En Toledo aparece Don Quijote
Este pasado miércoles 21 de enero, y en la Biblioteca Regional, sita en el Alcázar Real de Toledo, se ha presentado públicamente la Colección de Libros “Tierra del Quijote”.
Una iniciativa cultural nacida en Guadalajara, de la mano de la editorial alcarreña Aache, que pretende con ello aportar su grano de arena a las celebraciones conmemorativas del cuarto Centenario de la edición de la parte segunda del Quijote.
Otra vez el Año Quijote
De muchas maneras podremos rememorar la aparición de esa segunda parte del Quijote, la novela/diálogo en la que Cervantes plasmó los problemas de la nación, de sus habitantes, de sus regidores y de sus minorías étnicas (un retablo de lo más contemporáneo) junto con sus propios problemas, y los que él entendía que eran “invariantes castizos” del espíritu español, y por extensión humano.
Como de la administración regional no podemos esperar grandes ideas, calculo que van a ser las instancias particulares y personales, el empuje del caldo cultural castellano-manchego (que existe, y se nota) y los ánimos siempre pujantes de las asociaciones culturales que mantienen los ciudadanos a su costa, los que van a dar la nota de esta conmemoración.
Así hemos visto la primera representación. Fue el pasado miércoles 21 de enero, en el gran salón de actos de la séptima planta del Alcázar Real de Toledo, donde está ubicada la Biblioteca Regional de Castilla-La Mancha, con numerosa asistencia de interesados en el tema, se presentó la Colección de libros “Tierra del Quijote”, que pretende como ya lo ha demostrado con los cuatro primeros títulos que ha puesto en manos de sus lectores, ir estudiando las conexiones entre las poblaciones de la región en las que la novela de Don Quijote desarrolla sus aventuras, y en los que protagonistas (quijote, sancho, dulcinea, caballero del verde gabán, barbero, cura, etc…) y sus hechos narrados tienen consistencia geográfica.
Así, los títulos de los libros lo dicen todo y me ahorran mayores definiciones: el primer título es “Pedro Muñoz ¿ese lugar de la Mancha?” en el que se estudia la evolución histórica de la Mancha santiaguista y la gran probabilidad de que el hidalgo don Alonso Quijano fuera de esos de ganancia que andabn por aquella tierra. El segundo es “Tomelloso, pobladores y fundadores” analizando el primitivo surgir de esa ciudad manchega, por la pasaron desde tiempos prehistóricos gentes de caminos y caminerías sin fin. El tercero, “Manjavacas y la venta del Caballero” viene a ser la plasmación en libro de los descubrimientos de sus autores sobre el Camino de Toledo a Murcia, en el que aseguran se basó Cervantes para poner a sus personajes y sus aventuras. En ese sentido, el despoblado de Manjavacas, que hoy mantiene una laguna y junto a ella un centenario santuario, fue el lugar donde hubo una venta (documentada) donde pudo fijarse Cervantes para imaginar a su don Alonso armado caballero en noche tibia. Finalmente, el libro cuarto lleva por título “Socuéllamos, las tinajas del Caballero del Verde Gabán”, y en él se estudian muchas cosas relativas al tema, como la estructura y permanencia hoy de las casas encomienda, las casas de tercia y los almacenes de trigo y pósitos de estos grandes pueblos, en los que vivían hidalgos de todo tipo, empeñados en dar vida a su agricultura, sus bosques, sus viñedos…
La razón de esta Colección de libros “Tierra del Quijote”, según expliqué (porque sin mayores méritos para ello soy el director de ella) en Toledo, es la de sacar a luz nuevas investigaciones que se están haciendo estos últimos años sobre la posibilidad de que la novela cervantina estuviera muy entrañada en la tierra, en las gentes reales que en ella vivían en aquellos años finales del siglo XVI, y que por lo tanto sea esa tierra todavía más genuina en punto a servir de acogimiento a una ficción de dimensiones universales.
Los autores de los libros
Varios han sido hasta ahora los autores de estos libros. Del primero de ellos, el profesor de Historia Moderna de la Universidad Complutense de Madrid, Pedro Andrés Porras Arboledas, nadie duda de su capacidad analítica de la historia del siglo XVI, de sus estructuras jurídicas, y de la sociedad manchega de esa época: documentos a cientos avalan sus teorías. De Juan Luis Segura Cobo, presidente de “Foro Castellano” en Tomelloso, le avalan otros libros, y especialmente de María Isabel Sánchez Duque, arqueóloga que actualmente dirige el Museo “Juan Mayordomo” de historia de Pedro Muñoz en Ciudad Real, su trabajo paciente, de años, en la búsqueda sobre el terreno de caminos, yacimientos, y marcas de una vida remota, intensa y cierta. Es finalmente Francisco Javier Escudero Buendía, conocido en Guadalajara por la biografía que hace ya años escribió sobre el primer virrey de América, el alcarreño don Antonio de Mendoza, y sobre el palacio de la encomienda que él mandó construir en Socuéllamos, el autor que más insistentemente ha inspirado la colección y está sacando, cada mes, cada día casi, nuevos documentos que avalan teorías hasta ahora insospechadas. Por ejemplo, la que dice que Cervantes se inspiró en un tipo concreto, con nombre y apellidos, con casona en Miguel Esteban y traje de armadura férrea que andaba por los caminos de la Mancha alanceando enemigos…
De esta teoría lanzada por Escudero Buendía y Sánchez Duque, se han hecho eco todos los periódicos (todos los del mundo, me refiero, desde Toledo a San Petersburgo, y desde Sidney a Belgrado) en los pasados meses. Y de su personalidad, de sus investigaciones y de sus propuestas quiero hacer ahora también un breve resumen, porque lo que ellos encuentran, presumen y sospecha, pueden derivar cambios radicales en la consideración de la novela cervantina y de su universal protagonista.
En la presentación de los libros “Tierra del Quijote” de anteayer en Toledo, se habló de esto fundamentalmente. De las teorías que apuntan a un origen real, personal, palpable, documental, del personaje cervantino. En “La Razón”, “El Mundo” y “El País” de los últimos domingos, han aparecido varios reportajes a plana entera contando la esencia de estos hallazgos, que sin duda van a quedar reflejados en un próximo número de la Colección “Tierra del Quijote”.
El historiador y la arqueóloga que en el número 3 de la Colección desvelaron la localización del lugar en el que se alzaba la venta donde se armó caballero Don Quijote de la Mancha, han avanzado sus nuevos descubrimientos históricos y aseguran que la trama de El Quijote tuvo protagonistas reales, coetáneos de Miguel de Cervantes y vecinos de los municipios manchegos de El Toboso y Miguel Esteban.
Pedro de Villaseñor, que era amigo de Cervantes como el escritor alcalaíno reconoce en «Los trabajos de Persiles y Sigismunda«, y Francisco de Acuña, otro hidalgo manchego, intentaron matarse a lanzazos en el camino de El Toboso a Miguel Esteban en 1581, según documentos que se conservan en el Archivo Histórico Nacional, en su sección de Órdenes Militares. En ellos se evidencia que a diario, Villaseñor y Acuña iban vestidos como caballeros medievales, con cascos, broqueles, cotas, montantes y dagas, de lo que Escudero y Sánchez Duque consideran que Miguel de Cervantes bien pudo conocer estos hechos -ya que los Villaseñor eran sus amigos- y parodió con su novela una historia y personaje reales.
«Encontramos que los Acuña intentaron matar a los Villaseñor vestidos de caballeros, con todo el aparataje medieval, y nos dimos cuenta de que la historia de Don Quijote no es inventada, es real: es lo que hacían los enemigos de los Villaseñor contra ellos. Increíble pero cierto, está documentado», afirma con énfasis Escudero. Antes de esa fecha está documentado en 1573 el intento de asesinato de otro Villaseñor, Diego, en El Toboso y aquí aparece un tercer personaje, Rodrigo Quijada, que fue procesado aquel año y cuya vida fue, cuanto menos, polémica. A su apellido, Quijada, pudo añadir Cervantes un sufijo peyorativo que derivó en Quijote. Escudero explica que El Quijote es «una parodia, una burla» y teniendo en cuenta que no se escriben novelas para burlarse de amigos, Cervantes debió gestarla para «ridiculizar» a quienes eran no ya sus enemigos, sino los enemigos de los Villaseñor.
Según manifestaron en Toledo hace un par de días Escudero y Sánchez Duque, todavía se encuentran en la fase preliminar de sus estudios, pero el camino emprendido se ve fértil. Y afirman “lo que parece evidente es que el Quijote está dedicado a burlarse de esos enemigos de los Villaseñor que, posiblemente, también sean enemigos de Cervantes o a quienes Cervantes consideraba enemigos».
En el entorno visitado, documental y geográfico, los autores de estos libros han llegado hasta el regidor Rodrigo Quijada, de quien han hallado media docena de documentos, ninguno de los cuales le retrata como un hombre «bueno», ya que fue «un personaje muy polémico que estuvo muy mal visto en todos los pueblos de la zona», y que, según su biografía, se merecía el maltrato que se le da al Quijote en la novela. Este individuo debió morir hacia 1581, según datos que ha aportado Alfonso Ruiz Castellanos, cronista de Quero (Toledo) e investigador de los Villaseñor. Todos los personajes, además, confluyen en un entorno geográfico muy concreto (la Mancha santiaguista de Quintanar, Mota del Cuervo, Alcázar de San Juan, Campo de Criptana, El Toboso, Tomelloso…), que además fue visitado y era conocido por Miguel de Cervantes.
Los dos investigadores que en Toledo fueron protagonistas de este empeño, en el inicio del año conmemorativo de la Edición de la Segunda Parte del Quijote, intuyen que sus estudios traerán polémica, pero avanzan que van a seguir trabajando para demostrar si, por ejemplo, Rodrigo Quijada fue enemigo de Cervantes o de sus amigos los Villaseñor «y se merecía que se burlaran de él en la novela». En este sentido, repitieron que indagar en los Villaseñor, Acuña, Quijada y otros hidalgos de la zona es «una buena línea de investigación porque es el caldo del que bebe Cervantes» y porque puede dar respuesta a la pregunta de por qué dedicó Cervantes una novela a una ciudad que no era la suya y a unos determinados personajes.
Tanto tiempo de investigaciones, tanto empeño en su línea, y tantas coincidencias entre documentos de archivos del siglo XVI y restos arqueológicos de caminos y cañadas, nos permite suponer que Escudero y Sánchez Duque van a demostrar en próximos números de la colección «Tierra del Quijote», y en varios foros internacionales en 2015, una nueva visión de la novela que, en cualquier caso, será de obligada relectura en este año que ahora comienza.