El pintor Miguel Ximénez, de Pareja, gloria del gótico aragonés
Muy poco conocido hasta ahora, traigo hoy la referencia, forzosamente breve, de un gran artista alcarreño que tuvo sus momentos de gloria en el reino de Aragón, en la segunda mitad del siglo XV, alcanzando entonces merecida fama, honores y hasta el título de pintor real de la Corte de Fernando el Católico.
Nacido en Pareja, mediado el siglo XV, cuando aquella era villa señalada del Obispado de Cuenca, y muy cuidada por sus obispos y señores, tal como recientemente ha dado a conocer el investigador Angel Montero Sánchez. Aunque no quedan en la villa alcarreña de origen datos de su nacimiento, ni documento alguno, en Aragón sí que ha dejado una importante huella, sabiendo por ella su origen alcarreño.
Fue “descubierto” este pintor por don Manuel Serrano y Sanz, Cronista Oficial de la provincia de Guadalajara, a comienzos del siglo XX, en su serie de trabajos sobre pintores aragoneses del siglo XV, publicados en la “Revista de Archivos, Bibliotecas y Museos”. Y fue él quien centró su actividad (que no su vida) entre 1462 y 1505, haciéndole discípulo o seguidor en el estilo, de Bartolomé Bermejo, y colaborador permanente con Martín Bernat. Esa colaboración se fraguó en el retablo de San Pedro de la Seo de Zaragoza, a la que siguió el del altar mayor del monasterio de San Agustín de la capital zaragozana. Y aún nos declara Serrano, a través de documentos por él hallados, la participación de Ximénez en la pintura de los retablos de Salvatierra de Escá, de Malanquilla (junto a Salvador Gutiérrez), de Alfocea, de la iglesia del monasterio de la Merced de Zaragoza, y de la mismísima basílica de Nuestra Señora del Pilar, en Zaragoza, este en colaboración con su hijo Juan. Serrano nos añade que este pintor se encargó de hacer el retablo de Paniza, y otro del que firmó contrato en 1475 para la villa de Escatrón.
El estudio clásico de Chandler Rathfon Post, en el tomo VIII de su “History of Spanish Painting” (1941) sitúa la obra completa de Miguel Ximénez en el marco del tardogótico de raíz más flamenquizante que imperó en buena parte del territorio aragonés en la segunda mitad del siglo XV, en parangón con lo realizado por sus dos máximas figuras, Martín Bernat y Bartolomé Bermejo.
lo que caracteriza a las obras de Ximénez es su mayor linealismo en la definición de los contornos y la simplificación y artificiosidad con que traduce los plegados de las telas.
Algo más dice de él Montserrat Gumá, 2004, en su “Guía del Museu Nacional d’Art de Catalunya”, pero sobre todo quien recientemente ha centrado la figura de Ximénez es el investigador Alberto Velasco González, en su trabajo sobre “Aportaciones a los catálogos de pinturas de Miguel Ximénez y Martín Bernat, pintores de Zaragoza” en la revista “Ars & Renovatio”, nº 3 (2015), páginas 1992-232.
La obra más destacada de Miguel Ximénez
Lo más relevante de la obra de Ximénez ha quedado en Aragón, para cuyas iglesias se le solicitaba su arte en forma de retablos y tablas sueltas. Muchas de esas obras, bien documentadas, se conservan en los lugares de origen; otras han ido a parar a Museos de relieve, por la categoría del artista, y algunas otras desaparecieron en guerras y revoluciones. Las vemos a continuación.
Una de sus grandes obras fue el retablo de La Piedad, San Miguel Arcángel y Santa Catalina de Alejandría, para la iglesia de Santa María de Ejea de los Caballeros (en la comarca de las Cinco Villas de Zaragoza). Es de 1475 aproximadamente, y de su deslumbrante conjunto solo ha quedado la predela, que se llevó y hoy muestra en el Museo Nacional de Prado. El resto del retablo fue quemado en los primeros días de la Guerra Civil en 1936.
Para el monasterio de Sigena, en Huesca, pintó en 1494 el retablo de “San Juan Bautista, San Fabián y San Sebastián”, y con todas las obras de arte de este monasterio se llevó al Museo Nacional de Arte de Cataluña, donde hoy se encuentra expuesto.
De la colaboración con Martín Bernat surgió, entre otras obras, el retablo de “La Santa Cruz” para la iglesia parroquial de Blesa (Teruel), que hoy se encuentra como joya del gótico en el Museo Provincial de Zaragoza.
Y para la iglesia parroquial de oscense pueblo de Tamarite de Litera pintó, entre 1500 y 1503) el retablo mayor, que fue también quemado en la Guerra Civil, y del que solo quedó una tabla, dedicada a San Miguel, y que hoy es propiedad y se expone en el Museo de Arte de Filadelfia.