Tiene el Señorío de Molina, comarca y territorio histórico, un denso pasado, cuajado de caminos, de aventuras ganaderas, de encuentros guerreros, de solemnes entradas y aparatosos edificios que daban idea de lo grandioso de la economía de sus dueños. Señales y aspavientos: pairones y casonas, eso es de lo que trato en estas líneas. Rescatando memorias, animando a que las conozcáis. Los pairones molineses He viajado mucho por Molina. He recorrido sus caminos (los de asfalto, y los de tierra sencilla) y he charlado con la gente con la que me he encontrado en ellos. Hace muchos años (en 1973 aproximadamente), hice un viaje a pie por los rayanos, por Milmarcos, Fuentelsaz, por Setiles y Alustante… y me fui encontrando en todas partes gente y pairones. Hoy solo quedan los segundos, porque los primeros, la gente, parece que ha desaparecido. Molina se está quedando desierta. ¿Y qué son los pairones molineses? El tío Domingo, de Setiles, me decía para qué servían: son como faros en medio de la llanura nevada. En invierno, cuando el frío es intenso y la nieve cubre por completo el paisaje, solamente quedan de referencia los pairones, que marcan los cruces de caminos. Y si se le pone una vela encendida a las Benditas Ánimas del Purgatorio, a las que la mayoría están dedicados, por la noche parecen brillar en la distancia, como pequeños faros… Servían para otra cosa, más sutil y administrativa. Servían para marcar los límites de los municipios, para decir al caminante (durante siglos la gente fue, a pie, o en caballería, por los caminos de uno a otro pueblo) que salía de Cillas y entraba en Tortuera. O que llegaba a Tordesilos si había salido de Alustante. Eran estos «hitos» o «pairones«, como auténticos «altares de camino«, esbeltos y completamente tallados en piedra o reciamente construidos con ladrillo, surgiendo en los cruces de caminos, en los límites de los términos municipales, en lo alto de las colinas, junto a ermitas y pozos, o simplemente en medio de los campos de labor. Se suelen rematar estas columnas pétreas, de pequeñas cruces de hierro forjado, o con hornacinas en las que aparecen azulejos con la imagen de San Roque, San Antón o las Ánimas del Purgatorio. El hecho de que siempre se pongan en cruces de caminos, a la vera de sendas o en el cambio de términos municipales, añadiendo la petición que sus […]
tartanedo
Propuestas esenciales para conocer Guadalajara
El próximo lunes 22 de febrero, a las 7 de la tarde, y en convocatoria abierta y entrada libre, se va a presentar en el salón de actos del edificio de la Junta de Comunidades, en la calle Topete (antigua sede de la Caja Provincial de Ahorros), un libro que supone todo un canto y estímulo al conocimiento de nuestra provincia. Un libro, como se ha dicho, que debería tener cada provincia española. Son las “Cien propuestas esenciales para conocer Guadalajara” y va firmado por más de 50 escritores y estudiosos de nuestra tierra. Entre esas cien propuestas aparecen paisajes, cuevas, altares, fuentes, personajes, botargas, palacios y plazas, encierros de toros y ángeles pintados… sin duda el mejor cartel que podría haberse ideado para anunciar al mundo lo que Guadalajara encierra. No es de este lugar, ni me apetece entrar en el tema, el análisis de la situación económica de nuestra provincia, que desde hace tiempo está limitada a la superviviencia. Entretenida con fastos y fiestas, pero sin nada detrás, que la sustente y la sostenga. Por eso, de entre las industrias que podrían abrirse, pienso que es la más importante y prometedora la del Turismo. Un turismo medido y sin avalanchas, pero un turismo permanente, que ponga en Guadalajara sus ojos, y que encuentre en el lugar que los ponga no solo una propuesta histórica, artística, o natural, sino elementos que la acompañen como son infraestructuras. Por ejemplo (y sin ser ni mucho menos la panacea ni la única alternativa) un Parador Nacional de Turismo en Molina de Aragón. No es nueva la idea, y ya se hicieron planos, maquetas y hasta inauguraciones de obras con una excavadora detrás. Pero el Parador no llega. Y no llegan las carreteras que sirvan de conexión rápida y cómoda con la Naturaleza más espectacular, como es el Alto Tajo. Esa carretera CM-2015 por la que se tiene que circular muy despacio y a riesgo de romper los amortiguadores. El empujón para que el Turismo llegue de una vez, y muy en serio, a Guadalajara, no pasa solamente por algún que otro anuncio en prensa, o los folletos repartidos en FITUR. Necesita de muchas manos y muchos brazos que empujen. Y poner esa fuerza en cada actuación es lo que podrá sacarnos del parón y echarnos a andar. 100 Propuestas Esenciales Aunque fue por una cuestión interna de la editorial que dirijo, y […]
Pilas bautismales románicas de Guadalajara
Es muy grande el número de pilas bautismales románicas en la provincia de Guadalajara. Tanto, que solo con su catálogo podría hacerse un libro. Hay que tener en cuenta que la mayoría de los pueblos de esta tierra surgieron en la época de la Repoblación, entre finales del siglo XI y mediados el XIII. En esos momentos, todos levantaron su templo (por eso eran románicos, y aun quedan en esta tierra tantas huellas de ese estilo), y una de las primeras cosas que se colocaron en ellos fueron sus pilas bautismales, talladas en grandes rocas de tipo calizo, que se posaron en el suelo de los pies del templo, y allí se mantuvieron durante siglos, a pesar de reformas, hundimientos y cambios. Las pilas eran tan grandes, tan pesadas, tan sencillas, y tan útiles, que nadie pensó nunca en cambiarlas. Por eso si en Guadalajara hay en torno al centenar de edificios parroquiales con evidencias románicas, la cantidad de pilas del estilo y la época medieval hay que multiplicarla, al menos, por tres. Sin embargo, la mayoría de estos ejemplares son de sucinta decoración. Cuerpos lisos, con cenefas en sus bordes, gallones en la basa, arquerías en el comedio, y poco más. Ni inscripciones, ni decoración prolija. Solamente hay un par de ellas que por lo inusual de su decoración, e incluso por la curiosidad que sus temas encierran, merecen ser recordadas y estudiadas: es una de ellas la de la iglesia parroquial de Esplegares, y la otra, que estuvo en la parroquial de Canales del Ducado, fue llevada al Museo Diocesano de Arte Antiguo cuando este se creó, en los años setenta del pasado siglo. Son sin duda las masterpieces de una colección inacabable de la que hoy quiero dar, a modo de sucinto inventario para viajeros desorientados, algunos nombres. Pilas, pilas y pilas En Tartanedo, en el Señorío de Molina, queda una pila de piedra caliza, con basa cuadrada decorada en sus esquinas, un fuste corto, y una copa semiesférica que se adorna con las trazas de un cordón en el borde, entrelazado, y una gruesa cenefa de motivos vegetales en la que destacan palmetas que engloban piñas con piñones. Una delicia de decoración medieval, que podemos ver en la imagen adjunta. En Santiuste hay una pila encastrada en el muro occidental de la nave sur, y se forma de un brocal de moldura convexa con una copa […]
Tartanedo, una aldea en el mundo
El pasado 19 de agosto, y en el centro cultural “El Almacén” de la localidad molinesa de Tartanedo, tuvo lugar un acto cultural en el transcurso del cual se presentó públicamente un libro que ha editado el Ayuntamiento de la localidad, y ha escrito previamente el profesor Teodoro Alonso Concha. Con la presencia de personalidades destacadas del Señorío, como el heredero de los Montesoro, Francisco Martínez de Salazar, o el estudioso de la cultura molinesa, Diego Sanz Martínez, otros más pudimos intervenir en el elogio y ponderación de esta obra del profesor Alonso. Mira aquí la «Historia de Tartanedo» Un patrimonio artístico singular No olvida detalle el profesor Alonso cuando analiza el patrimonio artístico de Tartanedo en su libro. Porque son muchos los elementos que lo componen, y todos ellos se mantienen vivos, palpitantes a los ojos de quienes los admiran, contentos ahora al saber que no solo se salvaron de antiguas amenazas, sino que de la peor, la del olvido, ha sabido sobrevivir y alcanzar el hoy perfectamente restaurados, gracias fundamentalmente al interés (y los dineros) del propio Ayuntamiento, y al empuje de sus vecinos. Sin ir más lejos, el pasado 31 de julio tuvo lugar en la iglesia de San Bartolomé un Concierto/Homenaje al equipo que ha restaurado este conjunto de altares, tallas y pinturas en los últimos veranos. Destaca la iglesia parroquial, en la que una portada románica con capiteles de fieros y contundentes animales quiméricos nos da la bienvenida. En su interior, detalles de todas las épocas: una pila románica, unas bóvedas góticas, unos altares renacentistas, retablos de tallas y pinturas manieristas, barrocos, neoclásicos… y la joya suprema, sin duda: la colección de Angeles Virreinales que en el altar de San José y capilla adjunta se muestran hoy, recuperados, como pieza singularísima del patrimonio artístico molinés y provincial. Todos los detalles de ese patrimonio son desmenuzados y analizados por Alonso Concha: los escudos de armas policromados, que hablan con diligencia de personajes, catedráticos, capitanes, terratenientes, obispos, se suman a la alegría de los Pater Ecclesiae que dan voces en el púlpito; los Cristos y Santa Teresas que por aquí y allá aparecen; la escena del Juicio de Salomón, copiada a la perfección de un original de Rubens, o los detalles demoniacos de la leyenda de San Bartolomé en el retablo dedicado al santo patrón del pueblo. No se olvida el autor, sin embargo, de otros detalles […]