Los Mendoza de Guadalajara en la Guerra de Granada

viernes, 22 junio 1984 0 Por Herrera Casado

 

La larga lucha que enfrentó, en las postrimerías del Medievo hispano, al reino cristiano de Castilla contra el bastión mahometano de Granada, dio ocasión al lucimiento de muchos personajes que, por par­te del costado occidental y norteño de la contienda, encontraron en la guerra su expresión más completa, tanto política corro religiosa y cultural. Todavía insertos con plenitud en la Edad Media, teniendo con­ciencia de ser apoyo firme de la monarquía. Los Mendoza de Guadalaja­ra, formando una familia numerosa y plural, pero bien conjuntada en sus miras políticas, emprenden la lucha definitiva contra el bastión nazarita, casi con la conciencia de ir a una cruzada personal, en la que el rey y los otros señores son sus colaboradores en la empresa. Pero, aparte de interpretaciones históri­cas, el hecho cierto es que el mayor número de hombres y capitanes, de recursos materiales y títulos nobiliarios, fue aportado por los Mendo­za de Guadalajara. Veremos algunas de estas figuras y sus actuaciones.

Ya en 1456, y al llamado de En­rique IV, acudió el entonces pleno de vigor marqués de Santillana, don Iñigo López de Mendoza, a la campaña contra el reino de Granada, llevando consigo a sus hijos, parien­tes y amigos. Al año siguiente, de­clinó la oferta, mandando a sus fa­miliares, y alegando estar ya viejo y achacoso. Serán sus hijos los que en años posteriores colaboren esplén­didamente en la reconquista grana­dina. Así, vernos como Diego Hur­tado de Mendoza, el primogénito y futuro primer duque del Infantado, luchó en 1438 en la conquista de Huelma en el reino de Jaén, y ayu­dó en el asedio de Velez al maestre de Santiago don Rodrigo Manrique.

También Pedro Lasso de Mendoza, hijo del marqués, participó en la conquista de Huelma.

Don Iñigo López de Mendoza, primer conde de Tendilla, fue muy activo en la guerra granadina. Ya en 1438 colaboró con su padre y her­manos en la reseñada campaña de Huelma. Allí resolvió favorablemen­te una batalla gracias a su arrojo personal, y actuó directamente en los tratos entre los castellanos y el rey moro Aben Farrax. En la campaña de 1456, en la vega de Grana­da, descubrió un complot que los moros tenían formado para tomar prisionero al Rey, ayudando a que éste se retirara sin peligro a Córdo­ba, siendo premiado Mendoza por ello. Posteriormente, y ya en plena guerra final. Los Reyes Católicos nombraron a Iñigo López Adelanta­do mayor de Andalucía, y Capitán General de la Costa y Reino de Granada. Este supremo título del man­do militar en campañas contra los moros, o luego en la repoblación castellana de Al‑Andalus, lo mantendrán los condes de Tendilla co­mo un broche de oro de su mayorazgo durante muchas generaciones. Iñigo López colaboró en la defen­sa de la ciudad de Alhama, con gran ingenio y valentía. Allí dirigió el conocido hecho en que, al de­rruirse por las muchas lluvias, un buen trozo de la muralla de la ciu­dad, él mandó rehacerla con cartón y pintura, simulando ser la cerca verdadera En aquella ocasión y por la falta de dinero, no podía pagar a sus gentes. Entonces surgió, obli­gadamente, el invento del papel mo­neda: mandó el conde de Tendilla hazer una monneda fingida de tres metales, de oro, plata y cobre (de naypes dizen algunos que era esta moneda).

Todavía entre los hijos del pri­mer marqués de Santillana cabe recordar a cuantos se distinguieron en esta guerra. El tercero de ellos, Lo­renzo Suárez de Figueroa, comenda­dor de Mohernando en la Orden de Santiago luchó bravamente junto a su padre: salió con 200 de a caba­llo a escaramuzar con los moros, a los quales acometió con tal maña y destreza, que los coxió sin que tu­viesen recurso ni guarda en la ciu­dad de Granada. Aunque los moros según dice el cronista Pecha, era una tropa de ginetes, con lanzas y adargas, el caballero los atropelló, desbarató e hizo huir a refugiarse en Moclín. El sexto hijo, Juan Hur­tado de Mendoza, señor de Fresno de Torote, cercó y conquistó el pue­blecillo de Cogollos y lo tomó pasando a cuchillo muchos Moros con grade honor suyo y de los soldados de Guadalaxara que iban en su compañía. Uno de los más seña­lados Mendozas en la guerra de Granada fue Pedro Hurtado de Mendoza, también hijo del primer mar­qués de Santillana. Poseyó el título de Adelantado de Cazorla, y llegó a mandar él sólo un ejército de más de 3.000 hombres, entre los que for­maban las tropas de la archidiócesis de Toledo, las del adelantamiento de Cazorla, las de a mitra de Sig­üenza y muchas gentes de Guada­lajara. Fueron muy señaladas sus ac­tuaciones en Coín, Cártama, Velez-Málaga, Málaga, Loja, Baza, Alme­ría y Guadix.

Los Reyes Católicos le hicieron merced de la alcaldía vitalicia de Guadix. También como hijo del marqués, fue don Pedro González de Mendoza, gran Cardenal de Espa­ña y canciller de los Reyes Católicos, un firme puntal de la guerra granadina, de la que en algunos mo­mentos ocupó el puesto de Capitán General. Colaboró generosamente aportando hombres de sus señoríos y dineros de sus caudales. Desde la primavera de 1490, acompañó a dia­rio a los reyes en su acoso constan­te a Granada, y en enero de 1492, cuando la toma definitiva de la ciu­dad y el reino nazarita, el Cardenal fue uno de los primeros que puso su pie en la Alhambra, colocando en lo alto de sus torres la cruz y el pendón de Castilla y del arzobispa­do de Toledo. Todavía de un so­brino del marqués de Santillana llamado Garcilaso de la Vega, guar­dan memoria las crónicas, señalan­do como en la misma vega de Gra­nada, y a la vista del real moro, así como en la presencia del rey Enri­que IV, justó valientemente contra varios moros, venciéndolos siempre.

En la segunda generación, el se­gundo duque del Infantado, también llamado Iñigo López de Mendoza, colaboró en la campaña con todo el esplendor del que él gustaba y sus inmensas riquezas y enormes estados le permitían. Bajo su man­do se atacó Illora, Moclín, Montefrío y Colmera, siguiendo luego Ve­lez‑Málaga, Baza, Guadix y Alme­ría, hasta culminar en la toma de Granada, en la que personalmente luchó. En las tropas del segundo du­que del Infantado, formaba un jo­ven combatiente, hijo del secreta­rio ducal: se trataba de Martín Váz­quez de Arce, comendador santia­guista, culto y valeroso; murió en una refriega con los moros en la acequia gorda de Granada, en 1486. Su estatua yacente, puesta en la capi­lla familiar de los Arce en la cate­dral de Sigüenza, simbolizó el ala­bastro a este Doncel caballeresco.

En la rama de los condes de Ten­dilla, luego también marqueses de Mondéjar, se distinguieron varias fi­guras. Así, el segundo conde, tam­bién llamado Iñigo López de Mendoza, comenzó su actuación granadina en las campañas entre 1470 y 1474, siempre en empresas de mu­cha consideración. Se distinguió especialmente, al mando de sus propias tropas, en las tomas de Albalite, Alarfe, Alfacae y Aguilar, li­berando en esas acciones a muchos cautivos cristianos, y de él dice el cronista Pecha que allí ensangrentó su espada con la sangre sarrazena, haziendo en aquellos Bárbaros gran­dísimo estrago, y matanza, talándo­les los campos, robándoles sus gana­dos, ganándoles sus trincheras, es­caramuzando con ellos, y atacándo­les como a fieras.

Acompañó a los Reyes luego en los cercos de Adhama y Loja. Fue muy sonada su actuación personal en este último cerco, en una escaramuza contra las gentes del moro Alcalen Alcatar, en que recibió algunas heridas importantes. En 1475 volvió a actuar este personaje en los sitios de la vega de Granada, en el cerco de Loja y finalmente capita­neó la toma de Tajara. Dice la Cró­nica de Pecha de este hecho que el Conde de Tendilla apoderóse del Castillo, passando a cuchillo a los Moros rebeldes, ganándoles las ban­deras y estandartes, tomándoles ri­cos despojos, que repartió entre los suyos, enriqueciéndolos. Su hijo pri­mogénito, Luís Hurtado de Mendo­za, tercer conde de Tendilla, here­dó también el título de capitán ge­neral del Reino de Granada y alcai­de de la Alhambra, transmitido a sus herederos durante varias gene­raciones. Estos breves datos son simplemente un apunte de la parti­cipación de los Mendozas, en sus títulos máximos, y en las gentes, no­bles y villanos, de sus estados, tuvieron en la guerra de Granada.

Bibliografía:

PECHA.: Historia de Guadalaxara, Institución Cultural «Marqués de Santillana», Guadalajara, 1977; LAYNA SERRANO, F.: Historia de Guadalajara y sus Mendozas en los siglos XV y XVI, Madrid 1942, tomo II, CEPET ADAN, J., El gran Tendilla, medieval y renacentista, en «Cuadernos de Historia», 1 (1967), pp. 159‑1

NADER, H.: The Mendoza Family in the Spanish Renaissance, y; Brunsiwck, 1979.