El museo de arte sacro de Mondéjar
En el verano de 2021 pudo inaugurarse el Museo Parroquial de Arte Sacro de Mondéjar, que en estos días he podido visitar, y admirar en su conjunto y detalles, sacando en conclusión la estupenda obra de recuperación, y de salvaguarda de un patrimonio rico y llamativo, que se ha hecho, y que merece ser conocido por todos.
Cualquiera que llegue a Mondéjar, y pretenda admirar un pueblo de antigua tradición y elementos patrimoniales llamativos, surgidos de los avatares históricos de este lugar estratégico, lo va a tener muy fácil, porque todos ellos están en evidente oferta cuidadosa, restaurados, ilustrados con cartelas informativas, incluso con una red inalámbrica a base de códigos QR que a través del teléfono de cada visitante puede guiarnos con detalle en la visita.
No debe dejar de admirarse en Mondéjar la plaza mayor, de cuajado encanto castellano, y sus calles donde surgen edificios clásicos, algunos palacios con fachadas pétreas, muchos escudos heráldicos y, sobre todo, un limpio entorno cuidado. Deberán ser admiradas las ruinas de su antiguo convento franciscano de San Antonio, joya de la arquitectura del primer Renacimiento hispano, y la ermita de San Sebastián, con sus “judíos” que en grupos coloristas interpretan la Pasión de Cristo en el subsuelo de su templo.
Pero sin duda el elemento más espléndido es la iglesia parroquial, dedicada a Santa María Magdalena, y que supone un hito de la arquitectura renacentista en Castilla, promovida por el señor de la villa, y virrey de Granada, don Luis Hurtado de Mendoza y Pacheco, segundo marqués de Mondéjar y tercer conde de Tendilla. Para proyectarla y dirigir su construcción trajo a dos de los mejores arquitectos andaluces de la época, a Cristóbal de Adonza y su hijo Nicolás, así como para construir, pintar y decorar el retablo mayor, al pintor Juan Correa de Vivar y los escultores Nicolás de Vergara y Juan Bautista Vázquez, todos ellos glorias del arte andaluz y español de todos los tiempos.
El emplazamiento
Pero de lo que quiero hablar ahora es del Museo de Arte Sacro que se ha colocado en lo que fue coro alto, a los pies del templo, un enorme espacio que hoy alberga docenas de piezas, sobre sus muros colgadas, o en vitrinas contenidas. Desde hace muchos años, todo se conservaba acumulado en armarios y cajones, con cierta dificultad para verlo, porque no había lugar adecuado a su muestra. Hace ya muchos años tuve ocasión de poder admirar este conjunto de piezas renacentistas, y fotografiarlas, gracias a la ayuda y generosidad de algunos de sus párrocos. Pero ahora se imponía esta muestra pública, lo que se ha conseguido con el apoyo del Ayuntamiento y la colaboración de numerosas personas.
Se accede al espacio museístico a través de una portada de elegante solución renacentista, con elementos tallados que revelan el arte de los Adonza. Cuatro grandes vitrinas centrales dan visibilidad a las piezas más llamativas de su tesoro de orfebrería, y de las vestimentas sacras, mientras que por las paredes cuelgan cuadros, cruces, crucifijos y piezas arquitectónicas procedentes del convento de San Antonio y de la propia parroquia. Desde la baranda o antepecho del coro, se puede contemplar el gran retablo, que hoy luce gracias al apoyo del pueblo entero, que con sus donativos hizo posible su reconstrucción, fidedigna, a partir de las fotografías existentes antes de la Guerra, época en la que fue quemado y destruido. El taller de carpintería artística de Martínez en Horche, y los pinceles de Rafael Pedrós son los responsables de esta nueva versión, que iluminada resulta como un sueño aparecido.
Piezas destacadas
De la orfebrería, destaca con mucho la cruz procesional, en plata sobredorada, que fue ejecutada en sus más mínimos detalles por Juan Francisco Faraz, el más destacado miembro del taller familiar de orfebres que se desarrolló en la Alcalá de Henares de mediado el sigo XVI.
No hace mucho volvía a describirla en mi estudio sobre la Orfebrería de Guadalajara, tomando las notas que en su día saqué, cuando esta cruz apenas había sido entrevista por Layna, y pocos más, en la visita rápida que hizo a Mondéjar hace 90 años. Y es que la filigrana que Faraz consigue con la plata en este monumental documento, es algo que por sí solo merece la visita de este museo.
Restaurada y afianzados sus elementos, muestra gran riqueza de ornamentación plateresca, abundantes grutescos, plenos de fuerza e imaginación, sobre la superficie de los brazos. En el anverso puede admirarse un magnífico Cristo crucificado. En los medallones: arriba, San Francisco; derecha, la Magdalena; izquierda, un santo; abajo, San Jerónimo. En el reverso, al centro, sobre placa cuadrada, el Descendimiento de la Cruz. En los medallones se distinguen algunos santos, Santiago entre ellos. Ocupando las superficies de los brazos, se desarrollan majuestuosos grutescos con animales fantásticos. En la macolla, y distribuidos a lo largo de sus dos pisos, aparecen los doce apóstoles. Mide 1,08 metros de altura y 52 cm. de envergadura.
Aunque no se ve punzón ni marca, es obra muy probable del platero toledano Juan Francisco Faraz, por semejanza con otras obras documentadas de este autor.
También llama la atención del visitante la gran custodia procesional que en otra vitrina se muestra. Del siglo XVII, es debida al arte de Damián Zurreño.
Este platero madrileño la construyó en 1667, cobrando por ella 28.405 reales. Su parte central, cuajada de piedras preciosas, representa un sol, escoltado por dos angelillos de cuerpo entero, portando un incensario cada uno. La base se compone de dos bichas enfrentadas, y el pie lo constituyen cuatro angelillos. Por fin, como expresión de las ricas piezas donadas por los marqueses de Mondéjar a su iglesia patrocinada mediado el siglo XVI, se ven en sendas vitrinas una serie de prendas litúrgicas, entre las que destacan el terno del Ave María, de seda y brocado, blanco, con escudos de la familia Mendoza y el terno rico o de los apóstoles, que consta de casulla, capa y dos dalmáticas, de brocado y seda rojos con multitud de grandes medallones bordados representando apóstoles, mártires, padres de la Iglesia, y uno especialmente hermoso, en la capa, con la imagen de Santa María Magdalena. Fueron ejecutadas también en Alcalá de Henares, por el taller de un bordador también llamado Covarrubias.
Del Archivo parroquial se exponen también, a más de numerosos libros antiguos, varios pergaminos de época de Reyes Católicos, y encuadernaciones suntuosas, como una que muestra en placa de plata al centro de la cubierta de terciopelo rojo, a la Magdalena penitente.
Resumiendo, y voy deprisa, este Museo parroquial de Arte Sacro, de Mondéjar, que puede visitarse acudiendo directamente a la iglesia, donde ahora radica la Oficina de Turismo, merece una visita detenida. Y un fuerte aplauso por haber llegado a consumarse de forma tan acertada y brillante.
Un gran artículo que levanta el interés por visitar Mondejar, centrándose más especialmente el el nuevo museo.
Felicitaciones!