Un alcarreño benemérito: fray Melchor de Yebra

sábado, 3 septiembre 2016 1 Por Herrera Casado

Esta tarde de viernes 2 de septiembre, y en Yebra, va a tener lugar un merecido acto de homenaje a la memoria de uno de sus más famosos naturales, el que fuera fraile franciscano Melchor Sánchez del Arco, y que adoptó en su vida el sobrenombre de su pueblo natal, fray Melchor de Yebra. 

Y va a ser doble el homenaje, no solo por acudir a traer a la actualidad de su personalidad y de su obra, sino porque va a ser presentado en dicho acto un libro que ha escrito Francisco Vaquerizo Moreno, y que lleva por título “El vocero de los sin voz”, que trae –en forma de representación teatral- a los paisanos actuales la memoria de tan insigne hijo de la tierra. No solo por su función religiosa, sino muy especialmente por su tarea científica, que ha sido de siempre resaltada como una de las pioneras en el tratamiento de los sordos, y de los mudos: fue fray Melchor de Yebra un iniciador de las prácticas del lenguaje de la manos, hoy tan utilizado en todas partes como forma de comunicar a las personas sordas los mensajes y las noticias.

Un personaje de relieve

Este Melchor Sánchez del Arco del que tratamos nació en Yebra en 1526, en la familia del capitán Pedro Sánchez del Arco, personaje que participó en la toma de Orán en 1509, y de Catalina Nieto. Ingresó en la orden de San Francisco en 1546, en el monasterio de San Juan de los Reyes, de Toledo, adoptando entonces como nombre religioso el de Sánchez de Yebra, pasando a ocupar años después los más diversos cargos eclesiásticos en diversas casas religiosas en que residió.

Fue guardián en Alcalá de Henares y en El Castañar (Toledo), fue vicario de monjas en Toledo, y al fin electo Definidor de la Orden en el Reino de Castilla. También vivió en Madrid, donde fue Vicario y Confesor en el monasterio de Las Descalzas, pasando al fin a Toledo, a San Juan de los Reyes, donde finalmente falleció en 1586.

La noticia más fiel y directa que tenemos sobre él es la referencia que a su personalidad se hace en la “Relaciones Topográficas” de Yebra, a finales del siglo XVI: Así leemos en ellas que “Las personas señaladas en letras que han salido de esta Villa, han sido […] Fray Melchor de Yebra, fraile Francisco hermano de dicho Doctor Marcos Sánchez, fraile de letras, y de muy santa vida y por tal habido y tenido en toda su Orden; fue Confesor de las Serenísimas Ynfantas hijas de la Católica Real Magestad del Rey D. Felipe Nuestro Señor, fue vicario de las monjas del Monasterio de las Descalzas que fundó en Madrid la Serenísima Princesa de Portugal Da. Juana, el cual vive en esta era y reside en el Monasterio de S. Juan de los Reyes en Toledo.”… puesto que la Relación se redactó en 1586.

El vocero de los sin voz de fray Melchor de Yebra

Siete años después de su fallecimiento, en 1593, la propia orden franciscana, se animó a llevar a la imprenta la obra escrita de fray Ramón. El titulado Libro llamado Refugium infirmorum, muy útil y provechoso para todo género de gente, en el cual se contienen muchos avisos espirituales para socorro de los afligidos enfermos, y para ayudar a bien morir a los que están en lo último de su vida; con un Alfabeto de S. Buenaventura para hablar por la mano. Editado por Luis Sánchez, en Madrid, en 1593., y cuyo contenido estaba encaminado, en general, a ayudar a bien morir, con el uso de numerosas y piadosas oraciones y jaculatorias.

Es en las páginas finales de dicha obra, en las que el fraile alcarreño explica su método de locución por signos con las manos, para que los sordos entendieran discursos y predicas. El franciscano proponía, impreso en grabados de madera, letra a letra, su ingeniosa estrategia para la confesión en situaciones extremas, en particular cuando la persona que quería confesarse no podía hablar u oír, y a la vista estaba que con el uso de dicho alfabeto, de saberlo todos, tanto sacerdotes como creyentes, se facilitaba enormemente la tarea de la comunicación directa entre el confesor y el confesante. Era, por tanto, un sistema de ayuda a “bien morir”, aunque de ello se derivó luego la utilidad universal del lenguaje por signos.

No fue él, sin embargo, el inventor de este alfabeto. Porque confiesa al final de su libro que ya era utilizado ampliamente en Castilla, y nos dice que “Además de esto aprovechará también el saber estas letras a los confesores para responder y hablar a algunos penitentes muy sordos, que saben entenderse con letras de la mano, y se les puede con recato responder con ella a todo lo que confesaren por la boca, y así se excusará el peligro que puede haber dándoles en la confesión voces. Y cuando no fuere el saber este ABC para confesar, será para consolar a otros sordos, que compelidos de la necesidad, aprenden la mano para poderse tratar y comunicar con las gentes.”

Ampliamente se ocuparon de la vida y el libro de Melchor Sánchez del Arco, dos eruditos alcarreños que aquí recuerdo. Fue el primero el bibliógrafo Cristóbal Pérez Pastor (1844-1908), ilustre sacerdote albacetense (que residió muchos años y al fin murió, en Horche) que había recogido la obra de Sánchez de Yebra a partir de un ejemplar existente en aquellas fechas en la Biblioteca Provincial de Toledo, describiéndola y catalogándola en su Bibliografía Madrileña, tomo I, Madrid, 1891.

El segundo en ocuparse de la obra de Sánchez de Yebra fue don Juan Catalina García López (1845-1911), que lo incluyó en su Biblioteca de Escritores de la provincia de Guadalajara, Madrid, 1899, pero partiendo en aquella ocasión de un ejemplar conservado en aquellos años en la Biblioteca Real de Madrid, dando incluso pistas del posible origen primero de aquel alfabeto tan curioso, detalle que en aquella época pasó totalmente desapercibido.

De todas estas noticias, vicisitudes y probabilidades, Vaquerizo ha tomado las esencias de su obra, que hoy se presenta en Yebra, y que se titula “El vocero de los sin voz”. Entretenida, bien escrita, y muestra (una más) de su excelente pluma. La obra ha sido editada por Aache, pero patrocinada íntegramente por el Ayuntamiento de Yebra, que de este modo se confirma como un decidido partidario de la cultura escrita, y del respeto a la memoria histórica de la villa y sus gentes.

El autor y su obra

Francisco Vaquerizo Moreno (Jirueque, 1936) es uno de los más acreditados escritores alcarreños, con una larga trayectoria creativa. Ha escrito ya cerca de treinta obras, la mayoría relacionadas con la provincia de Guadalajara. Esta última de sus obras, por ahora, y que hoy se presenta, le cataloga como un maestro de la construcción dramática, pues la historia que cuenta sobre Fray Melchor de Yebra está articulada en forma de obra de teatro.

Vaquerizo se formó en el Seminario de Sigüenza y obtuvo la licenciatura en Derecho Canónico y Periodismo por la Universidad de Navarra, habiendo actuado toda su vida como sacerdote diocesano y profesor de Lengua y Literatura. La narrativa de Vaquerizo Moreno discurre por los caminos del relato corto y la novela, en que retrata apasionadamente, pero con certeza y limpieza de lenguaje, la vida del mundo rural castellano y la historia de la diócesis. La poesía, de metro clásico y sonora rima, ha conseguido siempre encendidos y numerosos aplausos.