Al rescate de la Tierra Vieja

Al rescate de la Tierra Vieja

domingo, 2 octubre 2022 1 Por Herrera Casado

Este verano ha sido libro de cabecera para muchos, me consta. Una historia densa y prolija, bien narrada y con análisis meticuloso de una vida antigua, de una vida rural que ha llegado –desde la remota Edad Media– casi hasta nuestros días. El libro último de Antonio Pérez Henares, emocionante y exacto, y del que nos hablará personalmente el próximo martes 4 de octubre en la Biblioteca.

Tres características debe tener un libro para que sea considerado entre los buenos: 1º Una historia consistente, creíble y ordenadamente narrada. 2º Un lenguaje comprensible, rico en términos y estos bien dispuestos. 3º Unos personajes a los que se vea, con la imaginación, ante nosotros. Antonio Pérez Henares, mi paisano y tocayo, ha escrito un nuevo libro, ya claramente en la senda de la novela histórica, que viene a retratar lugares y gentes de nuestra provincia. Ese es el motivo por el que hablo aquí de él. También porque el autor es amigo, al que dispenso mi admiración y aplauso: por los temas que elige, por la limpieza con que los expone, por el medido y perfecto lenguaje con que nos los muestra.

La “tierra vieja” de este último libro de Chani, es la nuestra. Esa tierra en que nacimos y a la que nos debemos. En la que tenemos la obligación de dejarla mejor –más limpia, cuidada y cultivada– que como la recibimos. 

Aunque es una novela con protagonistas, con trama, con hechos ciertos narrados al detalle, con biografías inventadas, a mí me parece un canto a la naturaleza en la que esa historia se desarrolla. Un brillante sucederse de paisajes, de pueblos que nacen y prosperan, de ritos agrícolas y ganaderos, de intereses militares, políticos y estratégicos.

En este libro aparece la genuina tierra de Guadalajara, y lo hace en varios puntos concretos: gentes de Sigüenza, de Atienza, y de Jadraque… caballeros de Zorita, sabios de Albalate, villanos de Castejón, se relacionan con el núcleo principal de los protagonistas, que viven en Bujalaro. Es este un libro, como me escribe de su propia mano el autor al dedicármelo “de tierra, frontera y dignidad”. Con un personaje central, que sube y baja los caminos de la Castilla Nueva, don Pedro [Pérez] de Atienza, que ya antes había protagonizado la historia del Rey Pequeño, y ahora es un jerarca social y efectivo en la Transierra. Y con unos puntales señeros, a pesar de su humildad y bonhomía creciente, que con Valentín y Julián, de Bujalaro, que junto a sus respectivas mujeres Filomena y Matilde dan el barrunto de ser los ancestros fieles y obedientes de quien sus memorias escribe.

En el contexto de la Castilla de Alfonso VII el Emperador, y viviendo uno tras otros los avatares que el reino sufre y crea, peleando con los vecinos, adentrándose en el futuro con leyes, con fueros y pequeños inventos, muchos personajes dan su talla con sus actos, la mayoría nobles y pequeños, pero efectivos. Porque las grandes catedrales se levantan piedra a piedra, y los enormes cuadros se pintan pincelada a pincelada. Son muchos los que aparecen rodeando a los dos buenos alcarreños que venidos de lejos aquí asientan: son los reyes enfrentados, Alfonso de Castilla y Ben [el Lobo] Mardanís de Murcia; son el Maula(un mudéjar) y el Manquillo (un noble de baja estopa) que representan a sus clases; son Plácido, el de los Ballesteros, de Albabate (un sabio), Dionisio, de Zorita, un mozárabe conseguidor, y Eusebio, el de Mondéjar, más “los Siete Lanzas” que dan la pinta exacta de los caballeros villanos que construyen un país tras la directiva de un maestre calatravo como don Martín Pérez de Siones y sus indómitos caballeros. A lo lejos se escuchan los pasos de los grandes, de los que sin salir en la foto quieren dominar el país (Laras y Castros) y todo ello en los bordes, en las fronteras de un reino que quiere paz y no la encuentra: los cursos del Henares, del Tajo, del Guadiana, que van marcando con sus puentes las etapas, mientras en lo alto de sus orillas los grandes castillos de Kalat-al-Rabat, de Salvatierra y de Zorita son sede de epopeyas, traiciones y arrebatos.

Aunque uno es consciente (quien esto escribe) que el mundo en que nació ha desaparecido, y ahora vive –como de prestado y por la gentileza y generosidad de quienes mandan– en otro muy diferente, no deja de tener interés por dejar constancia de que cada tiempo vital tiene su latido, y aquí en Castilla, a pesar de fracasos y defecciones, el mundo avanza. Pero que cada tiempo, cada siglo, ha tenido su valor. Y el de las gentes que lo poblaron en el siglo XII, tal como nos lo cuenta Pérez Henares en su novela, que es crónica y cántico a la vez, tuvo tanto valor como el nuestro. Es un homenaje debido, y quien hoy lo lea –si lo hace con atención e inteligencia– se dará cuenta de que con la misma sangre se erigieron las mismas esperanzas.

El libro “Tierra Vieja”, una pieza de biblioteca

Hay que agradecer a la editorial Penguin Random House que haya hecho un libro, si voluminoso, con letra tan clara, tan grande, y tan hermosa. Así consiguen que (al menos para quienes los años van ganando la batalla de la vista) se lea con tranquilidad y las noticias e ideas entren con mejor pie por las avenidas de la cabeza. Pero también hay que agradecer, sobre todo, al autor de la novela, que se haya entretenido en la creación (a veces recreación) de tantos personajes que de vivos se salen, flotan por la habitación donde leo, y dejan un rumor (y un olor, a veces, seco y vegetal) que sobrevivirá otros cuantos siglos. Es este un libro sólido y como hecho de piedra, no de papeles. Hecho de memorias que corren sobre los viejos mapas.

Del autor, Antonio Pérez Henares, poco más cabe decir. El próximo martes 4 de octubre, va a estar en Guadalajara, en la sede de la Biblioteca Pública Provincial, que es el palacio de Dávalos, inaugurando con su charla que titulará “Tierra Viva”, un ciclo de conferencias que durante varios meses, y bajo el título de “Escritores con la Historia” nos dejará conocer autores y temas que hoy fraguan la actualidad literaria de esta parcela creadora, la novela histórica española.

Periodista de profesión, escritor de raza, referente de una generación que ha vivido profundos cambios en la cotidianeidad política y en el manejo de las tecnologías, y que ha pasado de la Edad Media (en la que vivían algunos pueblos de Guadalajara mediado el pasado siglo) al futuro inquietante de las redes progresivas, Antonio Pérez Henares es un referente del que muchos estamos orgullosos, porque le hemos visto salir del cascarón (allá, por Bujalaro) y piar, y aún gallear luego por diversas granjas, hasta llegar a ser hoy uno de los más firmes pilares de la literatura hispana. Y de eso, que nadie duda, no puede uno apearse aunque quiera. Con este libro ha esculpido parte de su estatua. Aún le quedan muchos más, y esperemos que a todos el tiempo suficiente para disfrutar de ellos.