pleno. En todos los edificios de esta tierra, sin embargo, luce con fuerza el carácter puro, la seña cierta del Medievo. La época de construcción de estas iglesias es generalmente el siglo XII, pues en esa centuria tiene lugar la repoblación del territorio, poco antes conquistado a los árabes, por parte del reino de Castilla. Los yermos campos se pueblan […]
Albendiego, las marcas de los templarios
En 1965, don Francisco Layna consiguió, después de elaborar muchos informes, y de llamar a muchas puertas, que el Estado declarara monumento nacional la iglesia de Santa Coloma en Albendiego. A pesar de ello, y por su aislamiento ancestral y la despoblación de nuestra Sierra Norte en aquella época, el edificio siguió deteriorándose hasta desplomarse su techumbre en 1976. Desde entonces, y gracias a las gestiones realizadas por varios amantes de nuestro patrimonio, con el liderazgo de la Diputación Provincial, se restauró totalmente, y hoy puede admirarse en su integridad. Llegando a Albendiego Hundido en ancho valle, junto al río Bornova que acaba de nacer en la laguna de Somolinos, aparece el caserío de Albendiego, arropado con la exuberante vegetación de cientos de árboles que le escoltan, aislado en medio de los labrantíos y pastos del término. Destaca aislada, a unos trescientos metros al sur del pueblo, la iglesia románica de Santa Coloma, que centra la atención de los viajeros. El nombre de Albendiego tiene muy claras resonancias árabes, lo que nos induce a creer que fuera así denominado por los numerosos mudéjares que poblaronla comarca. Elhecho es que tras la Reconquista, perteneció al Común de Tierra de Atienza, pasando luego al poder de los de La Cerda, duques de Medinaceli, de quienes por casamientos vino a dar a la casa del Infantado, dentro del devenir común de una serie de lugares anejos a Miedes. En Albendiego pueden verse algunas grandes casonas de recia textura arquitectónica rural, destacando sus paramentos de sillarejo, sus dinteles de grandes piedras, muchas de ellas talladas con emblemas y frases populares, y hasta alguna ruina de casa noble, de sillar, a la que le quitaron el escudo.
Siete siglos sin templarios
En estos días se cumplen exactamente los siete siglos desde que la autoridad del Pontífice de Roma, a la que estaban sujetos los caballeros templarios, disolvió esta Orden, a lo largo de una serie de trámites y de reuniones, que comenzaron el 22 de marzo de 1312 con la promulgación de la Bula Vox Clamantis, y acabaron el 3 de abril del mismo año en una segunda reunión del colegio Cardenalicio, en Roma, en el que se decidió disolver esta Orden de Caballería. La imposición del rey de Francia, Felipe “el Hermoso”, y su poder militar sobre el Vaticano, propició esta salida, que siempre ha estremecido a quienes han leído su secuencia. Nacen los Templarios y crecen sus dominios Para muchos que consideran la Edad Mediacomo época –remotísima- de poder feudal, de esclavitud, de omnipotencia eclesiástica, de ignorancia e injusticias, entre tanto saber heredado y tanto prejuicio se cuela la imagen de un guerrero, de un monje, de un castillo quizás, o de un monasterio. Alrededor de esas grandes construcciones, los míseros cubículos donde vivía la gente, que si se juntaban muchos parecía un pueblo. En un momento de renovación espiritual, a comienzos del siglo XII, la energía de Bernardo de Claraval para labrar una espiritualidad cristiana nueva se mezcla con el impulso de Cruzada que surge entre los caballeros y magnates europeos. Es el momento de preparación de las Cruzadas, del crecimiento de los renovados monasterios cistercienses, y del nacimiento de una Orden Militar y Religiosa a un tiempo, la Orden del Templo de Jerusalen, los templarios. En el año 1099 Godofredo de Bouillon toma Jerusalen y se proclama rey de Palestina. En 1118 Hugo de Payns y otros ocho compañeros de armas, se asocian para proteger a los peregrinos que empiezan a llegar a Tierra Santa. Esa cofradía, en 1120 adopta el nombre de “Pobres Caballeros de Cristo” y en 1129 el Concilio de Troyes da por fundada la Orden del Temple, que vendrá a durar casi dos siglos, creciendo sin parar durante ese tiempo, formando parte de ella miles de caballeros europeos, que atesoran riquezas, fortalezas y granjas. Y que, -sobre todo- participan de unos saberes mistéricos que van elaborando y difundiendo entre los grupos que se establecen en los cruces de caminos, en las atalayas, en los puentes y pasos estratégicos. El Temple empieza a ser el referente del poder, y lógicamente esto preocupa a cuantos […]