El elemento alcarreño en la obra de Sorolla

El elemento alcarreño en la obra de Sorolla

jueves, 7 diciembre 2023 0 Por Herrera Casado

En este año que se acaba, conmemoramos el centenario de la muerte de Joaquín Sorolla, uno de los más grandes pintores que ha dado España en toda su historia. Y en este momento cabe recordar de qué forma el artista se fijó en la Alcarria, y en su trasfondo humano, retratando a algunos personajes de Peñalver, a unos mieleros concretamente.

Gracias a la amabilidad de Teodoro Pérez Berninches, alcalde que fue de Peñalver, y uno de los impulsores de la industria melera en la provincia, he conocido recientemente el dato de que Joaquín Sorolla anduvo por Guadalajara, y más concretamente en Lupiana, en su monasterio de San Bartolomé, a propósito de plasmar en lienzo con su arte peculiar y sublime algunas personas que habrían de formar parte de obras más grandes y señeras.

La historia comienza en 1909, cuando el magnate de los ferrocarriles norteamericanos, Archer Milton Huntington funda la Hispanic Society of America, e invita a que en ella ponga una exposición de sus obras Joaquín Sorolla, a quien ha conocido en Londres. Un éxito inusitado avala la llegada del valenciano a Nueva York, con una asistencia registrada de 660.000 visitantes. Entusiasmado, Huntington le encarga que pinte para la naciente Sociedad un conjunto de cuadros de gran tamaño que vengan a representar las regiones españolas, acumulando en sus espacios los personajes, monumentos, fiestas y esencias de la España de siempre. Entre 1911 y 1919 anduvo Joaquín Sorolla recorriendo España, saboreando pueblos y sufriendo caminos, para captar primero en bocetos y apuntes, tomados del natural e insitu, esas luces, esos tipos, esas vibrantes fragancias hispánicas, que luego conjuntaría en cuadros de 3,5 metros (altura) x 6 (anchura de media) metros, gigantescas muestras del radical españolismo que los entusiastas hispanistas norteamericanos aplaudieron a rabiar. Hoy se exponen en una sala especial de este museo localizado en la avenida Broadway de Manhattan, ocupando un total de 60 metros de longitud.

Empezó la tarea retratando Castilla, personificada en un conjunto que tituló “La Fiesta del Pan”, en el que aparecen gentes de la meseta con Toledo, Avila y Segovia de fondo. Para hacer este cuadro, Sorolla pensó ir tomando apuntes de gentes de Castilla, y así fue cómo quedó con don Joaquín Gómez y Gómez-Pizarro, marqués de Barzanallana, para en el monasterio de Lupiana, que era propiedad de este senador, en 1912 acercarse por allí un día y retratar a unos individuos de Peñalver, a los que el señor marqués había apalabrado para que acudieran a Lupiana a posar para el pintor valenciano.

Existe una carta, guardada en el Museo Sorolla de Madrid, cuya ficha dice lo siguiente (y de la que pongo imagen junto a estas líneas): “Carta de Barzanallana a Sorolla avisándole de que “los baturros y baturras de la Alcarria están en el Monasterio de Lupiana” y solo falta que vaya él a componerlos. Le pide que le avise y él irá por allí. La firma es de Joaquín Gómez y Gómez -Pizarro, marqués de Barzanallana. La carta está escrita en 1912, cuando Sorolla estuvo preparando y viajando para buscar tipos y componer el cuadro “Castilla. La fiesta del pan” para la Hispanic Society”.

En algún momento del otoño de 1912, Sorolla retrató a cuatro personas de Peñalver, con sus atuendos típicos de mieleros, como los que usaban cuando viajaban por la geografía española vendiendo su dulce producto. Los retratados eran Severino y Saturnio Pintado, padre e hijo, y una de ellas Tomasa de la Fuente. El boceto quedó en propiedad de Sorolla, y hoy se muestra en su Museo de la Calle Martínez Campos de Madrid, y está catalogado con el nº 379 del Catálogo de Pantorba o MS00989 como ficha general. Lo titula “Tipos de la Alcarria” y no llegaron a entrar en la composición definitiva de la Tierra de Castilla.

Además de todos los homenajes, recuerdos y exposiciones que en este año 2023 se han dedicado a Joaquín Sorolla, en el centenario de su fallecimiento, es de remarcar la atención que esta gran obra suya, la “Visión de España” ha suscitado, aunque en esta ocasión ha permanecido, como desde que la terminó y entregó a la Hispanic Society en 1919 en la gran Sala expresamente construida para albergarla. En 2009 vino a España y recorrió diversos museos, ante el aplauso de los españoles. Esta gran obra, para la que viajó y se movió sin descanso, agotó por completo a Sorolla, quien nada más terminarla, en 1919, sufrió un ictus que le dejó hemipléjico, sin capacidad alguna para pintar ni siquiera hablar, falleciendo poco después, en 1923, con solamente 54 años de edad.