La larga lucha que enfrentó, en las postrimerías del Medievo hispano, al reino cristiano de Castilla contra el bastión mahometano de Granada, dio ocasión al lucimiento de muchos personajes que, por parte del costado occidental y norteño de la contienda, encontraron en la guerra su expresión más completa, tanto política corro religiosa y cultural. Todavía insertos con plenitud en la Edad Media, teniendo conciencia de ser apoyo firme de la monarquía. Los Mendoza de Guadalajara, formando una familia numerosa y plural, pero bien conjuntada en sus miras políticas, emprenden la lucha definitiva contra el bastión nazarita, casi con la conciencia de ir a una cruzada personal, en la que el rey y los otros señores son sus colaboradores en la empresa. Pero, aparte de interpretaciones históricas, el hecho cierto es que el mayor número de hombres y capitanes, de recursos materiales y títulos nobiliarios, fue aportado por los Mendoza de Guadalajara. Veremos algunas de estas figuras y sus actuaciones.
Ya en 1456, y al llamado de Enrique IV, acudió el entonces pleno de vigor marqués de Santillana, don Iñigo López de Mendoza, a la campaña contra el reino de Granada, llevando consigo a sus hijos, parientes y amigos. Al año siguiente, declinó la oferta, mandando a sus familiares, y alegando estar ya viejo y achacoso. Serán sus hijos los que en años posteriores colaboren espléndidamente en la reconquista granadina. Así, vernos como Diego Hurtado de Mendoza, el primogénito y futuro primer duque del Infantado, luchó en 1438 en la conquista de Huelma en el reino de Jaén, y ayudó en el asedio de Velez al maestre de Santiago don Rodrigo Manrique.
También Pedro Lasso de Mendoza, hijo del marqués, participó en la conquista de Huelma.
Don Iñigo López de Mendoza, primer conde de Tendilla, fue muy activo en la guerra granadina. Ya en 1438 colaboró con su padre y hermanos en la reseñada campaña de Huelma. Allí resolvió favorablemente una batalla gracias a su arrojo personal, y actuó directamente en los tratos entre los castellanos y el rey moro Aben Farrax. En la campaña de 1456, en la vega de Granada, descubrió un complot que los moros tenían formado para tomar prisionero al Rey, ayudando a que éste se retirara sin peligro a Córdoba, siendo premiado Mendoza por ello. Posteriormente, y ya en plena guerra final. Los Reyes Católicos nombraron a Iñigo López Adelantado mayor de Andalucía, y Capitán General de la Costa y Reino de Granada. Este supremo título del mando militar en campañas contra los moros, o luego en la repoblación castellana de Al‑Andalus, lo mantendrán los condes de Tendilla como un broche de oro de su mayorazgo durante muchas generaciones. Iñigo López colaboró en la defensa de la ciudad de Alhama, con gran ingenio y valentía. Allí dirigió el conocido hecho en que, al derruirse por las muchas lluvias, un buen trozo de la muralla de la ciudad, él mandó rehacerla con cartón y pintura, simulando ser la cerca verdadera En aquella ocasión y por la falta de dinero, no podía pagar a sus gentes. Entonces surgió, obligadamente, el invento del papel moneda: mandó el conde de Tendilla hazer una monneda fingida de tres metales, de oro, plata y cobre (de naypes dizen algunos que era esta moneda).
Todavía entre los hijos del primer marqués de Santillana cabe recordar a cuantos se distinguieron en esta guerra. El tercero de ellos, Lorenzo Suárez de Figueroa, comendador de Mohernando en la Orden de Santiago luchó bravamente junto a su padre: salió con 200 de a caballo a escaramuzar con los moros, a los quales acometió con tal maña y destreza, que los coxió sin que tuviesen recurso ni guarda en la ciudad de Granada. Aunque los moros según dice el cronista Pecha, era una tropa de ginetes, con lanzas y adargas, el caballero los atropelló, desbarató e hizo huir a refugiarse en Moclín. El sexto hijo, Juan Hurtado de Mendoza, señor de Fresno de Torote, cercó y conquistó el pueblecillo de Cogollos y lo tomó pasando a cuchillo muchos Moros con grade honor suyo y de los soldados de Guadalaxara que iban en su compañía. Uno de los más señalados Mendozas en la guerra de Granada fue Pedro Hurtado de Mendoza, también hijo del primer marqués de Santillana. Poseyó el título de Adelantado de Cazorla, y llegó a mandar él sólo un ejército de más de 3.000 hombres, entre los que formaban las tropas de la archidiócesis de Toledo, las del adelantamiento de Cazorla, las de a mitra de Sigüenza y muchas gentes de Guadalajara. Fueron muy señaladas sus actuaciones en Coín, Cártama, Velez-Málaga, Málaga, Loja, Baza, Almería y Guadix.
Los Reyes Católicos le hicieron merced de la alcaldía vitalicia de Guadix. También como hijo del marqués, fue don Pedro González de Mendoza, gran Cardenal de España y canciller de los Reyes Católicos, un firme puntal de la guerra granadina, de la que en algunos momentos ocupó el puesto de Capitán General. Colaboró generosamente aportando hombres de sus señoríos y dineros de sus caudales. Desde la primavera de 1490, acompañó a diario a los reyes en su acoso constante a Granada, y en enero de 1492, cuando la toma definitiva de la ciudad y el reino nazarita, el Cardenal fue uno de los primeros que puso su pie en la Alhambra, colocando en lo alto de sus torres la cruz y el pendón de Castilla y del arzobispado de Toledo. Todavía de un sobrino del marqués de Santillana llamado Garcilaso de la Vega, guardan memoria las crónicas, señalando como en la misma vega de Granada, y a la vista del real moro, así como en la presencia del rey Enrique IV, justó valientemente contra varios moros, venciéndolos siempre.
En la segunda generación, el segundo duque del Infantado, también llamado Iñigo López de Mendoza, colaboró en la campaña con todo el esplendor del que él gustaba y sus inmensas riquezas y enormes estados le permitían. Bajo su mando se atacó Illora, Moclín, Montefrío y Colmera, siguiendo luego Velez‑Málaga, Baza, Guadix y Almería, hasta culminar en la toma de Granada, en la que personalmente luchó. En las tropas del segundo duque del Infantado, formaba un joven combatiente, hijo del secretario ducal: se trataba de Martín Vázquez de Arce, comendador santiaguista, culto y valeroso; murió en una refriega con los moros en la acequia gorda de Granada, en 1486. Su estatua yacente, puesta en la capilla familiar de los Arce en la catedral de Sigüenza, simbolizó el alabastro a este Doncel caballeresco.
En la rama de los condes de Tendilla, luego también marqueses de Mondéjar, se distinguieron varias figuras. Así, el segundo conde, también llamado Iñigo López de Mendoza, comenzó su actuación granadina en las campañas entre 1470 y 1474, siempre en empresas de mucha consideración. Se distinguió especialmente, al mando de sus propias tropas, en las tomas de Albalite, Alarfe, Alfacae y Aguilar, liberando en esas acciones a muchos cautivos cristianos, y de él dice el cronista Pecha que allí ensangrentó su espada con la sangre sarrazena, haziendo en aquellos Bárbaros grandísimo estrago, y matanza, talándoles los campos, robándoles sus ganados, ganándoles sus trincheras, escaramuzando con ellos, y atacándoles como a fieras.
Acompañó a los Reyes luego en los cercos de Adhama y Loja. Fue muy sonada su actuación personal en este último cerco, en una escaramuza contra las gentes del moro Alcalen Alcatar, en que recibió algunas heridas importantes. En 1475 volvió a actuar este personaje en los sitios de la vega de Granada, en el cerco de Loja y finalmente capitaneó la toma de Tajara. Dice la Crónica de Pecha de este hecho que el Conde de Tendilla apoderóse del Castillo, passando a cuchillo a los Moros rebeldes, ganándoles las banderas y estandartes, tomándoles ricos despojos, que repartió entre los suyos, enriqueciéndolos. Su hijo primogénito, Luís Hurtado de Mendoza, tercer conde de Tendilla, heredó también el título de capitán general del Reino de Granada y alcaide de la Alhambra, transmitido a sus herederos durante varias generaciones. Estos breves datos son simplemente un apunte de la participación de los Mendozas, en sus títulos máximos, y en las gentes, nobles y villanos, de sus estados, tuvieron en la guerra de Granada.
Bibliografía:
PECHA.: Historia de Guadalaxara, Institución Cultural «Marqués de Santillana», Guadalajara, 1977; LAYNA SERRANO, F.: Historia de Guadalajara y sus Mendozas en los siglos XV y XVI, Madrid 1942, tomo II, CEPET ADAN, J., El gran Tendilla, medieval y renacentista, en «Cuadernos de Historia», 1 (1967), pp. 159‑1
NADER, H.: The Mendoza Family in the Spanish Renaissance, y; Brunsiwck, 1979.