Plazas Mayores y Ayuntamientos de nuestra provincia
Siempre pateando nuestra tierra, a la busca de sorpresas patrimoniales. Esta semana me he dedicado a recorrer plazas mayores y admirar viejos edificios de Ayuntamientos. Por supuesto que han vuelto a la memoria esos entornos magníficos de Atienza (la plaza de España, y la plaza del Trigo), Sigüenza (su medida y perfecta Plaza Mayor) y Cogolludo, con su presencia sublime del palacio ducal.
Pero me he querido centrar, en punto a evocaciones, sobre las pequeñas plazas, los minúsculos lugares: esos entornos cargados de tradición y significado para cuantos cerca de ellos nacierno o vivieron su infancia, que es la esencia y la razón de la vida.
Son muchos los pueblos, pequeños o grandes, que en la provincia de Guadalajara ofrecen sus plazas mayores abiertas, en la mayoría de ellas la iglesia presidiendo su costado norte, y en otras muchas su edificio concejil ejerciendo su voz o contrapunto popular frente al sonido hondo de las campanas y los sermones.
En Marchamalo, muy cerca de la capital, en pleno valle del Henares, la plaza mayor está marcada por la silueta del templo, de estilo campiñero en el sentido de tener una arquitectura a base de mampuesto de caliza y ladrillo, con atrio de anchos arcos en su fachada sur, y torre de las campanas (y de las cigüeñas) en su extremo occidental. Al templo le sirve de contrapunto, en su aledaño de levante, el Ayuntamiento, sin mayor interés arquitectónico, y enfrente el palacio de los Ramírez de Arellano, obra del siglo XVII con gran portalada de sillares en relieve y escudo de armas sobre el paramento homogéneo de ladrillo.
En Horche vemos uno de los más bonitos ejemplos de plazas mayores de la Alcarria. En cuesta, porque lo está todo el pueblo, el Ayuntamiento surge en el costado norte, compuesto de planta baja soportalada, y alta con galería cerrada, todo ello con arquitectura de piedra caliza y maderas, Se remata en torrecilla ara el reloj y las campanas. El resto de los costados de la plaza ofrecen arquitecturas populares, y hasta un caserón con labra heráldica. En el centro, la fuente tradicional.
La de Budia es otra de las bonitas plazas alcarreñas. Aunque de planta cuadrangular, casi parece triangular porque su costado meridional es muy estrecho, y solo sirve para embocar la calle mayor que sube hacia el convento. En el costado norte, se levanta el Ayuntamiento, con planta de L, con soportal en el piso inferior, abierto mediante amplios arcos rebajados de piedra, y con galería abierta en el superior, rematando el conjunto con una torrecilla para el reloj y la campana. En ese edificio se aneja la Cárcel antigua, ahora en proceso de remodelación para otros usos, y que todavía visitó, en calidad de inquilino, el premio Nobel Camilo José Cela en 1946, cuando realizó a pie su viaje alcarreño. Entre concejo y cárcel, adosada al muro del edificio vemos la gran fuente común, de recia sillería y capiteles adornada.
Conviene recomendar la visita de la plaza mayor de El Casar, porque su estructura alargada y amplia permite observar, una vez más, ese lenguaje de los edificios públicos principales, enfrentados en cada uno de los costados menores: el Ayuntamiento, de traza clásica campiñera, y moderna realización, frente a la iglesia parroquial, del siglo XVI, con soportales amplios. En los lados largos, edificios de ladrillo, propios de la zona.
En Mondéjar encontramos también una buena plaza mayor. Es cuadrada, y tiene soportales en tres de sus lados. El cuarto está ocupado por un muro de piedra con escaleras de doble tramo, que sirve de basamenta a la notable iglesia parroquial de la Magdalena, mandada construir en el siglo XVI por los Mendoza señores de la villa, siendo sus tracistas y directores los arquitectos Adoniza, que plantearon en esos momentos, en el primer cuarto del siglo XVI, la plaza delante del templo. En su costado occidental se alza el Ayuntamiento, de moderna traza.
La plaza de Torija es hoy una hermosa estancia pública, recuperada no hace muchos años como lugar de conjunción de edificios y sobre todo como espacio abierto de magníficos perfiles. En ella destaca sobre todo el castillo de origen templario, de reconstrucción medieval y mendocina, que se extiende por sus costados de mediodía y levante. Al norte está el Ayuntamiento, de construcción moderna y trazas ckásicas, y en el costado occidental aparecen una serie de edificios, con soportales bajos y variadas tipologías.
En Brihuega la plaza mayor es también llamada “el Coso”, porque en ella se celebraron tradicionalmente los espectáculos de corrida, juego y muerte de los toros, Es muy amplia, y viene su actual forma de los tiempos de Carlos III en que fue trazada poniendo el Ayuntamiento en su costado meridional, consistiendo este en un edificio de tipo neoclásico, con atrio inferior y balconadas superiores, más la tortea central albergando el reloj. Como herencia del medievo, en esa plaza o Coso aparece también la Cárcel, que en el caso de Brihuega fue rehecha también en estilo neoclásico a finales del siglo XVIII, así como dos grandes fuentes de anchos pilones y macizas espaldas que dan entrada a la plaza desde lo principal de la villa.
En Uceda la plaza mayor se escolta, de un lado, por la iglesia parroquial, hecha en estilo neoclásico en tiempos del cardenal Lorenzana, y por el Ayuntamiento de construcción moderna pero factura tradicional. Aún aparecen en esta plaza numerosas casonas y viviendas de corte tradicional castellano, con escudos, y un pósito o almacén propiedad de los Cartujos hoy reconvertido en Hotel Rural.
La villa de Jadraque, amparada por el cerro de su castillo, tiene una estrecha plaza mayor, de planta alargada, con fuente antigua en su centro, y un edificio de Ayuntamiento que, aunque restaurado, mantiene las formas antiguas, con soportal inferior, balconada alta, y tortea central para el reloj, en una morfología muy típica de la Alcarria y tierras de Guadalajara.
En esta destaca la plaza mayor de Trillo, que también ha recibido modulaciones su Ayuntamiento, aun guardando la estructura descrita y tradicional. En el otro extremo de la plaza se alza la iglesia parroquial, marcando con su mole cerrada de piedra el ámbito, que tiene salida por estrecha cuesta hacia el encuentro de los ríos Cifuentes y Tajo.
En Salmerón encontramos una plaza de aspecto inusual, con alargada planta que se escolta, en sus dos lados largos, de edificios cuyas plantas bajas están totalmente ocupados por soportales resguardados de muy amplios t rebajados arcos. Entre ellos aparece el Ayuntamiento de sencillas líneas, y en el extremo sur la iglesia parroquial, de excelentes formas y ornamentos platerescos.
En la vega del Henares destaca Humanes con su plaza castellana en la que asoma en un extremo el Ayuntamiento de atrio inferior sustentado por columnas pétreas de bonitos capiteles dóricos, y en el otro extremo la iglesia parroquial con su abierta galería, más edificios tradicionales bien conjuntados.
La plaza mayor de Maranchónes moderna, pero muy curiosa, tanto por su amplitud enorme, como por los edificios señoriales que la escoltan, siendo uno de ellos el Ayuntamiento, y otro la torre del reloj, en este pueblo exenta. Ofrece el pavimento de esta plaza algunas gradas, y toda ella se dedicó, durante muchos años de los siglos XIX y XX, para albergar el gran mercado de mulas que aquí tenía uno de los referentes de toda la nación.
En Milmarcos, al extremo norte de Tierra Molina, encontramos una plaza mayor amplia en la que destacan los elementos clásicos: de un lado el Ayuntamiento, que es soportalado con anchos arcos semicirculares, y un escudo heráldico municipal del siglo XVII, frente a la iglesia parroquial de piedra sillar arenisca, en la que se conservan intactas numerosas obras de arte de siglos pasados, entre ellas el espléndido retablo manierista de tallas. En otro extremo de la plaza se alza el palacio de los López Guerrera, y en la parte más abierta, a poniente, se inicia la ancha calle de Jesús Nazareno, en la que desde la plaza se advierte la presencia notable del palacio noble de los García Herreros.
Para concluir este repaso a las más notables plazas mayores de la provincia de Guadalajara, citar la de Pareja, junto al Tajo, que ofrece un ámbito de grandes dimensiones, alargado de oriente a occidente, en uno de cuyos extremos surge el Ayuntamiento moderno, y en el frontal el palacio de los obispos de Cuenca, un edificio de marcados volúmenes con escudos heráldicos y trazas nobles. El costado norte está formado por caserones vetustos y firmes, mientras el sur tiene una serie de edificios de vivienda y comercios con soportales de variada construcción, pues alternan los pilares pétreos con las columnas de hierro fundido, dando salida a la plaza por un gran arco en el extremo de esa línea edificada. En el centro de la plaza de Pareja, al igual que en muchas otras de Castilla, verdeó en su día la gran olma, de enorme círculo y poderosa sombra, que la confiería su identidad más firme, pero que con la grafiosis desapareció para siempre.