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octubre, 2011:

Los molinos de Alustante

El recuperado y rehabilitado molino de la Loma de Alustante

En el fin de semana de mediado julio, tuve la oportunidad de pasar un par de días, invitado por el profesor Alejandro López López, de la Universidad Complutense, en la villa de Alustante, donde tuvimos la ocasión de charlar y pasar buenos momentos de descubrimientos, andanzas y proyectos con Diego Sanz Martínez, concejal ahora y estudioso siempre de la villa, y con Juan Carlos Esteban Lorente, viejo amigo de estudios y correrías, uno de los más eruditos conocedores del Señorío. Todo ello para ir preparando un libro que con el tiempo saldrá relativo a Alustante, su historia, su patrimonio, sus costumbres, sus personajes…

En el transcurso de la visita, nos encontramos con unos curiosos elementos de su pasado patrimonial: los molinos. Que los hay de agua y de viento. El testigo del primero es hoy una pura ruina, pero aún mantiene su interés. El segundo ha sido rehabilitado de forma contundente, perfecta, hasta el punto de que hoy es un gran molino de viento y aspas que en nada tiene que envidiar a los de Campo de Criptana o Consuegra.

 El molino de agua de Cirujeda

 Todos los datos que aporto en este memorial molinero, los tomo de Diego Sanz Martínez, el investigador que ha profundizado como nadie en la historia de Alustante. Pronto se verá por qué. Y él es quien nos cuenta que hubo allí muchos molinos de agua. Que utilizaban la fuerza del líquido elemento cayendo desde diversas alturas, procedentes de caces o cauces que traían el agua de cercanos arroyos o de lejanas fuentes. Quizás el más antiguo del término sería el llamado “Molino de don Marcos” y que estaba en el término de Motos, lindando con Alustante, sobre el hondón de la Rambla, casi siempre seca, y trayendo sus aguas de la mojonera de Orihuela. Su origen se remnonta al año 1480, y dicen que lo construyó Pedro de Motos, el hijo del famoso caballero que desde su altura castillera impuso terror y [in]justicia por la comarca frontera de los Montes de Alcarracín.

El que hemos visitado, acompañado de Alejandro López, hijo de quienes fueran sus dueños, y con muchos recuerdos de su infancia entre sus múltiples paredes, es el “Molino de Cirujeda”, muy cercano a la ermita medieval donde se veneró durante siglos la Virgen románica que, afortunadamente salva, hoy se venera en la parroquia de Alustante.

Era este un molino de los denominados “de cubo”, porque el agua que procedía de lejos y le llegaba mediante un caz, en alto, llegaba a lo alto de un fuerte torreón y en su interior se vertía con fuerza hasta las piedras que debían rodar y moler el grano. El agua le llegaba del canalón de los Hontanares, en la alta sierra que se alza al sur de Alustante, limitando por ese viento sus horizontes. Está documentado desde 1502, y funcionó exactamente cuatro siglos, hasta 1907 aproximadamente, en que dejó de hacerlo, o disminuyó mucho su actividad, por haberse instalado en el pueblo una pequeña central eléctrica que protagonizó desde entonces todas las aventuras energéticas de la localidad. Erapropiedad de la iglesia, y su renta se repartía entre la ermita y la parroquia de Alustante, Del siglo XVI es un acuerdo de la parroquia para que se limpie la presa de cieno y se empiedre; que se restaure el cubo, para lo cual se ordena que se contrate a un vizcaíno (o sea, a un cantero); que se haga una cal­zada de piedra desde el molino a la presa y que se construya un cobertizo para los animales que llevaban el trigo a moler. También se menciona que existía una casa para el molinero, y se ordena que se arregle. La gente de Tordesilos y de Alcoroches acudía a moler a este molino de Cirujeda, que fue pasando de mano en mano, y al final ha quedado hecho una ruina lastimosa, dando esa imagen de una España hundida, perdida, olvidada, que tuvo vida y agua sonante, pero que se ha quedado enmudecida y solo el viento de la mañana levanta alrededor soniquetes de las hierbas, mientras el agua sigue sonando, perdida entre juncales, y las golondrinas vuelan a ras, buscando mosquitos o quien sabe qué delicias. En cualquier otro sitio de la Europa le habrían ya reconstruido.

Otros molinos hubo, de los que quedan noticias pero ni rastro de su estructura. Quizás el mejor de todos fuera el “Molino del Royo” que también llamaban de los Gusines o de las Julianicas, porque de esas maneras se computa en los libros municipales. Estaba más cercano al pueblo, pero quedan las dudas de si funcionó de veras. En todo caso, su existencia fue en los primeros años del siglo XIX, y cuando Madoz elabora su Diccionario explorador de riquezas, se encuentra con que en Alustante había a mediados de ese siglo un par de molinos de chorrillo de baja producción.

 El molino de viento de la Loma

 Hace unos 30 años, cuando pasé por Alustante a recoger noticias del pueblo, a fotografiar sus retablos y hablar con don Anselmo Novella, el cura que entonces regentaba la parroquia, en las afueras descubrí los restos de un edificio de planta semicircular que me parecieron, así a bote pronto, la desvencijada rémora de una torre de vigía, pues se encontraban sobre una loma, abierta a los vientos, muy caminera. Resulta que me equivoqué, porque en el pueblo todos sabían que aquello había sido un molino, de los de viento, y a aquel lugar aún le llamaban “la loma del Molino” (con la misma lógica con que ahora, ya reconstruido, al edificio de aspas le llaman “el molino de la Loma”)

He ido a verlo, acompañados de mis amigos Alejandro López, Diego Sanz y Juan Carlos Esteban. Soplaba el viento pero las aspas no se movían, porque andan arreglando su mecanismo, que está en perfectas condiciones una vez restaurado completamente.

¿Desde cuando existió el molino de Alustante? Es una pregunta sin respuesta posible. Ya en el siglo XVIII en el Catastro del marqués de la Ensenada se le menciona, pero ¿existía desde antes? Es posible. En 1886 estaba en pie aunque no funcionaba ya. Así lo dice el Nomenclátor del Obispado de Sigüenza. Lo que sabemos es que dejó de existir a principios del siglo XX. Concretamente, en un durísimo invierno que tuvo lugar en 1917, los vecinos tuvieron que usar su maquinaria, y hasta sus aspas, para prender lumbres con qué calentarse de tamaños hielos. Hacia los años treinta, el fotógrafo Camarillo que anduvo sacando tomas del pueblo, dejó constancia de que ya era una reconocible ruina. Desde entonces viene su ruina y la pérdida de toda silueta hasta que hace 3 ó 4 años, entre el Ayuntamiento de Alustante y laJunta de Comunidadesde Castilla-La Mancha, lo han reconstruido de forma fiel, y lo usan como atractivo turístico y elemento de enseñanza. Un cartel colocado en su entorno, y que reproduzco junto a estas líneas, nos explica lo que era, lo que es, y cómo funciona.

Nos cuenta Sanz Martínez que durante setenta años,  casi tres generaciones, conservó dos paredo­nes laterales, habiéndose hundido justo por donde tenía las puertas, una en di­rección este y otra en dirección oeste. Si las aspas estaban funcionando en la par­te de la puerta oeste se utilizaba la oeste para entrar y salir, y al contrario. Conser­vaba además los huecos en las paredes donde apoyaban las escaleras, los forja­dos y una canal cubierta con plomo por donde bajabala harina. Asimismose con­servó una especie de trasfuego con sali­da de humos al exterior y restos de las piedras bóllega y de rebote en las que asentaba el eje de las aspas. Se trata de un molino de los de tipo “torre” que es igual a los que funcionan enla Mancha. Posiblementelas migraciones de gentes de aquellas tierras hacia el alto molinés trajeran aquellas técnicas y en su día se animaron los de Alustante a construirlo.

Los pasos de la última década, largos y procelosos como todo lo que tiene que ver con el Gobierno Regional, cuajó en una petición que hizo en 1991 el Ayuntamiento de Alus­tante ala Juntade Comunidades de Castilla‑La Manchapara la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) del molino de viento. ¡Cuando solo quedaban de él dos paredones a medio caer! Nadie se lo creyó en Toledo y no se hizo nombramiento alguno. En diciembre de 2005 el Ayunta­miento inició denuevo lasgestiones para la declaración de BIC al haberse hallado documentación que acreditaba su anti­güedad superior a los 100 años. Y ahí sí cuajó la petición: una vez declarado monumento se iniciaron los trámites para su reconstrucción, y en octubre de 2006 comenzaron las obras de desman­telamiento del tejado y forjados construi­dos sin rigor en 1995, y un año después se pro­cedió al recrecimiento de paredes y construcción de ventanillos. En esta obra intervinieron todas las cuadrillas de alba­ñiles del pueblo. Desde abril de 2008 co­mienzan las obras de carpintería por par­te de Juan Chicote y José Moreno, car­pinteros de Mota del Cuervo (Cuenca). El 9 de julio de 2008 se procedió a la co­locación del tejado del molino y en los dí­as posteriores se montaron las aspas, adquiriendo el aspecto que tiene en la ac­tualidad, poniéndose luego la maquinaria que le hace verse en el espejo de las manchegas máquinas: su piedra solera y su piedra volandera dan de vez en cuando el rumor de la molienda a los granos que como cebo se les echa.

 Termina su estudio Sanz Martínez con las palabras que nos centran el valor de un molino para un pueblo mínimo, en el que los adelantos industriales le hacen inútil ya, mero objeto estético y atracción turística. Y dice que “los molinos, sean de agua o de viento, han suscitado fascinación a lo largo de los siglos. La suerte de haber te­nido en Alustante molinos de ambos ti­pos nos ha permitido acercarnos a su tecnología, su pasado y, quizá, a ese mundillo de las mentalidades en el que el molino, el molinero y la molinera eran tan necesitados como detestados, tan ama­dos como temidos. Y es que quizá du­rante mucho tiempo ellos encarnaron una a modo de vanguardia en las simples o poco complejas economías, tecnologías, sociedades y culturas de cada lugar dela Europapreindustrial”.

 Un estudio de leyes molineras

 A propósito de esta visita al molino de viento de Alustante, que recomiendo a mis lectores porque van a encontrar algo absolutamente único en toda la provincia, recuerdo aquí que no hace mucho en la Revista “Molinum” nuestro amigo López de los Mozos ha publicado un breve artículo de no más de 3 páginas, pero cargado de enjundia molinera, pues hace en él un repaso a las disposiciones que sobre molinos se hacen en los Fueros de los pueblos y villas de nuestra actual provincia. Con paciencia benedicina, expurga de los áridos textos forales aquellas mandas o disposiciones que aluden a la forma de distribuir días, de establecer pagos, de sistemas de propiedad y de acopio de ayudas para su reparación y mantenimiento. Un resumen de ese artículo puede verse en la Revista digital “Libros Uno por Uno” que se encuentra en la web en esta direccion: http://librosdeguadalajara.blogspot.com/2011/08/un-sucinto-estudio-de-los-molinos.html. Seguro que les aprovecha.

Trillo en medio del agua

Trillo está fundamentada en agua: el Tajo cruza el pueblo y sobre sus aguas se alza un puente valiente y espectacular. Muchas páginas de la historia de Trillo están basadas en el agua, la del río Tajo que viene ancho, la del Cifuentes que cae con fuerza y mueve los martinetes, y las medicinales que brotan de la montaña y dan vida al Real Balneario de Carlos III.

En medio del agua Trillo se esponja y deja que los peces de hoy y los gancheros de ayer formen imágenes que salen del sueño y se prenden para siempre en la materia dura del hierro, como veletas y pararrayos de cualquier desgracia. Volvemos a Trillo a patear sus calles y oir sus aguas.

Entrada a Trillo en la rotonda norte

 Las nuevas rotondas

 En estos días se han inaugurado las dos rotondas que permiten el acceso a Trillo desde la variante de la CM-2115 que ahorala circunda. Sondos intervenciones de tipo urbanístico que van más allá del mero utilitarismo de unas rotondas para que los automóviles circulen con precaución y seguridad. Son, realmente, dos nuevos monumentos que se añaden a la provincia, y que en este caso nacen de la nada y se articulan sobre las esencias de un pueblo: a eso le llamo yo acudir a las raíces, marcar con imágenes y sobre la piel palpitante de un pueblo, los elementos que le hacen cierto.

Una de las rotondas, la que llega a Trillo desde el Alto Tajo, nos presenta un grupo de imágenes forjadas sobre hierro que memoran a los gancheros que hace decenios bajaban pastoreando los bosques talados de las altas serranías, en su rumbo hacia el Sur, hacia Aranjuez y Toledo. La otra hace alusión al agua personificada en sus habitantes vivos, los peces, que en mil especies pueblan las aguas oscuras aquí del Tajo y que unos pescan y otros miran: sabiendo todos que la corriente tensa guarda vida en su interior.

Esas dos rotondas han sido diseñadas y dirigidas en su disposición y construcción por un diseñador barcelonés, -Javirroyo es su nombre artístico- que está hoy en la vanguardia de la apariencia, y que sin duda todo lo que toca lo transforma: es un artista de las imágenes pasajeras, y en estas rotondas ha sabido entroncar la tradición y el enraizamiento con la modernidad y el buen rollo.

 Peces del Tajo

 La primera de las rotondas, la que saluda al viajero que llega desde Guadalajara, está dedicada a los peces. Dice así Javirroyo al inicio de sus propuestas sobre los peces como elemento vivo del agua de Trillo:Una nube de peces es agua, es aire, es movimiento, es vida, es representación de futuro en cuanto a salud, sostenibilidad medioambiental y subsistencia y riqueza. Este conjunto escultórico que será ubicado en la entrada de Trillo, está centrado en la representación de¡ agua en tanto en cuanto elemento central en la vida de este pueblo alcarrefio a lo largo de la historia. En la fusión del agua y del aire. Está constituído por 50 peces que se mueven y giran con la fuerza del aire, representando el agua, el movimiento, la vida y la energía. Y también es el símbolo de la comunidad, de la unión, del pueblo”.

Esto supone que se le da categoría de monumento, al menos natural, a la fauna de vertebrados piscícolas del Tajo en esta zona. En el libro que editó el Ayuntamiento el año pasado, diseñado también por Javirroyo y escrito entre otros muchos porJavier Bravoe Idota García de Cortázar, titulado “Trillo y el agua” y del que damos al final breve referencia bibliográfica, se nos dice que muchos trillanos pusieron empeño vital en la p4esca: unas veces, hace mucho tiempo, para sobrevivir, y las más, como ahora, por entretenimiento. Y traen una entrevista y charloteo con Valentín Batanero como representante más a mano y más auténtico de la afición a la pesca en Trillo.

Nos dice Batanero que su afición le viene por ver cómo muchos otros pescaban en el río a todas horas., y él confiesa que ya desde niño en cuanto salía de la escuela cogía la caña y se iba con otros compañeros a las orillas, a ver pasar las aguas, buscar los peces e intentar pescarlos. Con ese ritmo, que nunca aflojó, es fácil comprender que sepa tanto de peces y de aguas, como un dios Neptuno de las juncosas riberas.

Él dice que fabricaba sus “cañejas” de bambú y se ponía en los carrizales o en las orillas de la Tajonada llevando trozos de patata como cebo y bebiendo la alegría cuando sentían que la caña se movía y había que luchar con ella para, al final, levantar en el aire un pececillo que daba brincos conla cola. Estepescador de toda la vida explica al detalle y con sabiduría rural, cuales son las especies más frecuentes, las más vistas y más buscadas. Y así recuerda las formas y los colores de los barbos, de los gobios, de las carpas y las aventuras difíciles con los blasblas (así llaman en Trillo al black blass), la grandiosidad del lucio, agresivo y grande, con 16 kilos el mayor que él pescó en su vida, o con las elegantes y saltarinas truchas que eran la suculencia de la mesa, y el mejor trofeo porque es el animal más difícil de pescar. A estas las cogía tras soltar anzuelos de mosquito artificial y cada una de las que pescó las recuerda con nitidez, porque todas fueron preciados trofeos. Al fin, es el cangrejo al que Batanero dedica unas palabras, al autóctono, castellano y trillano, que desapareció tras ser destruido por un hongo que trajeron los cangrejos americanos con los que se repoblaron nuestros ríos hace unas cuantas décadas. El agua en Trillo es más generosa al caer la tarde, cuando baja turbia, o en los días nublados, porque entonces su vientre se llena de peces y a los pescadores les da más alegrías.

 Memoria de los gancheros

 La segunda de las rotondas, la que se encuentra el viajero al llegar desde el Alto Tajo, está dedicada a los Gancheros. Dice así Javirroyo, el autor de la idea y el diseñador de la escultura en hierro, a propósito de las consideraciones que hace de la memoria y las imágenes de los gancheros, como elemento testimonial del agua en Trillo: Cuatro gancheros ayudan a los troncos a bajar río abajo, y ponen toda su energía en un trabajo en equipo, un trabajo del pasado, que dejó una huella importante en Trillo. Esta intervención es un homenaje al tradicional oficio de los gancheros, dedicados a bajar los troncos de madera desde lo alto de las montañas utilizando la fuerza del agua del río Tajo. El camino de la madera continuaría hasta la localidad de Aranjuez, donde terminaba su viaje fluvial, para ser tratada en diferentes factorías. El nombre de «gancheros» viene de los ganchos que utilizaban para ir orientando o empujando los troncos que quedaban varados a lo largo de la travesía”.

Es Tomás Henche Sancho, posiblemente el último ganchero trillano que anduvo trabajando en esta apasionante y dura tarea, quien le cuenta aJavier Bravoalgunas anécdotas de aquellos días, en la primera mitad del siglo XX. Vivían en los pinares, a las orillas del río, y se pasabn dos y hasta tres meses fuera de casa, durmiendo al raso, manejando aquellos grandes rebaños de árboles cortados a los que se terminaba por ver como amigos, como animalres mansos, como silenciosos peces superficiales y rígidos. Y le cuenta que en Trillo se sacaba mucha madera, una para consumo del pueblo y de sus famosas carpinterías, y otra para cargarla en camiones y llevarla a los compradores finales que con ella hacían las mil cosas que se hacen con la madera.

 Las Vacas por el Tajo y el Balneario

 Otras expresiones del agua en Trillo, que ya no tenemos tiempo de comentar a fondo, son la fiesta de “Las Vacas por el Tajo”, que viene haciéndose desde hace 15 años, y que consiste en soltar hasta cuatro vacas jóvenes por las orillas del río, y dejarlas que se entretengan y jueguen con los mozos que de muy diversas maneras las citan y las provocan a que corran tras ellos. No se hizo por casualidad este festejo, sino como tradición muy antigua de moverse ante los toros que bajaban, a pie y en manadas, desde los bosques del Alto Tajo donde estaban las buenas ganaderías de Checa, hacia las fiestas de los pueblos dela Alcarria. Alpasar por Trillo, siempre se producían escenas de emoción y sustos. De ahí que se añoraba y al fin se puso en práctica: enla Feria Chicodel mes de Junio, un domingo se dedica a que el agua en Trillo lleve los gritos de la juventud que reta a las vacas.

Y al fin la memoria del Balneario Real de Carlos III. Esa es otra de las hondas raíces de la villa: desde 1777 en que se dieron por “realmente” inaugurados, hasta hoy mismo, con altibajos notables, con hundimientos y resurrecciones, las aguas (las medicinales, las sapientes y olorosas aguas de Trillo) han visto desfilar a miles de personas por la ribera del río. No son abundantes, pero sí curativas, benéficas y sobre todo nacidas en un entorno natural de belleza y serenidad que hacen que esa fuerza se transmita a quien de nuevo visita el espacio actual del Real Balneario.

Como sobre la historia de esta institución va a ser muy pronto un libro que la cuenta en toda su dimensión, no digo más por hoy de ella, porque merecerá un comentario más amplio dentro de unas semanas.

Solamente el detalle final de cómo un tema menor, la urbanización de dos entradas a un pueblo desde una carretera de circunvalación, pueden dar motivo para una reflexión amplia y útil en torno a la forma de representar y dar valor a la raíces de un pueblo. El alcalde de Trillo, Antonio Muñoz, y toda su Corporación, lo ha entendido muy bien. Ojalá en otros lugares dee nuestra provincia se hagan las cosas así, con naturalidad, con sencillez, con belleza, y con sensible contundencia…

 Trillo y el Agua: una historia de amor

 Un libro genial sacó el pasado año el Ayuntamiento de Trillo, con el que felicitó las Navidades a todos sus vecinos. Un libro recio, en formato cuadrado, con tapas duras, con 286 páginas todas impresas a color, y dirigida su realización e ilustrado en su mayor parte por uno de los más acreditados diseñadores gráficos del momento, el catalán Javirroyo. Es una sucesión de imágenes, alusiones a los elementos acuáticos del Tajo en Trillo, como la pesca, los gancheros, las aguas medicinales del balneario de Carlos III, la nieve, los chopos del río… entrevistas a paisanos, y el proyecto del diseñador para hacer las dos rotondas de entrada y salida de Trillo que en estos meses se han puesto en funcionamiento.

Viaje a la Sierra Norte de Guadalajara

Mañana sábado volverá a ser fiesta en la Sierra. Las fiestas serranas no son cualquier cosa. En ellas no hay encierros de toros, ni conciertos de rock, ni se arroja la gente frutas en descomposición o litros de vino malo, como en otras partes. Aquí en la Sierra las fiestas son de madera de roble, olorosas, cantadas, comidas y reídas. Son, sobre todo, fiestas en las que se encuentra la gente, y se animan unos a otros para seguir, simplemente, viviendo en su tierra, en la Sierra. Que ahora es, administrativamente hablando, la Sierra Norte de Guadalajara. Todo un Parque Natural de verdad, y por mérito propio.

Multitudinaria comida en Majaelrayo el 15 de Octubre de 2011, Día de la Serranía de Guadalajara

 Con muchas perspectivas (paisajísticas, claro, y culturales, y humanas sobre todo) se nos abre ante el camino la Sierra de Guadalajara. Mañana va a celebrar de nuevo, en el otoño que empieza, su Fiesta grande en Majaelrayo. Espero ver a mis amigos y lectores por aquellas trochas. Por la oscura solidez de sus suelos, bajo el luminoso soplo de las nubes y el cielo que es allí siempre recién inventado.

Por definir de alguna manera aquella zona, y para cuantos aún no han ido a ella, invitarles a que mañana sea ese primer día que les unirá para siempre con ella, y decirles que toda la zona norte de la provincia de Guadalajara es de relieve muy accidentado, con alturas notables, picachos casi inaccesibles, arroyos caudalosos y limpios, y pueblos numerosos y pequeños, en los que parece no haber pasado el tiempo, conservando sus caracteres de peculiar arquitectura y urbanismo, sus tradicionales fiestas, su patrimonio artístico intocado. Estas serranías se alargan desde la Somosierra y sierra de Riaza, y bajan casi hasta el hondo foso del Henares.

Alcanza sus máximas alturas en el cogo­llo de la sierra de Ayllón, Riaza y el Ocejón, sobresaliendo el Pico del Lobo, de2.262 metros, que sirve de límite a las provincias de Guadalajara y Segovia. En esa zona, de picachos y elevaciones pizarrosas, sin ape­nas vegetación, tienen su origen los ríos Jarama, Sorbe, Bornova y Cañamares, que darán por la derecha en el Henares. Los tramos altos, escarpados y agrestes de estos ríos, son lo que se incluyen plenamente en la comarca y ahora en el Parque Natural. Pueden ser sus capitales Cogo­lludo y Tamajón, desde donde parten carre­teras de acceso a estas zonas de especial interés turístico para montañeros y excur­sionistas. Sigue extendiéndose la comarca por los altos páramos de la sierra de Pela, en las vertientes del Alto Rey, llegando a las tierras de Atienza, que conforman otra subcomarca plenamente identificada, de recursos ganaderos importantes. Los serrijo­nes de Barahona y Horna sirven de límite con Soria, y desde ellos surge el alto Hena­res, que con el nacimiento del Tajuña por tierras de Maranchón van a conformarla llamada Serraníadel Ducado, con capital natural en Sigüenza, y que se extiende sobre la meseta que paulatinamente se transfor­mará en Alcarria, en sus límites inconcretos y un tanto arbitrarios, que ponemos lleva­dos de una tradición de siglos entre ambas comarcas.

Todos los pueblos de la Sierra de Guadalajara están incluidos en ese gran cajón de sastre que para muchos es la sempiterna “eterna desconocida”, la tierra más septentrional de Castilla-La Mancha, una “tierra de nadie” a caballo entre las dos autonomías castellanas actuales, pero en el corazón mismo dela única Castilla, la de siempre.

De muchas formas podemos afrontar su visita y tratar de alcanzar su conocimiento. Para mejor definirla, diremos que hoyla Sierra Nortede Guadalajara es un Parque Natural que engloba precisamente las sierras de Ayllón y Pela, y los espacios denominados Hayedo de Tejera Negra, Macizo del Pico Lobo y Cebollera, el río Pelagallinas yla Reserva Nacionalde Caza de Sonsaz.

Quizás la imagen que cualquiera se lleva en la retina es la anfractuosidad del entorno, sus sierras y picachos, envueltos en el aroma de la jara, la serenidad de los robles, la alegría de los pinos y el rumor del viento. Así conviene destacar, por ir concretando, que sus mayores alturas son esa sierra de Ayllón que compartimos con Segovia,la de Pela, con Soria, más la Sierra del Alto Rey yla sierra Gorda, en nuestros límites. Sobre el horizonte se alzan el Pico del Lobo, con2.273 metros, el Cerrón con2.199 m, el Tres Provincias (al que otros llaman Peña Cebollera) con 2.129, y el Pico Ocejón, aislado y más espectacular, con2.057 metros.

Paisaje de la Sierra Norte

La gran diversidad geológica de nuestra sierra da lugar a espacios y paisajes que son como sus diversas caras, con colores y texturas siempre cambiantes, modificados a lo largo de los siglos por su clima que ahora es mediterráneo frío, pero que en épocas antiguas pasó por las mismas fases que el Continente Europeo, con una última glaciación hace 15.000 años, en la que el hielo perenne labró muy profundamente sus valles y cañones.

Ese paisaje está formado de roquedales, de bosques densos en los que predomina (hoy en solo un 10% de lo que era hace 100 años) el roble con sus rebollos y quejigos, como un gran familia de plantas de dureza extrema frente al frío clima. Vemos también hayedos, muy escasos en superficie e individuos, encinares sueltos y pinares de pino silvestre, repoblados últimamente y con visos de no ir a cuajar nunca. Además las hierbas aromáticas y la jara sobre todo, que impregna el ambiente primaveral de su fuerte olor oleoso.

El complemento a todo ello son los hondos barrancos, los cauces de los ríos que se ahondan con rapidez y brusquedad, y crean los pasos de ríos como el Sorbe, el Jaramilla, el Jarama, yel Bornovaespecialmente, que en sus tramos altos van corriendo entre montes pelados y derrumbes de las altas lajas pizarrosas. Se ha llegado a la declaración del Parque con, -afortunadamente- pocos tramos de carreteras anchas, y los caminos justos para desplazarse a lugares de interés paisajístico. Con lo cual hemos conseguido mantener un espacio de provincia muy puro, apenas contaminado por los problemas de la civilización actual (antenas, ruidos, basureros, etc.) y con unas posibilidades de mantenimiento muy buenas. Incluso el hecho de su escasísima población ha permitido que la limpieza de su paisaje sea total, aunque, es lógico, se haya traducido en una despoblación y una pobreza generalizadas.

Solo hay un problema, anteriormente pequeño y que puede ir en aumento: el hecho de que antiguos campos de cultivo y prados abandonados van siendo invadidos porel monte, por el bosque, con el consiguiente riesgo de incendio, especialmente en los pinares de repoblación, que están espesándose progresivamente con un sotobosque sin apenas cuidados.

El patrimonio cultural serrano

En este ámbito de Naturaleza pura, surgen algunos elementos de patrimonio cultural que se materializan en pueblos con edificios, signos de vida, templos, plazas y ornamentaciones que dan la nota de vibración humana a la que se suma el costumbrismo y las fiestas, los modos de vida, de hablar y de contar: en esa riqueza antigua y generosa, que no ha pedido nunca nada, sino que ha sabido ofrecer lo poco que tenía, es en la que el viajero que a la Sierra Norte de Guadalajara acude va a encontrar su mayor goce.

El mejor pueblo de toda la Sierra –qué difícil es decantarse por uno solo…- es hoy, como no podia ser otro,  Majaelrayo. Fundamentalmente porque es el lugar en el que mañana se va a celebrar esta anunciada “Fiesta de la Sierra”. Es Majaelrayo un ejemplo muy puro de “arquitectura negra” con sus edificaciones hechas de pizarra, tanto en muros como en cubierta, y con una disposición urbana de agrupaciones casi aleatorias de edificios formando entre sí callejas y plazuelas que le confieren la gracia de lo popular, ancestral y genuino. Al otro lado del vigilante pico Ocejón se levanta, en un vertiginoso sinclinal entre cursos de agua, huertos y arboledas, Valverde de los Arroyos, que podría clasificarse en otra línea de arquitectura popular, la “dorada” porque en vez de la pizarra de forma única, utiliza también la piedra gneis en sus edificios: la plaza mayor con su fuente, su iglesia y su juego de bolos, más una serie de grandes viviendas con balconadas y chimeneas dan el valor inolvidable a ese lugar.

Y luego los otros enclaves dela Arquitectura Negra (Campillo de Ranas, Roblelacasa, Almiruete, Umbralejo) que son pregoneros y ejemplo de toda la Sierra, en la que antiguos burgos como Galve de Sorbe, Cogolludo, Hiendelaencina o Albendiego dan su cante de entereza.

 El programa de mañana

 A lo largo de mañana se van a suceder numerosas actividades de interés en Majaelrayo. De entrada, a las 10, sus calles serán recorridas por los dulzaineros Calaveras, Mirasierra y Mapache. A continuación, un desayuno con rosquillas y vino dulce será servido a todos los que acudan a esa hora, sobre las 10:30. En el Ayuntamiento se inaugurará a las 11 una gran Exposición de fotografías, antiguas y modernas, sobre la Serranía de Guadalajara y sus pueblos. Poco antes del mediodía, en la plaza mayor, tendrá lugar una demostración de oficios tradicionales dela zona. Alas doce del mediodía la plaza se llenará para escuchar el Pregón de la Sierra, que dirá como pueda quien esto escribe. Un homenaje a los carteros rurales, personificado en Atilano Vicente, servirá para entregarle el premio de “Serrano del Año” y a Genara Ricote, que ya ha pasado del siglo de vida, se la hará el Homenaje a los “Abuelos Serranos”.

Después, a las 2 de la tarde, una comida popular tendrá lugar al aire libre, en el descampado frente ala iglesia. Latarde se llenará de celebraciones, tanto de deportes serranos, como de actuaciones de varios grupos folclóricos de la zona, como los Danzantes de Majaelrayo, la Ronda del Ocejón y los Dulzaineros dichos, abriendo el turno para que quien quiera pueda bailar la jota serrana como mejor sepa. Todo en la plaza mayor, donde a las 7:30 terminará el día con una actuación del grupo RYL de música celta.

Un amplio mercadillo de gastronomía, artesanías y libros de la Serranía estará abierto durante todo el día.

Larga vida a doña Aldonza de Mendoza

A quien visita el Museo Provincial de Bellas Artes, instalado en la planta baja del palacio del Infantado de Guadalajara, le sorprenderá en el primer pasillo, al final del mismo, la presencia de un enterramiento de estilo gótico en el que yace serena, viva y lustrosa, la estatua yacente de una dama de alta alcurnia alcarreña que vivió allá por los finales años del siglo XIV y los primeros del siglo XV.

Ese enterramiento, esplendor del arte gótico, es el de doña Aldonza de Mendoza, hija que fue del Almirante de Castilla, don Diego Hurtado de Mendoza, acaudalado y poderoso prócer de nuestra tierra en aquella época, y hermanastra de quien sucediera a su padre en el título máximo de señor de Hita y Buitrago, además del luego añadido de marqués de Santillana, don Íñigo López de Mendoza. Conviene que nos entretengamos un rato en mirarla, en saber de ella.

Enterramiento de doña Aldonza de Mendoza en el Museo Provincial de Guadalajara

 Los días de su vida

 Fue doña Aldonza hija del almirante don Diego Hurtado, del principal linaje de Mendoza, y de su primera esposa, María Enríquez, del de Trastamara. Fue su nacimiento en el último tercio del siglo XIV, hacia 1380 y, pronto huérfana de su madre, asistió a la segunda boda de su padre, quien en 1387 volvió a casar con la también viuda Leonor de la Vega, en cuyo vientre se formaría, naciendo luego, don Iñigo López de Mendoza, futuro primer Marqués de Santillana.

A doña Aldonza la marcó, quizás en demasía, el matrimonio con su primo don Fadrique de Castro, duque de Ariona, y conde de Trastámara, pero sobre todo los días de su vida se amargaron bastante por las peleas (que degeneraron en guerras abiertas, con soldados, batallas, tiros y muertos) con su hermanastro, don íñigo López de Mendoza y de la Vega, a causa de la herencia de su padre, ya que este en su testamento y codicilos favoreció notablemente a doña Aldonza, a quien dejó muchos territorios y riquezas que otros hermanos, y especialmente el futuro marqués de Santillana, no vieron con buenos ojos, haciéndole guerras. Viuda desde 1430, vivió en sus tierras de Espinosa y Cogolludo, y falleció el 18 de junio de 1435 dos días después de haber dispuesto su testamento. En su largo documento, reparte sus aún numerosos dineros en mandas múltiples a iglesias, ermitas y monasterios, dejando lo más sustancioso de sus bienes al todavía joven monasterio jerónimo de San Bartolomé, de Lupiana, donde quiso ser enterrada y puesta en un sepulcro “convenyble a mi persona” y en un lugar de privilegio, «según mi estado demanda».

Esos deseos se cumplieron, y Aldonza recibió sepultura en medio de la nave del monasterio jerónimo, a los pies de sus gradas, Su cuerpo fue depositado en el interior del maravilloso sepulcro que antes había mandado tallar. Allí estuvo muchos años, pues los Mendoza siguieron siendo patrones del cenobio, pasando luego el patronazgo al mismo rey Felipe II. La memoria de Aldonza quedó prendida en aquel espacio sacro y solemne, y las liturgias jerónimas se posaron día tras día, año tras año, sobre el pálido alabastro de su sepulcro.

Solamente en 1836 quedó vacío San Bartolomé de monjes, y el sepulcro abandonado hasta que en 1845 se desmontó y trasladó al Museo Provincial que surgió en el Convento de la Piedad de Guadalajara. Pero de allí partió, pese a las numerosas quejas que en la ciudad generó su traslado, hacia el Museo Arqueológico de Madrid en 1868, donde se mantuvo otro largo siglo hasta que en 1973, en ocasión de la inauguración del Museo Provincial en la planta baja del palacio del Infantado, regresó definitivamente a sus patronímicos lares.

La doctora María Jesús Fuente Pérez hizo un exhaustivo análisis de doña Aldonza, en un curso sobre historia medieval en Galicia, y aporta una visión nueva sobre su figura, concretando haber sido llevada al matrimonio por un interés desmesurado del marido, don Fadrique Enríquez, de poder en la Corte, y habiéndola maltratado, encarcelado y haciéndoselas pasar muy duras a la pobra doña Aldonza. Hubiera sido una gran señora en sus enormes estados, de no surgir también don Iñigo, su hermanastro, más joven y, sobre todo, mucho más ambicioso. La de doña Aldonza de Mendoza, a quien vemos (con un poco de imaginación, claro, pero esta es fundamental para alentar la vida) todavía respirar y sonreír a través del alabastro tallado, fue una vida rota y cercenada por esa eterna cuestión de considerar a las mujeres como seres de segunda categoría. En nuestra civilización, afortunadamente, esto ha terminado, pero en el mundo actual, por desgracia, todavía quedan muchos países, [in]culturas y regímenes en los que la mujer es “un bicho” que habla. Deberíamos dirigir más nuestros pasos a conseguir que, por ejemplo, el Islam considere a las mujeres exactamente igual que a los hombres. Esa sí sería una empresa de aplauso.

 El sarcófago donde yace Aldonza

Muchos han sido los estudiosos que han mirado, una y otra vez, esta pieza sublime de la escultura gótica, asombrándose de su hermosura y perfección. En la gran obra que se editó hace diez años con motivo de la Exposición en Santillana del Mar sobre el marqués de Santillana, la escritora Elena Sainz Magaña hizo un análisis que yo considero definitivo sobre este sepulcro.

Comienza diciéndonos que sin duda se trata de uno de los exponentes más bellos de la escultura funeraría de mediados del siglo XV, momento cumbre en que se unen en el arte español las pervivencias medievales con el influjo borgoñón y las innovaciones procedentes del Renacimiento italiano, fomentadas, sobre todo, por el mecenazgo de las grandes familias, entre las que tuvo lugar destacado la de los Mendoza.

Como todos sabemos, los Mendoza fueron el punto de apoyo de la palanca renacentista en España. Ellos alentaron las formas nuevas, los espacios anchos, la luz y la imitación de la Antigüedad en formas y proporciones. Todavía es muy temprano, 1435, para hablar de Renacimiento en España, pero sí que llega algo de su influjo a través de la obsesión naturalista que el arte borgoñón está desarrollando por Centroeuropa. Así ocurre que este sepulcro manifiesta vivamente el influjo borgoñón que empieza a desarrollarse por Castilla durante la primera mitad del siglo XV. La talla está en la órbita de las esculturas toledanas del cuatrocientos, en las que, ya superado el gótico, se quieren adivinar las nuevas corrientes renacentistas.

Sainz Magaña describe el enterramiento de doña Aldonza, y a su calificación y palabras me voy a ceñir para decir a mis lectores lo recomendable que sería su visita, su admiración en el Museo Provincial, estos próximos días de fiesta: el sarcófago presenta la estructura típica de la cama sepulcral exenta con representación yacente de la difunta, lo que venía a ser la perpetuación del túmulo que se colocaba en la iglesia y sobre el que era expuesto el cadáver antes del enterramiento. El interés por representar a la muerta con belleza, con sensación de vida, con intención de eternizarla, se pone claramente en evidencia en este monumento, y a este respecto, recordamos aquí la descripción que con un poético lenguaje decimonónico nos da el escritor alcarreño José Julio de la Fuente en 1883:

» … Una urna ceñida de graciosas hojas de cardo, y, sobre ella, la bellísima estatua de Doña Aldonza de Mendoza, suelta la toca, ceñido el sayal, reviviendo la morbidez de sus delicados miembros la blancura del alabastro » .

Sainz analiza con un sentido netamente iconológico esta pieza que vemos en el Museo Provincial: “la belleza que transmite tanto el rostro sereno como el perfecto estudio de los plegados del ropaje, los finos encajes y el mínucioso trabajo de las manos no responde sólo a una mera cuestíón formal, desprovista de contenido, sino que era consecuencia de un neoplatonismo cristianizado. Se trataba de reflejar el carácter virtuoso que había tenido la difunta y su confianza en alcanzar la vida eterna tras el juicio. Heredada del medievo, la figura en reposo unifica dos conceptos asociados, Sueño y Muerte, con un sentido de serenidad, de confianza, en un tópico ya presente en la Antigüedad Clásica. El sepulcro de doña Aldonza estaba concebido para ser colocado en el templo, garantizando así su salvación por su enterramiento «ad sanctos», es decir, por la cercanía con el altar, por la situación en el templo. El monumento funerario no sólo garantizaba la vida eterna, también era un símbolo de prestigio y de conservación de la memoria, así, en el borde de la tapa se lee la siguiente inscripción: Doña Aldonça de Mendoza que Dios aya, duquesa de Arjona, muger del Duque D. Fadrique, finó sábado XVIII días del mes de junio del nascimiento del Nuestro Salvador lhesu Christo de mill et quatroçientos et XXXV años.”

Lo más interesante del sepulcro es la tallada figura de la protagonista. Trátase de una figura femenina yacente sobre la tapa de un sarcófago. La caja está decorada en sus lados mayores con ramaje y un escudo central y en el menor conservado, el de la cabecera, con dos figuras de salvajes sosteniendo un escudo y una filacteria.  El personaje, con los ojos cerrados, descansa en posición de decúbito supino con la cabeza apoyada sobre dos almohadas, decoradas con motivos vegetales y con borlas en las esquinas. Lleva un vestido largo, amplio, ceñido con una cinta bajo el pecho, y toca con tres alfileres, uno en la parte superior de la cabeza y dos en los laterales; en el cuello aparece un collar de varias vueltas con un colgante en forma de cruz.. Las manos las mantiene cruzadas, apoyadas a la altura del pubis, sujetando un rosario que se extiende hasta media pierna.

Un interesante programa iconográfico se ofrece por las tres caras del sarcófago que han sobrevivido, y que fue diseñado para estar, exento, en el centro de un amplio espacio eclesial, y así lanzar mensajes en sus cuatro costados: en sus lados mayores, se ven profusas hojarascas que reflejan la fecundidad, apareciendo en su centro las armas más antiguas usadas por el linaje mendocino, en forma de sencillos escudos apuntados de forma francesa con banda bordurada sobre campo liso (si estuviéramos viéndolo en color, sería una banda de gules bordurada de oro sobre campo de sinople). En el panel de la cabecera, hay tallado otro emblema heráldico, que representa las armas de los Enríquez (su madre era María Enríquez de Castilla, hija bastarda de Enrique II) aunque también ese escudo corresponde a don Fadrique Enríquez de Castilla y de Castro, duque de Arjona y conde de Trastamara, esposo que fue de doña Aldonza, y que consiste en un campo sobre el que aparece un castillo mantelado de sendos leones rampantes, estando ese escudo tenido por las figuras de dos salvajes velludos, con el sentido clásico medieval y renacentista de que el salvaje es el ser puro que con su protección mantiene el escudo limpio de pecado. Ese panel se ve adornado además de una filacteria en la que con letra gótica se lee: Omnia preterunt praeter amare Deum, que Sainz traduce como “Todas las cosas pasan, excepto el Amor a Dios”, con un sentido neoplatonista de esperanza en las obras, en este caso la más alta, que es amar a Dios. El panel de los pies no nos ha llegado. Hoy no existe.

Una descendencia controvertida

Hace ya años que el médico e investigador histórico don Ricardo Sanz García acuñó tras muchas cavilaciones la idea de que Cristóbal Colón, el almirante de la Mar Océana por ser el descubridor y primer colonizador de América para Castilla, fuera hijo de doña Aldonza de Mendoza. Hay diversas consideraciones que hacen difícil que esto sea verdad. Una de ellas, es la edad: nacida hacia 1380, murió en 1435, con 55 de edad, lo que hace que fuera muy difícil que tuviera un hijo a esos años. Además, era viuda. Lo cual supone que en esa época tener una dama de la más alta aristocracia, viuda, un hijo a los 55 años, se hace como muy improbable. La teoría del doctor Sanz García hacía morir a doña Aldonza de sobreparto, y por lo tanto a Cristóbal Colón nacer en 1435, con lo que su aventura ultramarina la hubiera realizado, en 1492, a los 57 años, una edad algo avanzada para lo que de energía y esfuerzo se necesitaba entonces. Sin embargo, el doctor Sanz ofrecía muchos otros argumentos en pro de su idea, con documentos y deducciones que, en todo caso, hacen sugestiva su teoría, aunque muy difícil de dejar completamente demostrada. Quizás en esa duda está la sal de esta derivación de la historia de doña Aldonza. Que si ya sufrió bastante en vida, si nos dejó su espléndida imagen tallada, además mantiene en suspenso y con misterio su destino último.