Escudos y blasones de la provincia de Guadalajara

Escudos y blasones de la provincia de Guadalajara

viernes, 14 abril 2023 2 Por Herrera Casado

En estos días sale a la luz un libro en el que he querido reunir aportaciones y descubrimientos anteriores. Lo he montado sobre numerosos ejemplos de escudos tallados, pintados, y armados sobre edificios y portadas. Lo he clasificado en torno a varios temas que basan su ser y su historia en lo que dicen los escudos de ellos. Puede resultar interesante, para algunos.

En estos días la editorial Aache de Guadalajara me publica un nuevo libro, uno de los últimos que voy a firmar, o sea, que tranquilos. Que ya queda poco. Pero con el que retomo un viejo tema que siempre me gustó, que llegó a entusiasmarme, y que al final se ha demostrado como imprescindible en el conjunto de los estudios históricos: se trata de la heráldica, hoy reconocida como “Ciencia Auxiliar de la Historia” y, por tanto, sustancial para analizar y dar complemento a muchos episodios y sucesos antiguos, que con los escudos que los escoltan adquieren una contundencia marcada, al menos en fechas, y en protagonistas.

En este caso, y siguiendo el índice de la obra, me he dedicado a espigar ejemplos llamativos de escudos de estas temáticas: 

  1. Escudos de Sigüenza
  2. Escudos de Hita
  3. Escudos de Molina
  4. Escudos mendocinos
  5. Escudos municipales
  6. Escudos escondidos

En la primera serie lo he tenido muy fácil, porque la ciudad de Sigüenza, que es hoy un firme candidato al título de “Ciudad Patrimonio de la Humanidad” tiene centenares de nuestras de escudos antiguos. Lo tiene de sí misma, como ciudad medieval con ese castillo (en lo alto) y ese águila coronada (que desde Agen trae entre las garras un hueso) que forman su emblema y que se ve por doquier, reafirmando su veteranía. Pero los tiene también de personajes, linajes e instituciones que dieron aliento al burgo en muchos siglos anteriores: los escudos del Cabildo catedralicio, con su jarrón de azucenas enhiesto; los del potente clérigo Pedro González de Mendoza, señor de muchos mundos, y del linaje de los Vázquez de Arce, tallados en la fachada de su casona o en el frontal del sepulcro de su más ilustre personaje, don Martín, el héroe de la Vega de Granada.

En la segunda me he dedicado a buscar por los suelos escudos de Hita. Esta villa alcarreña, que antaño fue un extraordinario vivero de linajes, señoríos, mercaderes y conversos adinerados, dejó que poco a poco se fueran plasmando los emblemas de apellidos, mezclados con largas parrafadas alusivas a personajes y linajes, en las lápidas mortuorias que se tallaban cuando alguno de sus miembros moría y era enterrado en alguno de los templos de la villa. Al final, y tras la destrucción de Hita en la Guerra Civil 36-39, se reunieron todas las laudas en el suelo de la iglesia de San Juan, y allí se pueden ver hoy, como en museo sorprendente.

En la tercera ofrezco la evolución del escudo de Molina de Aragón y de sus señores, los Lara. El tema da para mucho, y aquí trato de resumir y clarificar, aunque se van poniendo en forma de dibujos, esquemas y fotografías, los ejemplos más evidentes de la evolución de esas armas parlantes que a Molina retrataron siempre con dos ruedas de molino, más los símbolos de sus guerras y paces (el brazo armado con el anillo entre los dedos) y las armas borbónicas rematando su periplo histórico. Además caben reseñas a otros escudos de la ciudad del Gallo, y de pueblos del Señorío. Entre ellos, por ser curiosos, el del Virrey de Manila por un lado, y el de los Arias por otro, ahora que la casa palacio de este linaje se ha derruido.

En la cuarta es el inacabable recurso de los emblemas mendocinos los que aparecen: esos cuarteles en franje que muestran la banda de sangre sobre el campo de hierbas mezclado con la leyenda del Ave María Gratia Plena que retratan a cientos de personajes que llevaron ese apellido y verificaron todo tipo de hazañas y memorias. Como el escudo de los Mendoza es tan prolífico, en este libro me dedico a espigar algunos ejemplos raros, tomados algunos de manuscritos inéditos, de ejecutorias de hidalguías, de enterramientos remotos o capiteles en la sombra.

En la quinta acudo, con la curiosidad del que sabe que entra en un mundo ajeno y sorprendente, a la heráldica municipal. Todavía estamos en el camino de dotar a todos los pueblos de Guadalajara de su correspondiente emblema heráldico, pero ya se ha conseguido dotar de ellos a un buen porcentaje de municipios de nuestra tierra. Unos son históricos, ancestrales, muy conocidos (Horche, Uceda, Almonacid, Cifuentes…) y otros recién creados, tomando de la actualidad o de sus tradiciones los motivos que coloreados sirven para proclamar una identidad común. 

Y al fin, y en un baúl revuelto pero vivo de sorpresas, propongo escudos que sean curiosos, trascendentales, ejemplos de personas e instituciones. Así desfilan por estas páginas diversos ejemplos de escudos de la Inquisición, tomados de plazas y palacios; o los mejores ejemplos de lugares linajudos como las villas de Durón, Pastrana o Tendilla, que en fachadas muestran tallados y pintados los emblemas de esos apellidos que un día fueron su basamenta. Creo que sin estar todos los que son, puedo decir que son todos los que están, porque desde el Emperador Carlos (representado en muchas maneras) al obispo Yusta de Valfermoso, hay ejemplos curiosos.

En definitiva, este libro lo que pretende es entregar a sus lectores un muestrario de cientos de escudos que, repartidos por la provincia, hablan de sus gentes antiguas, de sus pueblos, de instituciones temidas o respetadas, y de sus hazañas destacadas. Y en todo caso trata de invitar a quien lo lea a que se fije más cuando viaje, a que busque ese bloque de símbolos, lo reproduzca, lo estudie y admire, y, en definitiva, lo defienda siempre, porque todo escudo, cualquier escudo, es una evidencia del pasado, un documento que transmite un mensaje.