En el centenario de Segundo Pastor
Entre los numerosos centenarios que vamos a celebrar este año en Guadalajara (con el consiguiente movimiento cultural que ello supone) no es el menor el del aniversario justo, el momento clave de los cien años de existencia, del que fuera guitarrista y compositor Segundo Pastor Marco, oriundo de la sierra del Alto Tajo. Parece que sigue fluyendo el sonido cadencioso de su guitarra, genial siempre.
El 23 de junio de 1916 vino al mundo, en Poveda de la Sierra (Guadalajara) Segundo Pastor, que se trasladó con su familia, siendo él aún un niño, a Cuenca, donde estudió el Bachillerato y donde cursó la carrera de Magisterio. Desde entonces se consideró, y le consideraron, conquense de pro, hasta el punto de que fue nombrado Hijo Adoptivo de la ciudad castellana. A su llegada a Cuenca, fue ayudado por un sacerdote, tío suyo, que le compró su primera guiterra y le procuró una educación de primera, iniciando al mismo tiempo que el Bachillerato, sus estudios musicales con el profesor Chumillas, dando bajo su dirección su primer concierto en el Teatro Cervantes.
En Cuenca formó una orquestina con sus amigos, obteniendo un Premio de la Dirección General de Turismo por su obra “Mayo”. Ejerció como director de la Rondalla de Cuenca, trasladándose luego a Madrid, donde completó sus estudios de Armonía y Composición en el Conservatorio de Música y Declamación. Tuvo por profesor de guitarra a Daniel Fortea.
Aunque Segundo Pastor fue fundamentalmente concertista y virtuoso de la guitarra española, con giras mundiales, tuvo también gran capacidad de composición, tanto de conciertos y suites, como de música de documentales, cine, televisión, series y películas. Fue un magnífico ejecutante de los compositores clásicos, especialmente de Tárrega, de Turina y de Granados, y excelente compositor de piezas para guitarra, considerado entre los cuatro grandes del siglo XX. Alcanzó el grado de catedrático honorario de la Universidad de Oswego en los Estados Unidos, condecorado por el gobierno de Venezuela, académico de las Artes y Letras de Cuenca y durante algún tiempo presidente de la sección de música de la Institución «Marqués de Santillana» de la Diputación de Guadalajara, donde tuve ocasión de compartir con él muchas horas de reunión y amistad.
Viajero incansable por Europa y América, donde dio conciertos memorables como el que sirvió de estreno a su obra Suite de Flandes, con la Orquesta de Conciertos de Nueva York en 1977, o la que con el título Homenaje a la Alcarria sirvió para inaugurar el Conservatorio de Música de la Ciudad de Guadalajara en Jalisco, en 1980, en el que una de las aulas fue bautizada con su nombre. Tuve la gran suerte de estar con él en aquella ocasión (era diciembre de 1980), y de presenciar la anécdota que nos ocurrió, y que retrata a la perfección la forma de ser (al menos por entonces) de los mexicanos: habíamos quedado en que esa tarde, a las 8 de la tarde (era ya de noche, bien cumplida), en el Aula Magna de la Universidad de Jalisco, tendría lugar el gran concierto en que se estrenaría, a nivel mundial, la suite para guitarra “Homenaje a la Alcarria”. A esa hora acudimos una serie de amigos alcarreños que con él viajamos a México, y nos recibió con su clásico “¡Qué bueno que vinieron!” el rector de la Universidad. Pero nadie más había allí, a aquella hora. Nerviosos, inquietos, sobre todo el maestro Pastor, al ver que nadie acudía al acto, esperamos charlando hasta que a eso de las 9:30 empezó a acudir gente y a las 10 era un hervidero de espectadores, ante los que se pudo celebrar el concierto. La explicación que nos dio el rector, y la gente que le asistía, es que “acá en México los horarios no son más que orientativos”. Si un acto se anuncia a las 8, quiere decir que al menos durante un par de hotras más la gente estará llegando y aquello empezará a las diez. Ya sé que mis lectores pensarán que esto no es verdad, que me lo invento, que no es posible que esto ocurra en ningún lugar del mundo. Pues esto es lo que ocurrió en la Guadalajara tapatía aquel día de diciembre de 1980, y lo viví directamente.
De la importante producción para guitarra de Segundo Pastor Marco, cabe destacar La Leyenda del Júcar, Homenaje a la Alcarria, Piezas descriptivas de la Ciudad Encantada, Suite de Nerja y Tríptico del Doncel. Es también autor de un Método Internacional de Guitarra, que ha sido múltiples veces reeditado.
Murió Segundo Pastor, en Madrid, el 9 de noviembre de 1992. Y desde entonces ha figurado en las historias de la música española como un valor seguro y reconocido, tanto a nivel de intérprete (eran su guitarra y la de Narciso Yepes, las mejores de la España del siglo XX) como de compositor. Sería muy lógico que la provincia de Guadalajara, su provincia natal, celebrara de algún modo este centenario, que desde aquí sumamos al de otros ilustres alcarreños.
Sensibilidad para la música y la guitarra debía tener SP. antes de dejar Poveda.
Me gustaría saber quién y que música de su comarca le fascinaba.