Una visita a Peralejos de las Truchas
Llegando desde Molina, atravesando el caserío de Terzaga, cruzando intrincadas serranías y densos bosquedales de pinos, cañones rocosos del Cabrillas e insólitos panoramas, el viajero llegará a uno de los pueblos más interesantes y renombrados de la serranía molinesa.
Tres venas acuosas marcan con profundos barrancos su territorio: el Hoceseca, el Cabrillas y el Tajo en su caminar más alto. Los tres atraviesan hondas depresiones calizas, cubiertas sus laderas de bosques, de tal modo que el amante de la naturaleza puede disfrutar una temporada larga de este enclave, realizando excursiones a los sitios más diversos: el puente del Martinete sobre el Tajo; la ermita de Nª Srª de Ribagorda al pie de las ingentes terreras de La Muela; las ruinas del torreón o Castillo de Saceda, que otean el barranco del Rincón por donde caen en cascadas las aguas que bajan del Prado de la Lobera; el despoblado ruinoso del Zarzoso; el Barranco de los Encarcelados; la herrería de Hoceseca, y mil lugares más de increíble belleza.
En término de Peralejos, y a partir del citado «puente del Martinete», tiene su inicio, río abajo, el «parque Natural del Alto Tajo», enorme extensión de territorio molinés y serrano, que se forma a lo largo de 64 Km. de río, hasta Valtablado, incluyendo una reserva interesantísima de tipo ecológico y paisajístico.
Historia
La historia de Peralejos es simple, pues su nombre castellano indica claramente haber sido puesto en su lugar actual durante los años de la repoblación, en el siglo XIII. Una tradición, no confirmada totalmente dice que en su término hubo un convento de monjes cistercienses, pronto abandonado para fundar el monasterio de Piedra, de esa misma orden. El hecho cierto es que Peralejos fue siempre del Común y Señorío molinés.
En su inicio, cuando la repoblación del territorio, algunas familias del asentamiento procedían de Vizcaya, como los Arauz que se establecieron en su término municipal para dedicarse a la forja de hierro y minería, de larga tradición en el País Vasco, centrándose más tarde en actividades ganaderas, sobre todo el pastoreo de vacas y ovejas. La ermita de la patrona, Nuestra Señora de Ribagorda, es testigo mudo de ello. Allí están enterrados vástagos de la familia Arauz. También la casa grande de los Arauz en la plaza mayor es una hermosa representante de la arquitectura popular y que data de principios del siglo XVIII. Entre los naturales de Peralejos de las Truchas, menciono a don José Sanz y Día (1907-1988), historiador molinés del que muchas cosas aprendí. Destacado carlista, la Diputación Provincial le editó su “Verdadera historia del Señorío de Molina de Aragón).
Patrimonio
Muestra el pueblo, contemplado desde el Cerro Molina, un bello conjunto homogéneo de clásica arquitectura popular serrana, compuesto de más de doscientas casas, atravesado al centro por un arroyo escaso al que cruzan dos puentes, y que hoy ha sido en parte canalizado y cubierto. Destaca de sus edificios la iglesia parroquial dedicada a San Mateo. Obra sencilla del siglo XVII, con torre de campanas sobre el muro occidental, y al sur, bajo atrio, la portada construida en 1652.
El interior es muy amplio, de tres naves separadas entre sí por arcos de medio punto. Es de planta cruciforme, con la parte central cubierta por cúpula hemisférica en cuyas pechinas se dibujan con vivos colores los cuatro evangelistas. Por el templo se distribuyen varios altares barrocos, de trazos y hechuras populares, con varias tallas de la época, de los siglos XVII y XVIII, entre las que destacan una pareja de San Pedro y San Pablo; un San Sebastián de madera; el Santísimo Cristo; la Virgen del Carmen y la Virgen de Ribagorda.
Lo más relevante ahora del patrimonio artístico de Peralejos es la docena de cuadros representando un Apostolado, que siempre se supo que eran buenos, a pesar de haber estado en lamentable situación durante siglos. Se restauraron en 2012, en Toledo, y tras cumplir con una exposición itinerante por toda la Región, se colocaron de nuevo en los muros del templo, quedando a la vista del visitante, coloridos y espléndidos. Representan un apostolado cuyo modelo está tomado del original de José Ribera el Españoleto. En é aparecen, además de Cristo como “Salvator Mundi”, San Pedro, y los dos Santiagos (Mayor y Menor) que en los cuadros respectivos son nombrados como San Jaime… Además figuran San Juan (el Evangelista), Santo Tomás, San Felipe, San Bartolomé, San Mateo, San Simón, San Judas Tadeo y San Matías. Falta el de San Andrés.
El autor, es muy posiblemente Miguel March (ca. 1633-1670) un discípulo (también levantino, como él) de José de Ribera. Un gra pintor, sin duda, conocedor a fondo de la obra del Españoleto, de quien muy posiblemente sería discípulo, en Nápoles. La colección entraría a formar parte del patrimonio de Peralejos en el siglo XVII, cuando se construyó el templo como hoy le conocemos.
Por el caserío pueden admirarse, además de la gran fuente de la plaza, y diversos edificios de acusado y valioso tinte popular, algunas casonas molinesas, en su mayor parte ya adulteradas por sucesivas reformas. Así son destacables las casonas de los Sanz, del siglo XVI, aunque en gran parte reedificada en 1670 por el canónigo, consejero real e inquisidor D. Mateo Sanz Caja, quien le añadió una capilla de sencilla arquitectura y fuertes muros; la de los Jiménez, del siglo XVII, en la calle de la Cañada; la «casa grande» de los Arauz, edificada en 1816, y la de los Díaz, algo más antigua. Es también de interés el edificio, de características molinesas plenas, de la herrería de la Hoceseca, obra del siglo XVIII, con magnífica colección de rejas. Y la ermita de Nª. Sra. de Ribagorda, en plena sierra, de origen medieval, pero reconstruida totalmente, en el siglo XVIII, por los Arauz, de los que se ven algunas lápidas en el suelo.
Son muchas y muy curiosas las leyendas populares que se refieren a Peralejos. Con gran sabor medieval figuran las del hallazgo de la patrona, Nª. Sra. de Ribagorda, o la terrible historia de los hermanos moros Abendarraez y Zahara, que vivieron en el castillo de Saceda. Otras varias contarán los aldeanos, al amor de la lumbre en los largos días del invierno, si se les pregunta por ellas. La que se está construyendo a día de hoy, y que está consiguiendo poner en el mapa de la actualidad a Peralejos, es el Festival de Música que anualmente se hace en homenaje al cantante norteamericano Bruce Springsteen, a quien en 2014 se le nombró “Hijo Adoptivo” del pueblo, y del que aún se espera su venida (casi mesiánica) a Peralejos, para aplaudirle y considerarle.