Pareja, villa de los sínodos diocesanos de Cuenca

sábado, 22 octubre 2016 0 Por Herrera Casado
Villa de Pareja y los sinodos diocesanos de Cuenca

Angel Montero Sánchez es el historiador que analiza Pareja desde otra perspectiva.

Si la última de mis colaboraciones en esta sección acerca de Pareja fue para celebrar la restauración del gran palacio de su plaza mayor, esta vez lo hago para aplaudir la edición de un libro de historia que ha escrito precisamente el promotor de esa restauración, y singular historiador de nuestra tierra, como es don Angel Montero Sánchez, quien tras muchos años dedicado a la enseñanza y a la investigación, nos entrega esta joya bibliográfica que pretende poner a Pareja en el candelero protagonista de la cultura alcarreña.

Los sínodos conquenses

Fue habitual, en todas las diócesis españolas, celebrar cada equis años, en alguno de los pueblos importantes de su territorio, reuniones de jerarquías eclesiásticas, presididas por su obispo, y a veces por otras autoridades de mayor rango, para ir modulando la legislación local y diocesana, en orden al mejor progreso y gobierno de sus asuntos, tanto espirituales como enconómicos.

Sería necesario hacer un repaso somero de la historia de la diócesis de Cuenca, y de sus obispos, que durante siglos fueron señores, en lo temporal y en lo espiritual, de esta parte de la Alcarria en la orilla izquierda del Tajo. El territorio de esta diócesis durante la Edad Media, y tras la toma por el reino de Castilla de la ciudad amurallada, fue muy amplio, concedido por los reyes cristianos. La diócesis de Cuenca se fundó por Bula de Lucio III en 1183, seis años después de ser reconquistada Cuenca por Alfonso VIII. Incluía en principio el territorio de tres diócesis visigodas anteriores: Segóbriga, Valeria y Ercávica. Sobre el solar de la mezquita, empezó a construirse la catedral dedicada a Santa María, en 1196. Los obispos eran designados, en los primeros tiempos, por el Rey de Castilla o el Primado de Toledo, pero a partir de la segunda mitad del siglo XIII ya se hizo en reunión capitular.

La diócesis abarcaba, todavía en la mitad del siglo XX, toda la provincia de Cuenca, y numerosos pueblos de Guadalajara, Valencia, Albacete y Toledo. Su centro era la Catedral, presidida por el Obispo, y la institución que se encargaba de regir la vida y actividad de la Catedral era el Cabildo, que estaba integrado por un conjunto de clérigos que recibían el nombre de dignidades y canónigos.

Los Sínodos Diocesanos, de los que trata este libro que acaba de aparecer, eran el instrumento de gobierno de la diócesis, en manos del Obispo. La mayoría de los numerosos sínodos diocesanos conquenses que tuvieron lugar en la historia de los pasados siglos, tuvieron lugar en Pareja. Los estudios sobre este aspecto del gobierno eclesiástico de las diócesis han suscitado últimamente muchos estudios, en todos los paises del occidente Cristiano. Este que tenemos ahora entre las manos es un estudio completo, exhaustivo y muy interesante de los Sínodos Diocesanos de Cuenca en la Villa de Pareja.

Los palacios de Pareja

Al llegar a Pareja (destino que es hoy pasajero para muchos, pero que en 1946 fue de pernoctación y comidas para Camilo José Cela, cuando armó para la posteridad el “Viaje a la Alcarria” que tanta fama le dio), lo primero que hace el visitante es admirar la contundencia urbana de su plaza mayor, y quizás –algunos que la conocieron- añorar la copuda presencia de su gran olma ya fenecida.

Además del Ayuntamiento, de casas y soportales, el edificio magno es el palacio que por su costado meridional la preside. Edificio que durante mucho tiempo, y por parte de muchos, estuvo considerado como el Palacio de los Obispos, por haber sido estos jerarcas religiosos los señores temporales, a más de espirituales, de la villa.

Sin embargo, este palacio, hoy restaurado, perteneció a una familia de ricos hacendados de la que progresivamente fueron saliendo letrados y gentes de estudio. Concretamente se debió su construcción a los Tenajas y Franco, oriundos de la Alcarria conquense, en la Hoya del Infantado.

El palacio está presidiendo la plaza mayor de la villa, ocupando por completo su costado de poniente, escoltado por dos calles. Ante él aparece la fuente de la plaza, y más adelante abre sus rama, todavía pequeñas, la nueva olma que llegará a centenaria. Ocupa el palacio una parcela de 420 m2 y la superficie del mismo, sumadas todas sus plantas, es de 1.300 m2. Tiene sótano, planta baja, planta principal y planta abuhardillada bajo cubierta de madera vista.

La fachada principal que se abre a la plaza, tiene un trazado de proporciones neoclásicas: se genera a partir de un eje central marcado por el pórtico de acceso y el gran escudo esculpido en la parte superior de la fachada, sobre el dintel de su balcón central. Simétricamente a este eje se sitúan cuatro grandes huecos en planta baja, y otros cuatro balcones en la planta principal. En la parte superior de la fachada aparecen pequeños huecos de iluminación de la buhardilla y una mansarda central. Se remata con una línea de cornisa formada por moldura labrada en piedra. Todos los huecos están enmarcados en piedra natural del país.

El estilo, composición, y materiales, además de la clarísima inscripción del escudo de fachada, fechan este palacio en 1786. Es de gran empaque su parte posterior, que se abre sobre un gran patio, que tiene acceso independiente para los antiguos carruajes. Abierta a la solana y con vistas a la iglesia parroquial, vemos que esta fachada posterior sigue un esquema similar a la principal, destacando en ella una solana de madera desde donde se contempla una completa visión de la iglesia parroquial. En ambas fachadas, los materiales que las constituyen son aparejo enfoscado y revocado, mostrando bien tallados sillares en las esquinas y aleros, y piedra natural tallada en los recercos de los huecos.

Aunque solo son suposiciones, podría ser autor de las trazas de este palacio el arquitecto del obispado de Cuenca en esos años de finales del siglo XVIII, don Mateo López, natural de Iniesta, académico que fue de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando de Madrid, y autor de otros palacios, casonas y capillas en la catedral y obispado de Cuenca.

Pero no fue aquí donde los obispos tuvieron su sede, sino en la plaza de Abajo, o de Palacio, en el costado norte de la villa. Donde hoy se alza un bloque de pisos, y donde aún quedan, en vestigios mínimos, y algún escudo suelto y aprovechado, las memorias de los obispos conquenses, que se refugiaban en esta zona que era palacio fortificado, lugar de descanso y de defensa. Fue en ese lugar, hoy ya desaparecido y completamente desubicado, donde los Obispos de Cuenca celebraron en numerosas ocasiones sus solemnes sínodos. Más arriba, en la plaza ahora mayor, y entonces concejil, solo se hacían tratos, se encontraba la gente, se rumoreaban futuros. Era una plaza de pueblo, no un espacio cortesano. Los dos polos entre los que Pareja ha vivido durante siglos.

La plaza de Pareja

La plaza mayor de Pareja, que es de un evidente corte ilustrado, y que fue creada a comienzos del siglo XVIII con una estructura limpia y lógica, se vio dotada de un edificio para Concejo, otro para palacio del labrador hidalgo más rico del lugar, Juan de Benito Hermosilla, unas casas soportaladas para albergar las tiendas y los estancos, y en su costado occidental el palacio de los también labradores ricos e hidalgos a la sazón comandados por Miguel Tenajas Franco. En el centro, una fuente y una olma, como durante muchos años hemos visto…

A la vista de la estructura de la plaza y de su evolución en los últimos siglos, resulta que el palacio rehabilitado, y destinado a mejorar con su elegante prestancia la plaza de Pareja, fue desde su inicio casa residencia del linaje de los Tenajas. Ilustrados, estudiosos, poderosos y con iniciativas. Ellos y su vecino de Benito fueron los creadores, a principios del siglo XIX, de la Sociedad Agraria de Pareja, institución en la línea de las Reales Sociedades de Amigos del País, motor socio-económico de las reformas ilustradas de los primeros Borbones, y de la que don Angel Montero Sánchez tiene escrita su historia completa, que sería también muy de aplaudir su edición.

El libro y su autor

La villa de Pareja tiene una larga historia, que estudiaron en su día Víctor Ricote Redruejo y Marcos González López por encargo del entonces alcalde Francisco López Roncero, y la dejaron plasmada en un libro titulado “Historia de la Villa de Pareja” que ofreció datos interesantes y nuevos, reorganizó toda la información que sobre la villa y sus señores, los obispos de Cuenca, existía dispersa.

El nuevo libro que ahora aparece sobre Pareja y su historia, viene definido por la siguiente ficha: Montero Sánchez, Angel: “Pareja. Villa de los sínodos diocesanos de Cuenca”. Aache Ediciones. Guadalajara 2016. Colección “Tierra de Guadalajara” nº 97. 144 páginas, ilustraciones a color. ISBN 978-84-92886-91-3. P.V.P.: 12 €.

Esta obra consta de una amplia introducción, que corre a mi cargo, acerca de la historia y el patrimonio de Pareja, apareciendo después en orden cronológico el estudio y referencia a los nada menos que 23 sínodos que la Diócesis de Cuenca con sus obispos a la cabeza celebraron en Pareja entre los siglos XIV al XX, con gráficos que representan los libros de actas, personajes que acudieron y decisiones que se tomaron.

Después de leer esta relación de gentes y de hechos que afectan a Pareja, villa monumental y siempre vigilante sobre el valle del Tajo, todavía asombrado al comprobar los notables concilios aquí habidos, es de justicia felicitar al autor del estudio y animarle a seguir en la investigación de estos temas relativos a la villa de Pareja, en el corazón de la Alcarria.

En cuanto al autor, puedo decir que es don Angel Montero Sánchez una personalidad de la enseñanza y la investigación. Hasta ahora apenas conocido entre nosotros, pero que conviene airear tanto su retrato como su semblanza, porque con gente así conseguimos que la Alcarria recupere su voz y sus esencias.

Angel Montero nació en Arenas de San Pedro (Ávila) en 1934, habiendo cursado estudios secundarios en el Seminario Conciliar de su pueblo natal, y el Bachillerato en Ávila. Dedicado siempre a la enseñanza, llegó a fundar un Colegio en Caracas (Venezuela). Como investigador de la historia y el arte hispanos, ha hecho estudios sobre la obra de Francisco de Goya, sobre las Guerras de Flandes, con especial dedicación a la obra del protonotario Francisco de Humara, así como numerosos estudios sobre patrimonio industrial en Pozuelo de Alarcón (las tenerías) y sobre la Real Sociedad Agraria de Pareja.

Tras haber adquirido y restaurado el gran palacio de los Tinajas, en la villa alcarreña de Pareja, ha dedicado largas jornadas al estudio de la historia de esta villa en su relación con los obispos de Cuenca, señores seculares de la misma, resultando de ellas el libro que ahora aparece, un estudio completo de los Sínodos conquenses en territorio alcarreño.