Hoy se cumplen los ocho siglos del Fuero de Talamanca

Hoy se cumplen los ocho siglos del Fuero de Talamanca

viernes, 27 enero 2023 2 Por Herrera Casado

Hoy se cumple, exactamente, el octavo centenario del Fuero de Talamanca. Una ocasión tan concreta y un tan abultado cómputo de siglos, bien merece ser celebrada al menos con un recuerdo del hecho, y una breve explicación de su significado. Ocho siglos desde que don Rodrigo Ximénez de Rada, arzobispo de Toledo, concediera a Talamanca y su tierra un Fuero repoblador y animoso.

En la progresiva reconquista de la Transierra, el reino de Castilla y León va avanzando a lo largo del siglo XI desde la orilla del Duero a la del Tajo. Son años de peleas, de algaradas, de avances y retrocesos. El paso fundamental, concretado en la toma definitiva de Toledo, a la que los cristianos consideraron siempre la primitiva capital del país, por haber sido la sede de los reyes godos, se dio en 1085, cuando Alfonso VI y su ejército tomó la ciudad protegida del Tajo, y todo el resto de su taifa o territorio, en el que se incluían importantes poblaciones musulmanas, como Alcalá de Henares, Guadalajara, Atienza, Uceda, etc.

Así quedaron en poder de los cristianos los valles del Jarama, del Henares, del Tajuña, y del Tajo. Poco antes, en 1079, parece que Alfonso VI alcanzó a tomar temporalmente Talamanca, que era también población fortificada de los árabes, y había sido antes lugar importante de la Hispania visigoda. Su puente sobre el Jarama le daba señalado relieve estratégico. Y años adelante, tras haber sido tierra de realengo, la reina Berenguela donaba, en 1214, la plaza de Talamanca y todo su alfoz al Obispo de Toledo, a la sazón don Rodrigo Ximénez de Rada. Que fue no solo obispo, sino militar y político de raza, teniendo a su cargo la dirección del reino durante los primeros años de edad de Fernando III, de quien se constituyó pronto en Canciller, y Adelantado.

Rodrigo Ximénez de Rada, consiguió de la monarquía como señorío del Arzobispado [Primado] de Toledo, numerosos alfoces y Comunidades de Villa y Tierra, especialmente interesantes por su costado norte los de Alcalá de Henares, Talamanca, Uceda y Brihuega. A todos esos lugares, el obispo Ximénez ayudó a construir iglesias que guardan gran semejanza entre sí.

Apoyándose en un primitivo, y muy escueto fuero, Rodrigo Ximénez de Rada quiso afianzar su señorío en Talamanca con la concesión de un Fuero, amplio, propio de las tierras de repoblación, que pretendía impulsar la población, los derechos, la economía y la cultura en la Transierra. Y así, en presencia personal, el 23 de enero de 1223, don Rodrigo entregó a los “hombres buenos” de Talamanca su fuero, que constituía un territorio en torno al Jarama formado por las siguientes aldeas: Valdepiélagos, Valdetorres,Valdeolmos, El Espartal, el Vellón, El Molar, El Casar, Alalpardo, Ribatejada, Campoalbillo y Silillos. Todas bajo la protección y dirección de la Villa, Talamanca, que era el lugar fortificado, con historia, con su gran puente.

Esta comunidad de villa y tierra no fue especialmente fuerte. No disponía apenas de bosques que la dieran consistencia y reservas económicas. Tan solo tierras de labranza, y huertas, para que los propios vecinos las explotaran. Eso supuso una escasa consistencia al Común. Que además se vio todavía mermada por la llegada y fuerte presencia en siglos posteriores, de la Orden de los Cartujos, con su sede en El Paular, y que pusieron aquí en la cabecera del común una granja enorme, depósitos y almacenes, delegados e intereses, de tal modo que la economía y la vida social se vio muy condicionada por el “ambiente cartujo”.

Aunque estos días he buscado con insistencia el texto del Fuero de Talamanca, y por parte de alguien se me prometió enseñármelo para leerlo, me ha sido imposible todavía hacerme con él. Pero como la fecha impone cierta perentoriedad a la noticia, por eso me he adelantado a darla. Y recordar aquí cómo este fuero de Talamanca nacía en ese ímpetu repoblador de Alfonso VI, y sobre todo de su descendiente Fernando III quien a través de los obispos señores de alfoces estaban dando fueros repobladores a sus territorios.

En el Arzobispado de Toledo, don Rodrigo Ximénez de Rada dio fueros a Uceda en 1222, a Talamanca en 1223, a Alcalá [de Henares] en 1235 y a Brihuega en 1238. En esos fueros se daba consistencia social y jurídica al sistema de autogobierno de las villas y las aldeas de sus alfoces, administrando justicia y cobrando impuestos. La Tierra de Talamanca se estructuraba en cuatro partes, denominadas cuartos, que con el tiempo derivaron en cinco y que, con pequeñas variaciones, se mantuvieron hasta el siglo xvi; el primero, lo conformaban las localidades de Valdetorres y Valdepiélagos; el segundo, las de El Molar y El Vellón; el tercero, las de Fuente el Saz y Algete; el cuarto, las de Zarzuela del Monte, Valdeolmos y Alalpardo y el quinto, la de El Casar (que es el pueblo único de este grupo que hoy pertenece a la provincia de Guadalajara, ya que todos los anteriormente mencionados han quedado en la tierra/comunidad de Madrid).

Al frente de cada cuarto se puso un «Procurador de Tierra», elegido por sus “hombres buenos” y entre ellos, administrando el patrimonio del común, recaudando los impuestos y administrando justicia La villa (de Talamanca) contaba con una autoridad superior, que era el Procurador Síndico.

Esta es la noticia escueta de un aniversario, que si la incluyo en mi colaboración habitual de “Nueva Alcarria” es porque importa a la provincia, en el sentido de que El Casar (que fue “de Talamanca”) pertenecía entonces a ese Común de Villa y Tierra que se vio favorecido por el Rey Fernando y su Arzobispo Primado don Rodrigo con esta gracia y este empuje, el Fuero de convivencia.

Ahora debo recordar, a la que paso, que el año 2022 se cumplieron también ocho siglos del mismo fasto en relación con Uceda. El mismo arzobispo histórico toledano, Ximénez de Rada, concedió Fuero a la villa de Uceda, entonces con fuerte castillo, provista de iglesias de estilo de transición, poderosa y adinerada, importante estratégicamente sobre el transitado valle del Jarama. Por aquí nadie conmemoró nada. Hay que reconocer que el cuidado a lo cultural se hace notar más, y con sentido, en la Comunidad de Madrid mientras que la nuestra, esta Castilla La Mancha que parece ir a otras cosas, no destacó nada porque, posiblemente, nadie en las alturas de la gestión cultural se percató del hecho.