En la Academia Nacional de Medicina, con Sanz Serrulla

viernes, 2 diciembre 2016 0 Por Herrera Casado

Hace ya bastantes años me presentaron a un joven que, estudiante de medicina, tenía por afición principal hacer dibujos, al carboncillo, de los rincones de su ciudad natal, que él admiraba y conocía bien. Con los años, ese joven alcanzó a terminar su carrera, a especializarse, a conseguir doctorados, y a escribir libros tras investigar en archivos. Todo lo consiguió con el esfuerzo necesario y, sobre todo,con la voluntad hipertrofiada que tienen los grandes. Ahora, hace unos días, ese joven ha tomado posesión de su sillón en la Real Academia Nacional de Medicina, y nos ha hecho disfrutar por ello a quienes, desde hace mucho tiempo, sabíamos que llegaría muy lejos.

En el día 25 de octubre ha sonado como un clarín en Sigüenza, que ha hecho viajar hasta Madrid a muchos seguntinos y seguntinas. A mí entre ellos, aunque sea mi natural devoción la de mi ciudad natal, Guadalajara. El viaje ha tenido por razón la asistencia, en la Real Academia Nacional de Medicina, de la calle Arrieta, solemne y clásico templo de la ciencia, a la toma de posesión de su sillón de académico de Francisco Javier Sanz Serrulla, desde ahora propietario, y seguro que por muchos años, del sillón 24 de esa casa de maderas y mármoles. El sillón que antes habían ocupado Luis Sánchez Granjel y Pedro Laín Entralgo, las solemnes figuras de la historia de la medicina, del saber antroplógico y el razonamiento.

Aunque en estos días se han hecho lenguas de este hecho algunos medios de información provincial, y en las redes sociales también se han parado unos cuantos a comentarlo, a mí me gustaría que un público más amplio –como sé que es el que se entretiene en estas lineas- supiera de Sanz Serrulla, de su quehacer benemérito en el área del estudio y la ciencia, y en la bien conseguida nominación de excelentísimo que le ha venido adherida a esta etapa de su vida, siempre la penúltima.

Natural de Sigüenza, (1957) donde vivió feliz su infancia y adolescencia hasta que pasara a estudiar a Madrid, Javier Sanz se dedicó tan pronto como terminó sus estudios médicos a la investigación del pasado de su profesión. Fruto de ello fue su tesis doctoral Historia de la Facultad de Medicina de la Universidad de Sigüenza, que ganó el premio provincial de investigación histórica “Layna Serrano” correspondiente al año 1986 por lo que fue editada y se agotó rápidamente.

Posteriormente, después de obtener el título de Médico Puericultor, se especializó en Estomatología (volvería a doctorarse, ahora en Odontología) y realizó un máster en Bioética. Hasta la fecha ha actuado como asesor en el Ministerio de Sanidad y Consumo, el INSALUD, y en la Comunidad de Madrid e sobre asuntos de odontología pública. 

A partir de su especialización centró su línea investigadora en la historia de la odontología, materia de la que ha alcanzado a ser la autoridad máxima, reconocida sin ningún atisbo de duda. Con ella aparejada la plaza de profesor en la Universidad Complutense de Madrid desde 1991. De sus trabajos continuos surgieron algunas distinciones importantes como el “Premio científico anual” del año 1993, del Consejo General de Colegios de Odontólogos y Estomatólogos de España, o los premios de la “Fundación San Nicolás” y “Juan Pedro Moreno” de la Real Academia Nacional de Medicina correspondientes a los años 1994 y 2002. Fundó la Sociedad Española de Historia de la Odontología y fue elegido su primer presidente en un momento en el que ya tenía editado algún título como “La Odontología y la Casa Real española”, publicándose después su “Diccionario histórico de Dentistas españoles”, la “Historia de la Odontología Escolar en España” o la gran panorámica de su especialidad en nuestro país: “Historia General de la Odontología española”.

Con esos antecedentes, de investigador, recopilador y analista de una parcela tan concreta de la medicina, en la que nada se le escapa, Javier Sanz, no obstante, ha seguido cultivando otros temas relacionados con la provincia de Guadalajara, a la que siempre tiene en su principal punto de mira. Surgieron de ese interés obras como Las Facultades de Cánones y Leyes de la Universidad de Sigüenza, Los antiguos Hospitales de la provincia de Guadalajara y especialmente con su ciudad natal: Los Toros en Sigüenza y La Guía de Sigüenza, son libros que han enriquecido el acervo histórico de las tierras de Guadalajara. A ello pueden añadirse otros libros e investigaciones relacionadas con Sigüenza y con los dentistas. De ahí nacen esas publicaciones, que fueron tan aplaudidas en su día, “La asistencia sanitaria del Cabildo Catedralicio de Sigüenza: Hospitales, Médicos, Cirujanos, Boticarios”, la “Historia de la Botica del Hospital de San Mateo de Sigüenza”, y un par de monografías dedicadas a pretéritos médicos seguntinos, como la “Vida y obra del cirujano Juan del Castillo” o “El doctor Antonio Pérez de Escobar. Vida y obra”. En colaboración con María José Solera escribiço la biografía de “Bernardino Landete”, y recientemente ha creado la colección “Clásicos de la Odontología Española” en la que estána apareciendo en forma de facsímil los textos clásicos de esta especialidad en España, avalados con sus comentarios y estudios previos.

También en el campo del periodismo y la comunicación ha estado el doctor Sanz Serrulla inmerso, pues en la emisora COPE-Guadalajara tuvo un espacio sobre curiosidades de la medicina, en el semanario madrileño DXT escribió su columna “La Red”, la primera en la historia del periodismo deportivo español dedicada a las circunstancias de los porteros de fútbol, de la que salió el libro editado en 2013 Héroes bajo los palos. El guardameta, número 1 en la Historia del Fútbol, colaborando también en otros periódicos sobre papel y digitales. Formó parte del consejo de redacción de la revista “Ábside” de cultura seguntina., y de amigos de la catedral, y en este mismo año 2016 ha tenido destacadas intervenciones en “La 2” de Televisión Española con su espacio “El ojo clínico”.

En marzo de 2011 fue elegido miembro, en calidad de correspondiente, de la Real Academia Nacional de Medicina, en base a sus innumerables trabajos sobre la historia de esta ciencia, en la que ha sido reconocido unánimemente uno de los máximos exponentes actuales. Y en abril de 2016 ha sido elegido académico de número de la Real Academia Nacional de Medicina, habiendo tomado posesión de su sillón, con el obligado discurso de investidura, el 25 de octubre de este mismo año. Allí leyó esa magnífica pieza literaria e histórica titulada “Elogio de la vieja cirugía”, de la que vemos la portada junto a estas líneas.

Para concluir esta referencia que es suma de méritos, aunque incompleta, quiero mencionar también que actualmente Javier Sanz es, además de profesor de Historia de la Odontología en la correspondiente Facultad de la Universidad Complutense, director del Museo de la Facultad de Odontología de la UCM, y  Director técnico del Museo de Medicina “Infanta Margarita” de la Real Academia Nacional de Medicina, que aún sin espacio físico determinado, está organizando sus fondos, y mostrándolos en exposiciones monográficas en el recinto de la Academia.

Es también socio fundador y presidente de la Sociedad Española de Historia de la Odontología, además de miembro de la American Academy of the History of Dentistry, y medalla de la Societé française d’Histoire de l’Art Dentaire.

Amistad y colaboración

Finalmente, y no por mis méritos, que simplemente ha sido los de creer en su capacidad y potencialidad desde casi un niño, sino por su generosidad, hemos estado embarcados en numerosas aventuras, literarias y culturales, en las que fundamentalmente he disfrutado de su amistad y nobleza.

Un dato que en esta hora se me viene a la cabeza, y que es la primera vez que confieso (él no lo ha confesado nunca, porque no tiene ni tiempo para pararse en estas nimiedades) es que hace unos cuantos años (más de 15, quizás 20…) nos pusimos en común a elaborar un “Diccionario de Autoridades Científicas de la Provincia de Guadalajara”, que tras muchas visitas a bibliotecas y archivos conseguimos acabar, y que presentado para su publicación por la institución provincial que más debería cuidar este tipo de estudios y análisis del pasado vigoroso de nuestra tierra, quedó aparcado sine die y aún duerme por ahí en alguna carpeta, el injusto sueño de los preteridos.

Por eso, si al académico de número, tres veces doctor, y aplaudido investigador de la medicina española, se le hace relación de sus obras publicadas, aún puede decir (y yo con él, me sumo con sumo agrado) que tiene todavía una obra de relieve para Guadalajara que podría dar, en su día, materia a los lectores y orgullo a los alcarreños. En último caso, y en esta feliz circunstancia de su acceso a la máxima basílica del saber médico y científico hispano, estas son anécdotas para contar en el relajado charlear de cualquier sobremesa.