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fuero largo de guadalajara

Ocho siglos de fuero

El domingo se cumplirá, con exactitud documental, ochocientos años de que el rey (de entonces) don Fernando III de Castilla y de León, concediera a la villa de Guadalajara su Fuero Largo, una especie de Constitución Ciudadana por la que habrían de regirse y ordenarse sus habitantes. Ocho siglos justos es un muy buen aniversario, como para celebrarlo. La vida municipal de Guadalajara, en tiempos antiguos, giraba en torno al fuero que podía haber recibido, de sus señores temporales, y que en el caso de nuestra ciudad, siempre fue el Rey de Castilla. Ya es sabido que nuestra nación, compuesta de numerosas aldeas, villas y algunas ciudades, no tenía un corpus legislativoúnico, sino que el territorio estaba sujeto a los fueros y tradiciones de gobierno autóctono de dichos establecimientos urbanos. En un principio, en los albores de la nación castellana (más de mil años cuenta ya en su haber) las costumbres de origen germánico eran las que establecían la ley por la que se regían los individuos. Un derecho consuetudinario y unas normas que, poco a poco, fueron emanando de las cancillerías reales, para ordenar los temas penales y hacendísticos, fundamentalmente. Los reinos cristianos peninsulares, en la Edad Media, carecían de un Derecho común y unificado. Además de la costumbre, los jueces castellanos juzgaban por fazañas, que servían como modelo a otras sentencias y venían (desde una interpretación personal y puntual) a sentar jurisprudencia. Pero enseguida aparecieron los fueros, que eran los documentos y sumas legales que pasaron a ser tratados de derecho de todo tipo: civil, penal, mercantil, etc., con algunas diferencias de unos lugares a otros, y suponiendo cierta dispersión legal puesto que cada ciudad se regía por su propio fuero, que era muchas veces amejoradopor los reyes, sobre todo tras las peticiones que se hacían en las Cortes. En nuestra zona fueron los fueros de Sepúlveda y Cuenca los que sirvieron para centrar bases jurídicas y servir de manadero de otros fueros locales. Esta dispersión de leyes llevó a diversos intentos de unificación por parte de algunos reyes, especialmente Fernando III que tomó las primeras medidas al mandar traducir el antiguoLiber Iudiciorumvisigodo, llamado entonces el Fuero Juzgo, y que se concedió a los lugares del Valle del Guadalquivir que fue conquistando en el siglo XIII. Por su parte Alfonso X intentó hacer una recopilación más completa, incluso inspirada en el Derecho Romano, mandando componer el Fuero Real, […]