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antigua

Fiesta a la Virgen, por todas partes

En estos días, y más concretamente hoy 8 de septiembre, festividad de la Natividad de la Virgen María, se suceden por muchos pueblos de España las celebraciones en su homenaje y recuerdo. Son densas y ancestrales las fiestas en honor de la Virgen, en sus miles de advocaciones repartidas. Hoy recordamos, al menos, tres de esas advocaciones festivas en Guadalajara. Por poner tres ejemplos, vibrantes y cercanos, de fiesta en torno a la Virgen, recuerdo aquí tres lugares en los que la tradición mariana se adensa. Uno es en nuestra propia ciudad, porque esta tarde desfilará por las calles centrales, multitudinaria, la procesión con la Virgen de la Antigua. Pero en otros dos espacios de la provincia, más medidos pero también con fuerza, se homenajeará a la Madre de Dios. Por ejemplo, en la Serranía del Ducado, en su Santuario mayor dedicado a la Virgen de la Salud de Barbatona. Y en la Alcarria, en Budia, en su gran casona solitaria del Peral de la Dulzura. Vamos a acercarnos a estos lugares, a mirarlos un momento, a recordar sus ofertas. La ermita de Nuestra Señora de la Antigua, en Guadalajara La antigua iglesia de Santo Tomé, obra mudéjar del siglo XIII, en la que dice la tradición que oró Alvar Fáñez al conquistar la ciudad de Guadalajara, y en donde se colocó una antiquísima imagen de la Virgen, que se veneró con el nombre de Nuestra Señora de la Antigua, y fue aceptada como patrona de la ciudad, fue reconstruida por completo a fines del siglo XIX, conservando de lo primitivo solamente el ábside, semicircular, de fábrica de mampostería con hiladas de ladrillo interpuestas, en cuya parte alta aparecen tres bellos arquitos ciegos, lobulados y muy característicos de lo que el estilo mudéjar arriacense produjo. Se corona el ábside con una espadaña moderna, y en el muro meridional, se ve la entrada al templo, obra también del siglo XIX, pero respetuosa con el conjunto del edificio. En su interior, de una sola nave y coro alto a la parte del ábside, destaca un altar moderno con pinturas y camarín en el que aparece la imagen de Nuestra Señora de la Antigua. En el muro derecho, correspondiente a la epístola, se abren varias capillas, que fueron fundadas y construidas paulatinamente por familias linajudas de la ciudad. Así, en una de ellas se ve a la entrada una buena reja plateresca de […]

La Virgen de la Antigua de Utande

De muchas maneras podría llamarse, porque es nueva. Acaba de aparecer, oculta en un muro desde hace siglos, una talla espléndida de una Virgen románica, en la iglesia de Utande. Por casualidad descubierta, proponen para ella numerosos nombres: la Antigua, la Virgen de los Salvas, la Bien Aparecida… cualquiera vale, porque es nueva, recién llegada a nuestras manos. Es una suerte que la casualidad nos depare el hallazgo de una nueva joya artística. Objeto de devoción para unos, y pieza patrimonial para otros: la nueva Virgen románica que acaban de encontrar (empotrada en un muro de su iglesia) en Utande, es sin duda una pieza que avalora el patrimonio artístico provincial, no excesivamente sobrado de este tipo de elementos. Gracias a la amabilidad de su cura párroco, don Francisco Monje; de su alcalde, don Miguel López Ortega, y de los alarifes que la hallaron, -los Salvas cariñosamente apodados-, he podido contemplar y estudiar, en primicia, esta joya nueva, esta pieza extraordinaria del arte medieval. Se trata de una talla sobre madera de la Virgen María. Su estructura general, los detalles de su construcción y tratamiento, las formas y colores, nos hacen pensar en una época muy concreta para su creación, el siglo XIII en sus finales. Una época, además, en la que la efervescencia creativa en la Alcarria alcanza sus mayores niveles. De esa época son las más importantes iglesias románicas que nos quedan hoy, los capiteles, las galerías, incluso algunas escasas pinturas. Estudio formal Esta virgen románica de Utande mide de altura 60 cms. Aparece en posición sentada, recubierta de un amplio manto que se cubre de túnica. Del borde superior de esta surge la cabeza de María, que se toca con un paño completo que solamente deja al descubierto el rostro. De la túnica emergen las manos, la izquierda muy tosca, y servía para sujetar al Niño Jesús, hoy desaparecido. La derecha más fina, de largos y finos dedos, que sostienen una pequeña bola, simbolizando el Mundo. Debajo de la túnica aparecen los pies, cubiertos por chapines negros. La figura, sedente, reposa sobre una peana circular, tallada en el mismo bloque, y se escolta por los extremos del asiento, que ofrecen un aspecto de sillón tallado con lóbulos en sus bordes. Como solía ocurrir en estas piezas, el bloque de madera fue aligerado en origen excavando gran parte de la masa para hacer menos pesada a la figura […]