Libros por La Concordia
Se celebra en estos días la Feria del Libro, en primavera, y en el parque de la Concordia, después de intentos fallidos durante el pasado año. Una ocasión afortunada, que nos va a permitir ver sus portadas, preguntar por ellos, tomarlos incluso con las manos. Que nos va dejar charlar con sus autores, y saber de contenidos y porvenires…
Aunque en esta ocasión no saque, como suelo, algún tema patrimonial o histórico a la palestra, el hecho de que en este fin de semana se esté celebrando una “Feria del Libro” en nuestra ciudad, tras dos años de intentos fallidos, y como los ciudadanos llevaban tiempo pidiéndolo, entre los árboles de la Concordia, me impulsa a hablar de algunos libros, que por unas razones u otras me supone vivir en ellos: o porque los he escrito, porque los he editado, o porque he colaborado de algún modo con sus autores a darles latido.
Cabeza de Vaca
Uno de los libros que en estos días va a tener protagonismo, junto con su autor, nuestro paisano Antonio Pérez Henares, que vive la literatura, el periodismo y la actualidad entre las líneas impresas, es el “Cabeza de Vaca” al que me subí en el mismo momento que salió (tengo testigos de que fui el primer alcarreño que lo compró y se lo leyó), un libro del que no me corto en decir que es una música que se nos queda viva en las venas. Una historia novelada (“Cabeza de Vaca”) y ambientada en la América de los albores. Es este el penúltimo libro firmado por nuestro paisano Antonio Pérez Henares y tiene muchas virtudes. Una de ellas, haber iniciado el camino del tratamiento novelado de un tema histórico que siempre resulta apasionante, y admirable: el de los pioneros hispanos sobre los caminos de América. De otra, la gracia y la amenidad con que aborda diversas historias que confluyen en la de un solo individuo, en Alvar Núñez Cabeza de Vaca, el sevillano que tras hacer de soldado en Italia, y antes de su definitivo paseo por las cataratas de Iguazú, acomete el señalado reto de atravesar la América septentrional de parte a parte, bajo la dirección primero de Pánfilo de Narváez, quien por su mala cabeza acaba descabezado, mientras su teniente describe un periplo que, a pesar de su inutilidad práctica, nos da hoy la dimensión cabal de lo que entonces eran los españoles con la inquietud de saber más, de descubrir tierras, de pasar páginas en el descubrimiento de tan fabuloso continente.
En la obra de Pérez Henares, que no pierde un minuto de intensidad y emoción desde que empieza, aparecen además varios personajes alcarreños, reales unos (el virrey don Antonio de Mendoza, el adelantado don Nuño Beltrán de Guzmán) inventados otros (el despensero Trifón el Viejo, el piloto Antón de Alaminos), que vienen a pintar un retablo de saberes y pasiones tan real como la vida misma. Con un Cabeza de Vaca enorme, fuerte, pleno de fe en su aventura, y que no puedo evitar que se me aparezca como un trasunto del propio autor, de mi amigo y tocayo Antonio Pérez Henares.
Los masones en Guadalajara
Del periodista e historiador Julio Martínez García es el siguiente libro que me ha gustado, porque aporta datos y perfiles de una Guadalajara casi desconocida hasta ahora. Hoy viernes por la tarde se va a presentar en la carpa central de la Feria, siendo el propio Julio (que ha colaborado en temporadas anteriores en estas páginas de “Nueva Alcarria”) quien nos diga de su periplo investigador.
Puedo revelar aquí que es esta una obra de perspectiva didáctica muy acentuada, repasando los orígenes y creación de la Masonería en el siglo XVIII, su llegada a España con los ejércitos napoleónicos, su aceptación y práctica en ambientes liberales, militares, de clases pudientes, profesores, profesionales, y de los infinitos triángulos y logias que se fueron creando por España, Castilla-La Mancha, y Guadalajara más en concreto.
Nada falta en este recuento de personajes, nombres e instituciones, pueblos y detalles personales, que pintan el dinamismo (nunca fue excesivo) de esta sociabilidad. Hay institutos, academias, y palacios donde la masonería alcarreña se expresa. Hay también nombres conocidos, aunque el calado de esos datos en la sociedad de su tiempo no llega a quedar demasiado firme.
Acaba este libro con un repaso a una institución curiosa, perdida ya en el recuerdo, pero que tuvo su impronta clara en el devenir de la Guadalajara del siglo XX, en sus comienzos: la “Escuela Laica” o Fundación “Felipe Nieto Montes”, hoy reflejada en la ruina anodina de donde se alzaron sus aulas.
No puedo dejar de anotar el hecho de que, precisamente con Julio Martínez García como impulsor de la misma, en estos meses ha surgido la editorial “Océano Atlántico” que a caballo entre la Guadalajara española y el Mexico novohispano está empezando a poner algunos libros de clara y contundente doctrina sobre aspectos de actualidad suma o interés histórico permanente. Y así van a la Feria sus dos primeros títulos, “Historiando con perspectiva: de la teoría a la práctica” y “Las libertades de expresión y prensa en las Constituciones de México 1917 y España 1931”.
La obra del académico Sanz Serrulla
En este pasado año, el académico seguntino profesor Javier Sanz Serrulla nos ha colmado con dos grandes obras, que prácticamente han pasado desapercibidas, a pesar de constituir el eje de su actuación investigativa y divulgadora. Por razón de las restricciones sociales impuestas en relación con la pandemia de coronavirus, no han podido presentarse al público dos obras de este autor que ahora recuerdo, y encomio.
Es la primera de ellas el “Diccionario histórico de autoridades científicas de la provincia de Guadalajara”, en la que debe resaltarse la intención que propone de poner en público conocimiento las figuras (biografía a la par que bibliografía) de quienes forjaron pilares de la Ciencia y escribieron páginas del desarrollo científico de la Humanidad entre nosotros. Bien por haber aquí nacido, en tierras alcarreñas, seguntinas, campiñeras o molinesas. Bien por haber llegado aquí y entre nosotros dictado sus saberes y sus investigaciones. El libro aparece con el patrocinio de la Excmª Diputación Provincial de Guadalajara, que en esta ocasión ha querido participar en el estudio y divulgación de esta parcela poco tocada hasta ahora, pero crucial, en la consideración de nuestra tierra como un lugar de aplicación y entusiasmos, en el camino de la Ciencia en este caso. Con un buen puñado (lo verá el lector que se entretenga por sus páginas) de nombres que ya brillan en las lápidas del callejero de Guadalajara. Y de otros muchos que merecerían estar en su nómina.
También de Sanz Serrulla, pero esta por iniciativa exclusiva de la editorial AACHE, que incluye este libro en su colección “Proyecto Lucena”, surgió el pasado otoño la “Historia de la Medicina de la Ciudad de Sigüenza”. Otro libro que prueba la capacidad historiadora del doctor Sanz, pues en él se refleja entera la historia de la Ciudad de Sigüenza (que es su terruño natal) pero vista con los prismáticos de la Medicina. Y así surgen referencias a hospitales, epidemias, médicos y cirujanos, enfermeras y ambulatorios, sabios escritores y papeles jugados por otras instituciones (especialmente el Cabildo Catedralicio, y el Concejo de la Ciudad) en el mantenimiento y aún estímulo de la Sanidad, que es esa quimérica avanzadilla social a la que, de momento, la Medicina va poniendo remedios a cada paso.
Y la sorpresa del espadachín don Íñigo de Losada y Laínez.
En estos días se presenta también (concretamente mañana sábado por la mañana, en el parque de la Concordia) el libro que ha escrito Ángel Taravillo Alonso, conocido en los ambientes teatrales y “donjuanescos” de nuestra ciudad, y que ahora se lanza en una atrevida pirueta a publicar su primera novela, que ha querido que discurra por los caminos (antiguos y coloristas) de la España del siglo XVII, entre pícaros, espadachines, capitanes de los tercios y damas tapadas.
Se nota enseguida, y se corrobora al final de la lectura, que el autor es no sólo muy afecto a la literatura clásica, sino que además tiene una capacidad asombrosa para recrear ambientes de momentos históricos, dominando el diálogo, los antiguos giros y las pautas de misterio y expectación que el género más castizo impone.
Se trata de las aventuras de un personaje que se hace difícil encuadrar en la perspectiva sociológica del siglo XVI, en la que transcurre entera la novela ¿Es un caballero? ¿Es un rufián? ¿Es don Íñigo de Losada un trapisondista descarado o, por el contrario, es un valiente patriota que acapara las mejores virtudes de la raza? En todo caso, es un buen amigo: en principio, del narrador y del resto de protagonistas, y, al final de la obra, de todos sus lectores.
Discurre la acción en diversas ciudades de la España imperial. Nacido en Pastrana el protagonista, va luego a Toledo, a Madrid después, y finalmente a Sevilla, pasando entre medias por Italia y Flandes, aguantando todo tipo de calamidades bélicas propias de la época, alcanzando el alto favor del Rey, y moviéndose sin tregua por los entresijos del amor, de la guerra, del hampa y la aristocracia. Un “revuelto” de situaciones que llevan, al final, a un único destino, y ello contado, narrado con soltura, con un lenguaje perfectamente incardinado en la época en que discurre la novela.
Y así mil más, porque la Feria del Libro de Guadalajara es lo que tiene: una llamada a las casetas donde lucen los libros sus portadas rientes o solemnes, preludio siempre de un interior cargado de sueños, emociones y sabidurías. Espero que las nubes respeten este casto empeño de la alcarreña grey por ver libros, por comprarlos, por saludar y escuchar a sus autores preferidos, disponiéndose a la posterior lectura y al más que probable aprovechamiento de sus enseñanzas.