Los molinos de Alustante
En el fin de semana de mediado julio, tuve la oportunidad de pasar un par de días, invitado por el profesor Alejandro López López, de la Universidad Complutense, en la villa de Alustante, donde tuvimos la ocasión de charlar y pasar buenos momentos de descubrimientos, andanzas y proyectos con Diego Sanz Martínez, concejal ahora y estudioso siempre de la villa, y con Juan Carlos Esteban Lorente, viejo amigo de estudios y correrías, uno de los más eruditos conocedores del Señorío. Todo ello para ir preparando un libro que con el tiempo saldrá relativo a Alustante, su historia, su patrimonio, sus costumbres, sus personajes…
En el transcurso de la visita, nos encontramos con unos curiosos elementos de su pasado patrimonial: los molinos. Que los hay de agua y de viento. El testigo del primero es hoy una pura ruina, pero aún mantiene su interés. El segundo ha sido rehabilitado de forma contundente, perfecta, hasta el punto de que hoy es un gran molino de viento y aspas que en nada tiene que envidiar a los de Campo de Criptana o Consuegra.
El molino de agua de Cirujeda
Todos los datos que aporto en este memorial molinero, los tomo de Diego Sanz Martínez, el investigador que ha profundizado como nadie en la historia de Alustante. Pronto se verá por qué. Y él es quien nos cuenta que hubo allí muchos molinos de agua. Que utilizaban la fuerza del líquido elemento cayendo desde diversas alturas, procedentes de caces o cauces que traían el agua de cercanos arroyos o de lejanas fuentes. Quizás el más antiguo del término sería el llamado “Molino de don Marcos” y que estaba en el término de Motos, lindando con Alustante, sobre el hondón de la Rambla, casi siempre seca, y trayendo sus aguas de la mojonera de Orihuela. Su origen se remnonta al año 1480, y dicen que lo construyó Pedro de Motos, el hijo del famoso caballero que desde su altura castillera impuso terror y [in]justicia por la comarca frontera de los Montes de Alcarracín.
El que hemos visitado, acompañado de Alejandro López, hijo de quienes fueran sus dueños, y con muchos recuerdos de su infancia entre sus múltiples paredes, es el “Molino de Cirujeda”, muy cercano a la ermita medieval donde se veneró durante siglos la Virgen románica que, afortunadamente salva, hoy se venera en la parroquia de Alustante.
Era este un molino de los denominados “de cubo”, porque el agua que procedía de lejos y le llegaba mediante un caz, en alto, llegaba a lo alto de un fuerte torreón y en su interior se vertía con fuerza hasta las piedras que debían rodar y moler el grano. El agua le llegaba del canalón de los Hontanares, en la alta sierra que se alza al sur de Alustante, limitando por ese viento sus horizontes. Está documentado desde 1502, y funcionó exactamente cuatro siglos, hasta 1907 aproximadamente, en que dejó de hacerlo, o disminuyó mucho su actividad, por haberse instalado en el pueblo una pequeña central eléctrica que protagonizó desde entonces todas las aventuras energéticas de la localidad. Erapropiedad de la iglesia, y su renta se repartía entre la ermita y la parroquia de Alustante, Del siglo XVI es un acuerdo de la parroquia para que se limpie la presa de cieno y se empiedre; que se restaure el cubo, para lo cual se ordena que se contrate a un vizcaíno (o sea, a un cantero); que se haga una calzada de piedra desde el molino a la presa y que se construya un cobertizo para los animales que llevaban el trigo a moler. También se menciona que existía una casa para el molinero, y se ordena que se arregle. La gente de Tordesilos y de Alcoroches acudía a moler a este molino de Cirujeda, que fue pasando de mano en mano, y al final ha quedado hecho una ruina lastimosa, dando esa imagen de una España hundida, perdida, olvidada, que tuvo vida y agua sonante, pero que se ha quedado enmudecida y solo el viento de la mañana levanta alrededor soniquetes de las hierbas, mientras el agua sigue sonando, perdida entre juncales, y las golondrinas vuelan a ras, buscando mosquitos o quien sabe qué delicias. En cualquier otro sitio de la Europa le habrían ya reconstruido.
Otros molinos hubo, de los que quedan noticias pero ni rastro de su estructura. Quizás el mejor de todos fuera el “Molino del Royo” que también llamaban de los Gusines o de las Julianicas, porque de esas maneras se computa en los libros municipales. Estaba más cercano al pueblo, pero quedan las dudas de si funcionó de veras. En todo caso, su existencia fue en los primeros años del siglo XIX, y cuando Madoz elabora su Diccionario explorador de riquezas, se encuentra con que en Alustante había a mediados de ese siglo un par de molinos de chorrillo de baja producción.
El molino de viento de la Loma
Hace unos 30 años, cuando pasé por Alustante a recoger noticias del pueblo, a fotografiar sus retablos y hablar con don Anselmo Novella, el cura que entonces regentaba la parroquia, en las afueras descubrí los restos de un edificio de planta semicircular que me parecieron, así a bote pronto, la desvencijada rémora de una torre de vigía, pues se encontraban sobre una loma, abierta a los vientos, muy caminera. Resulta que me equivoqué, porque en el pueblo todos sabían que aquello había sido un molino, de los de viento, y a aquel lugar aún le llamaban “la loma del Molino” (con la misma lógica con que ahora, ya reconstruido, al edificio de aspas le llaman “el molino de la Loma”)
He ido a verlo, acompañados de mis amigos Alejandro López, Diego Sanz y Juan Carlos Esteban. Soplaba el viento pero las aspas no se movían, porque andan arreglando su mecanismo, que está en perfectas condiciones una vez restaurado completamente.
¿Desde cuando existió el molino de Alustante? Es una pregunta sin respuesta posible. Ya en el siglo XVIII en el Catastro del marqués de la Ensenada se le menciona, pero ¿existía desde antes? Es posible. En 1886 estaba en pie aunque no funcionaba ya. Así lo dice el Nomenclátor del Obispado de Sigüenza. Lo que sabemos es que dejó de existir a principios del siglo XX. Concretamente, en un durísimo invierno que tuvo lugar en 1917, los vecinos tuvieron que usar su maquinaria, y hasta sus aspas, para prender lumbres con qué calentarse de tamaños hielos. Hacia los años treinta, el fotógrafo Camarillo que anduvo sacando tomas del pueblo, dejó constancia de que ya era una reconocible ruina. Desde entonces viene su ruina y la pérdida de toda silueta hasta que hace 3 ó 4 años, entre el Ayuntamiento de Alustante y laJunta de Comunidadesde Castilla-La Mancha, lo han reconstruido de forma fiel, y lo usan como atractivo turístico y elemento de enseñanza. Un cartel colocado en su entorno, y que reproduzco junto a estas líneas, nos explica lo que era, lo que es, y cómo funciona.
Nos cuenta Sanz Martínez que durante setenta años, casi tres generaciones, conservó dos paredones laterales, habiéndose hundido justo por donde tenía las puertas, una en dirección este y otra en dirección oeste. Si las aspas estaban funcionando en la parte de la puerta oeste se utilizaba la oeste para entrar y salir, y al contrario. Conservaba además los huecos en las paredes donde apoyaban las escaleras, los forjados y una canal cubierta con plomo por donde bajabala harina. Asimismose conservó una especie de trasfuego con salida de humos al exterior y restos de las piedras bóllega y de rebote en las que asentaba el eje de las aspas. Se trata de un molino de los de tipo “torre” que es igual a los que funcionan enla Mancha. Posiblementelas migraciones de gentes de aquellas tierras hacia el alto molinés trajeran aquellas técnicas y en su día se animaron los de Alustante a construirlo.
Los pasos de la última década, largos y procelosos como todo lo que tiene que ver con el Gobierno Regional, cuajó en una petición que hizo en 1991 el Ayuntamiento de Alustante ala Juntade Comunidades de Castilla‑La Manchapara la declaración de Bien de Interés Cultural (BIC) del molino de viento. ¡Cuando solo quedaban de él dos paredones a medio caer! Nadie se lo creyó en Toledo y no se hizo nombramiento alguno. En diciembre de 2005 el Ayuntamiento inició denuevo lasgestiones para la declaración de BIC al haberse hallado documentación que acreditaba su antigüedad superior a los 100 años. Y ahí sí cuajó la petición: una vez declarado monumento se iniciaron los trámites para su reconstrucción, y en octubre de 2006 comenzaron las obras de desmantelamiento del tejado y forjados construidos sin rigor en 1995, y un año después se procedió al recrecimiento de paredes y construcción de ventanillos. En esta obra intervinieron todas las cuadrillas de albañiles del pueblo. Desde abril de 2008 comienzan las obras de carpintería por parte de Juan Chicote y José Moreno, carpinteros de Mota del Cuervo (Cuenca). El 9 de julio de 2008 se procedió a la colocación del tejado del molino y en los días posteriores se montaron las aspas, adquiriendo el aspecto que tiene en la actualidad, poniéndose luego la maquinaria que le hace verse en el espejo de las manchegas máquinas: su piedra solera y su piedra volandera dan de vez en cuando el rumor de la molienda a los granos que como cebo se les echa.
Termina su estudio Sanz Martínez con las palabras que nos centran el valor de un molino para un pueblo mínimo, en el que los adelantos industriales le hacen inútil ya, mero objeto estético y atracción turística. Y dice que “los molinos, sean de agua o de viento, han suscitado fascinación a lo largo de los siglos. La suerte de haber tenido en Alustante molinos de ambos tipos nos ha permitido acercarnos a su tecnología, su pasado y, quizá, a ese mundillo de las mentalidades en el que el molino, el molinero y la molinera eran tan necesitados como detestados, tan amados como temidos. Y es que quizá durante mucho tiempo ellos encarnaron una a modo de vanguardia en las simples o poco complejas economías, tecnologías, sociedades y culturas de cada lugar dela Europapreindustrial”.
Un estudio de leyes molineras
A propósito de esta visita al molino de viento de Alustante, que recomiendo a mis lectores porque van a encontrar algo absolutamente único en toda la provincia, recuerdo aquí que no hace mucho en la Revista “Molinum” nuestro amigo López de los Mozos ha publicado un breve artículo de no más de 3 páginas, pero cargado de enjundia molinera, pues hace en él un repaso a las disposiciones que sobre molinos se hacen en los Fueros de los pueblos y villas de nuestra actual provincia. Con paciencia benedicina, expurga de los áridos textos forales aquellas mandas o disposiciones que aluden a la forma de distribuir días, de establecer pagos, de sistemas de propiedad y de acopio de ayudas para su reparación y mantenimiento. Un resumen de ese artículo puede verse en la Revista digital “Libros Uno por Uno” que se encuentra en la web en esta direccion: http://librosdeguadalajara.blogspot.com/2011/08/un-sucinto-estudio-de-los-molinos.html. Seguro que les aprovecha.