Un soneto de Alberti al Doncel de Sigüenza
En este empeño de alcanzar para Sigüenza la declaración de “Ciudad Patrimonio Mundial”, que es camino largo y en cuesta, pero con final seguro que feliz, aporto sin esfuerzo este paso más, este dato que es seguro apoyo, porque viene a decir que en la voz de los mejores poetas ha tenido Sigüenza su acomodo, porque ha hecho vibrar el alma de quienes la tienen grande.
Acabo de visitar Sigüenza en tarde de celajes y figuras por los cielos. Como otras veces he subido al castillo, he atravesado la estrechura del arco del Toril y he recorrido en la paz del atardecer el paseo de las Cruces. Antes me he pasado por un lugar que no es habitualmente escenario de los peregrinajes turísticos a la ciudad, pero que a partir de ahora deberá figurar también en obligada meca del tránsito a la sorpresa: la Estación del Ferrocarril, al final del arbolado paseo del Rey Alfonso, al otro lado del miniaturado río Henares, tiene desde ahora hace 25 años un motivo para la admiración. De un buen gusto y una portentosa calidad cuajado, se colocó el gran mural de cerámica que al viajero que llega a la Ciudad Mitrada le anuncia motivos para su gozo y lugares (en las cercanías) para su sorpresa. El Doncel Martín Vázquez aparece en lo alto, en sempiterna lectura sin rostro, y bajo él surge la maravilla de la palabra escrita. En resumen es esto lo que encontré en mi paseo hasta la Estación de Sigüenza; color, artesanía, homenaje y, sobre todo, la hermosa poesía de Rafael Alberti al Doncel seguntino, que es sin duda la más hermosa letanía de epítetos y consideraciones que hasta ahora se le han dedicado al joven guerrero medieval.
Un alarde de buen gusto
El mural dedicado a Sigüenza en la Estación de RENFE de la Ciudad Mitrada fue realizado por los artesanos de la cerámica que son Carlos Alonso y María de Hijas, creadores y mantenedores del Alfar del Monte en Pozancos. Carlos Alonso me explicaba, después de colocarlo, la enjundia de su obra. Merece ser conocida por todos. Aunque de Alberti se han publicado las «Obras Completas» en 1988 (Aguilar), hay algunos poemas que no llegaron a salir a la luz. El Diario ABC publicó en 1996 una colección de escritos poéticos amorosos que eran todo un monumento. En la correspondencia que durante largos años mantuvo el poeta gaditano con el escritor y diplomático cubano José María Chacón y Calvo (1893-1969), ahora publicada, ha aparecido la joya dedicada al Doncel. Enterado Carlos Alonso de ella, le pidió permiso al autor para reproducirlo en cerámica. Alberti, generoso siempre, amigo de sus amigos, dio el correspondiente permiso. Y ahí está, sobre el barro cocido, en pie, altísimo, puesto el soneto más musical y lírico a Martín Vázquez. Luego le copiaré, y aún le haré glosa como merece.
Los artesanos del Alfar del Monte han conseguido todo un homenaje, colorista y pluriambiental, a Sigüenza y su comarca. En llamada permanente a los viajeros, a la derecha del Doncel aparece el plano de su ciudad, con medallones en relieve y color ofreciendo las imágenes de los más interesantes edificios. A la izquierda, como a vista de pájaro altísimo, la comarca en torno, con los encinares, los calvos serrijones, las vaguadas y los alcores grises que espacian a los pueblos (Palazuelos, Carabias, Pelegrina) en los que Sigüenza prolonga su historia. El conjunto del mural ocupa una superficie de 370 cm. de ancho por 220 cm. de alto, y nos habla desde uno de los muros del vestíbulo de la estación. Los materiales, simples como la tierra misma: cerámica refractaria, coloreada y vidriada en cocción de alta temperatura a 1280 grados. Colores contenidos unas veces, llamativos otras, como puestos los dos planos sobre una ancha bandeja de «loza dorada» hispanoárabe, de múltiples colores, enmarcado todo por una greca de barro bruñido y tratado con cera.
El soneto al Doncel de Alberti
La parte central de este mural único es el soneto que Rafael Alberti (Puerto de Santa María, 1902) dedicó al Doncel en 1925. Es el año en que el poeta publica su primera obra, «Marinero en tierra». Tiene solamente 23 años, pero no es un novel. Tras su adolescencia rebelde, contrario siempre a lo establecido, escapado permanente del colegio, paseante eterno de la playa, captador de la belleza del viento, de la arena, de los árboles, de la blancura de la sal y de la luz infinita del mar, Alberti llega a Madrid en 1917. Quiere ser pintor, pero se resigna a escribir. En ese año de estrenos (1925) recibe el Premio Nacional de Literatura, y poco después publica «La amante» (1926) como experiencia contada de un viaje por Castilla, y «El alba del alhelí» (1927) tras su encuentro con la magia de Rute. Tras una depresión de ribetes melancólicos, Alberti escribe y publica «Sobre los ángeles» (1929) manifiesto surrealista que le catapulta al éxito. En 1931 se afilia al Partido Comunista, y durante la Guerra Civil escribe poemas para los combatientes y se pasea por las ciudades del frente. Secretario de la Alianza de Intelectuales Antifascistas, por entonces y en este cargo visitó Guadalajara. En 1939 se exilió a México, luego a Buenos Aires, y finalmente a Roma. En 1977 volvió a España, a su Cádiz querido, al borde de ese mar azul siempre, fresco y furioso de las arenas sin fin de Chiclana, de Cabo Roche, de Camposoto, del Puerto…
Estos son los «catorce versos dicen que es soneto…» que Rafael Alberti dedicó al Doncel, a nuestro seguntino-alcarreño-granadino héroe:
Volviendo en una oscura madrugada
por la vereda inerte*, del otero*,
vi la sombra de un joven caballero
junto al azarbe* helado reclinada.
Una mano tenía ensangrentada
y al aire la melena, sin sombrero
¡Cuánta fatiga en el semblante fiero,
duro y quebrado como el de su espada!
– Tan doliente, tan solo y mal herido.
¿adónde vas en esta noche llena
de carlancos*, de viento y de gemido?
Yo vengo por tu sombra requerido,
doncel* de la romántica melena,
de voz sin timbre y corazón transido*.
Lo firma Rafael Alberti, y lo fecha en Andalucía, 1925. ¡Qué inmensa suerte para todos que este gran escritor, este culto andaluz, este lujo de las españolas letras se fijara en nuestro personaje! ¡Qué maravilla que nos propusiera un nuevo pensamiento hacia él, removidos por la belleza de la rima, acuciados por el misterio de las palabras!
Ya termino. Antes invito a todos a que vean esta preciosa obra, artesana y cumbrera, de Alfar del Monte en Sigüenza. Y no me resisto a copiar las definiciones que el Diccionario de la Real Academia Española da de algunas palabras que Alberti utiliza en su poema. Algunas las saben todos. Otras quizás (como a mí me ha pasado) las lean por primera vez. Todas ellas centran el poema hacia el misterio del personaje, ensalzándole como si en un altar estuviera, aunque cayera muerto sobre la fría tierra. Son estas:
* inerte: inactivo, ineficaz, estéril, inútil.
* otero: cerro aislado que domina un llano.
* azarbe: del árabe «as-sarb», la cloaca: cauce a donde van a parar por las azarbetas los sobrantes y filtraciones de los riegos.
* carlanco: ave zancuda del tamaño de un pollo pequeño, y de color azulado, que vive en España en estado salvaje. Y añado yo: abunda especialmente en las marismas del bajo Guadalquivir, en lo humedales salinos de San Fernando y Puerto Real.
* doncel: joven noble que aún no está armado caballero…
* transido: fatigado, acongojado o consumido de alguna penalidad, angustia o necesidad.
GRacias a tí por leerme. Efectivamente, Sigüenza tiene muchas más aristas que la catedral y la Alameda. En la Estación del Tren tiene otro motivo de visita y admiración.