Lecturas de patrimonio: Alcocer, la catedral de la Alcarria
Para Alcocer va hoy mi recuerdo, y un paseo por el entorno e interior de ese templo fabuloso, su iglesia parroquial, al que ya se llama, y desde hace algún tiempo, “la catedral de la Alcarria”, por ser ejemplar que trasciende la mera idea de “iglesia de pueblo” y alcanza, por su estructura y volúmenes el aire de una catedral de canonjías y fundaciones.
El monumento capital de Alcocer es su iglesia parroquial de Nuestra Señora de la Asunción, declarada Monumento Nacional y que ha recibido en los últimos años muy valiosas y acertadas restauraciones que la han devuelto en parte su antiguo porte. Es un edificio colosal en el que predomina la arquitectura de estilo gótico, aunque muestra detalles del románico, y algunos del Renacimiento. Su época de construcción hay que situarla en el siglo XIII, quizás cuando su señora doña Mayor Guillen, que mostró unos grandes ímpetus fundacionales, dio en levantar similares templos románicos en Cifuentes, Millana, el monasterio de Santa Clara en las cercanías de Alcocer, etc. Durante el siglo XIV continuó levantándose este edificio, y hasta la XVI centuria vio producirse aumentos y reformas.
Al exterior muestra su fábrica de recia sillería. Sobre el muro norte se alza la torre-campanario de dos cuerpos: el inferior con escuetas aspilleras horadando el muy grueso muro, y el superior con una parte cubierta de arquillos ojivos ciegos, sobre la que apoya el segundo cuerpo, de planta octogonal, en el que se abren esbeltas y muy adornadas ventanas góticas ajimezadas, rematando dicha torre con una linterna muy moderna. Cuatro puertas se abren en el templo. En su muro del norte, el que da sobre la actual plaza, se ve la primitiva puerta, hoy principal de entrada; es un ingreso incluido en saliente cuerpo de sillar, con arco semicircular abocinado, formado por cinco arquivoltas baquetonadas y un arco exterior cuajado de puntas de diamante; apoyan estos arcos sobre moldurada imposta, y bajo ella aparecen columnas adosadas con sus bases molduradas y sus capiteles de sencilla traza vegetal. Una cornisa sostenida por canecillos de diversos temas completan esta portada, la más antigua y plenamente románica. La otra portada de este muro es la más moderna de todas. Consta de arco trilobulado exornado de puntas de diamante y florones, y sobre ella aparecen tres arquivoltas de apuntada traza rodeadas de la misma decoración de puntas de diamante. Todo ello apoya sobre esbeltas columnas adosadas que rematan en pequeños capiteles de gótica hojarasca. Un alto plinto sirve de descanso a las columnillas y da realce a la puerta. Modernamente relleno su arco trilobulado, sirvió para lucir en el tímpano un escudo de armas. Al interior también luce escudos esta puerta, que comunica la plaza con el brazo norte del crucero.
Otra portada existe, abierta a los pies del templo, en el muro de poniente: tiene dos arquivoltas de arco apuntado, con exorno exterior de puntas de diamante, y los arcos van baquetonados. Las dos columnillas de cada lado se rematan en bellos capiteles foliáceos. La portada del muro meridional es verdaderamente grandiosa. Se la llama la puerta del sol, y en los muros de su derredor se veían antiguamente varios relojes pétreos para marcar la hora solar. Se encaja también esta puerta en un cuerpo saliente y forma honda bocina con cinco arquivoltas baquetonadas, de arco apuntado, y un exorno exterior de puntas de diamante. Columnas cilíndricas adosadas, cinco a cada lado, rematadas en sus respectivos capiteles de elegante traza vegetal. Todas estas puertas son elegantísimos y bien conservados ejemplares de la arquitectura románico-gótica de la Alcarria del siglo XIII.
El interior del templo es grandioso. Es de tres naves, estrechas y muy largas. La central más alta que las laterales. Se separan por pilares semicirculares en los que se adosan semicilíndricas columnillas que se rodean de collarines cubiertos de muy bien trabajada decoración vegetal. De ellos surgen las bóvedas nervadas, elegantísimas, apuntadas.
La capilla mayor tiene un tramo rectangular anterior, y el ábside poligonal; y se cubre con cúpulas nervadas de magnífico efecto. Todos sus muros están calados por altísimos ventanales, que le confieren un tono de capilla mayor catedralicia, de un estilo gótico exquisito. Tras esta capilla mayor discurre, rodeándola, una girola o deambulatorio también cubierto de bóvedas nervadas. A esta girola se abren diversas capillas más modernas, como son las del Descendimiento, de Nuestra Señora de Lourdes, y del Cristo, con bóvedas de crucería, y la capilla de la Concepción, o de los Sendines, todas ellas construidas del siglo XVI al XVIII y sin especial relieve, excepto alguna interesante reja del Renacimiento. Por los altos muros del crucero se muestran algunos bellísimos ejemplares de rosetones y ventanales góticos. En el muro sur del templo se abre la capilla del Tremedal, con portada a la nave de la Epístola, por una pequeña y hermosa puerta de arco semicircular, con exorno de puntas de diamante y arquivolta baquetonada, apoyando todo en jambas y finas columnillas a cada lado, sobre alta basa, que rematan a su vez en bello conjunto de capiteles de tema vegetal y carátulas. Su planta es pentagonal, abriéndose magníficos ventanales góticos en sus muros, y mostrando en los ángulos columnas adosadas que parten de bellas ménsulas con carátulas. Estas columnas rematan en capiteles de profusa hojarasca, y de ellos, a través de repetidas molduras, surgen los arcos que conforman la magnífica bóveda gótica de esta capilla. Al exterior, muestra sus muros de sillería, en los que abren las ventanas de arco apuntado sobre columnas y capiteles del estilo.
En el brazo sur del crucero se abre la gran sacristía, de bóvedas de crucería. La primera de las capillas de la girola, llamada de la Concepción o de los Sendines, es construcción del siglo XVI. Se cierra por bella reja renacentista con escudos repujados y artísticos balaustres. La fundaron los señores Diego Moreno, abogado, y su mujer Lucrecia Campuzano, que en ella están enterrados, así como diversos descendientes suyos, de la familia Sendín, en una cripta bajo la capilla. Por las paredes se ven pintados y policromados diversos escudos de las Ordenes Militares de Santiago, Calatrava y Alcántara. Sobre el arco de entrada a la capilla, tallado en piedra se muestra el escudo propio de los Sendín: un par de panelas sobre árbol y en derredor la leyenda «Ave Maria Gracia Plena Do te». El conjunto de esta magnífica iglesia parroquial es único en la provincia de Guadalajara, y una de las joyas del arte gótico de la Alcarria.
En las tareas, largas y productivas, de restauración de la iglesia de Alcocer hechas durante años por quienes fueron sus párrocos, primero por don Andrés Pérez Arribas, y luego por don Crescencio Saiz, se encontraron dos esculturas de Cristo que habían estado largos años ocultas. Eran el “Cristo atado a la columna” que vemos junto a estas líneas, y el “Cristo con la Cruz a cuestas” perdido en su mayor parte. Ambas esculturas, de gran calidad y estilo manierista, talladas sobre madera, y ahora nuevamente restauradas y pintadas, fueron realizadas por el escultor genovés Bartolomé de Matarana, en 1588, en su taller de la ciudad de Cuenca, por encargo expreso del Corregidor de la villa de Alcocer, y con destino a que sirvieran de tallas de culto y procesión de la cofradía o cabildo de la Vera Cruz, que por entonces tenía su sede en el convento franciscano de Alcocer. Al ser desamortizado este, pasaron a la iglesia, donde largos decenios se habían mantenido ocultas. Ahora están recuperadas y a la vista de todos en la capilla del Descendimiento, la principal de la girola, con luz suficiente, y una serie de paneles explicativos acerca de su interés artístico.