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Parada en Palancares

Andando las trochas de la Sierra, llegamos a Palancares, ese pueblo que está “en la curva” de la carretera de Valverde, y que debemos atravesar siempre despacio, porque la carretera se estrecha entre las casas. Allí no quedaba nadie, o casi nadie, hace unos años. Hoy siguen quedando muy pocos. Pero me he parado a charlar con ellos, y salen de su conversación algunas consideraciones interesantes. Subimos la cuesta desde el arroyo del barranco del Covachón Seco, ahora asfaltada con elegancia por los servicios de Diputación: se sume el camino entre densos robledales, y dejamos a la izquierda unas ruinas que luego nos dirán lo que fueron. Llegamos a Palancares. Nos recibe una señora, con sus hijos. Ella es muy mayor, la preguntamos por su gracia, y después de examinarnos de arriba abajo nos dice ser Presentación. Aquí nació, y aquí sigue. Con sus hijos, mantiene el ganado que trota libre y feliz por los prados altos, o se baja hasta el hondón del Sorbe, y de vez en cuando lo vigilan para que no se pierdan. No tenemos otra cosa que hacer que subir cuestas –nos dice Presentación- y recoger lo que va saliendo por los huertos. Esta tierra es muy buena, da de todo. Ahora es la época de las calabazas, y de las castañas. Solo hay que agacharse para cogerlas, a cientos. Están esperando que salgan las setas, aunque este año viene muy seco y retrasado todo, nos dice. Sus hijos han montado en Palancares una casa rural, a la que llaman “Mesón Ocejón”. Nos invita a visitarlo, y nos sorprende el asiento, cómodo y espectacular, que sobre un viejo roble han tallado y puesto a la entrada. Es un asiento regio, con su mesa (un tocón de más de un metro de diámetro) y plantas alrededor. La tarde, que es soleada y gustosa, invita a sentarse en el asiento, y espera un rato a que refresque. En tiempos hubo un pueblo aquí al lado, que tenía muchas casas, y una iglesia más grande que la actual. Pero hace tiempo, mucho tiempo, que vino una invasión de hormigas y todos los habitantes del viejo Palancares murieron. Todo quedé vacío, y hoy en lo que es solar de la iglesia han puesto el cementerio- Presentación y sus hijos van a veces, andando por unas estrechas sendas entre piedras musgosas y brezos a visitar esas tumbas, que son las […]