Los Mendoza dan qué hablar

viernes, 25 enero 2013 2 Por Herrera Casado

El próximo martes 29 de enero, en la Sala de Actos Múltiples del Centro Cultural San José va a tener lugar la presentación de un libro clave para entender algunos aspectos de la remota historia de Guadalajara. La que surge a través de personajes, de sus ideas y sus posibles. La que tuvo por motor a un linaje tan influyente que llegó a ser considerado como una Corte y un poder paralelos al de los reyes: los Mendoza.

En el conjunto de la bibliografía sobre los Mendoza, su historia ancha, el patrimonio generado, las tendencias artísticas y sociales, sus personajes, sus hazañas, sus curiosidades… aparece ahora un libro que viene a ser recopilatorio de todo ello, y que acude aportando incluso algunas novedades. La obra titulada “Los Mendoza y el mundo renacentista es sin duda un apasionante volumen en el que se pueden encontrar muchas y variadas apariciones de los miembros del linaje mendocino, a través de sus manifestaciones como militares, eclesiásticos, embajadores, virreyes… y como coleccionistas de arte, protectores y donantes.

El libro surge como expresión escrita de las comunicaciones que se leyeron y comentaron en las primeras “Jornadas Internacionales sobre documentación nobiliaria e investigación en Archivos y Bibliotecas”, celebradas en Toledo, en su Facultad de Humanidades, del 25 al 27 de noviembre de 2009. Dirigido el encuentro por los profesores Antonio Casado Poyales y Fernando Llamazares Rodríguez, con la colaboración de Francisco Javier Escudero Buendía y JoséLuis García de Paz, un buen número de investigadores, historiadores del arte y la cultura, y profesores del ámbito de nuestra región se dieron cita en este simposio, del que han salido ahora, tres años después, las actas publicadas, cuajadas de noticias de gran interés, y que sin duda son la expresión más suculenta y útil de aquella pasajera reunión.

Un caudal de noticias

Son un total de once trabajos los que ocupan las 252 páginas de este volumen titulado “Los Mendoza y el mundo renacentista”. En cuatro aspectos divididos, y que ya por sí solos dan idea de las intenciones de la obra: El entorno familiar de los Mendoza es uno, otro son las fuentes documentales y bibliográficas para el estudio de la época, un tercer bloque de comunicaciones se centra en la Arquitectura, el Arte y el Urbanismo, y finalmente no falta la proyección americana de los Mendoza, cuestión apasionante todavía no suficientemente desvelada.

En el primer apartado, destacan los artículos que escriben JoséLuis García de Paz, dela Universidad Autónomade Madrid (seguramente el mejor conocedor del linaje mendocino a día de hoy) y María del Carmen Vaquero Serrano, del Instituto “Alfonso X el Sabio”. Ellos se encargan en sus trabajos de analizar la generalidad del linaje y de alguna de sus personalidades en concreto. Así García de Paz escribe sobre “Los Mendoza, una dinastía en un mundo renaciente” y “Las mujeres de los Mendoza”, mientras que Vaquero nos aporta una apasionante visión de la vida de “María de Mendoza, una mujer culta del siglo XVI”.

En el segundo apartado, más centrado en la documentación y la bibliografía, surgen las comunicaciones de Aránzazu Lafuente informándonos a fondo sobre “Los Mendoza y la Casa del Infantado en los fondos del Archivo de la Nobleza”, así comola de MiguelF.Gómez Vozmediano que nos traslada su saber sobre “El mundo de la cultura escrita y el universo de los Mendoza durante el Renacimiento castellano”. Es finalmente el tandem de bibliófilos alcarreño-norteamericano que forman J.J. Labrador y Ralph DiFranco quienes nos dan su visión dela “Poesíaerótica de Diego Hurtado de Mendoza”.

En lo referente al arte, hay un trabajo inmenso y poderoso, muy centrado y prácticamente definitivo, del profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha, Fernando Llamazares Rodríguez, sobre “El mecenazgo artístico del Cardenal Mendoza en Toledo”, en el que hace un repaso exhaustivo a las obras patrocinadas, en la catedral y en la ciudad toda, por el cabeza del linaje en la segunda mitad del siglo XV, aportando novedades acerca de la autoría del gran mausoleo cardenalicio en el presbiterio de la catedral primada.

Mi aportación personal en este volumen está centrada en la proyección del Cardenal Mendoza como introductor del Renacimiento en Castilla, a través de Guadalajara, bajo el título “El legado arquitectónico de don Pedro González de Mendoza, Cardenal de España, en la tierra de Guadalajara”. Todavía es el profesor Jean Passini de la Escuela de Altos Estudios en Ciencias Sociales de Francia, quien aporta su investigación acerca de “Las casas del comendador Garcilaso de la Vega en San Román y del poeta Garcilaso en Santa Leocadia”.

Se completa el volumen con dos trabajos en torno a la proyección americana de los Mendoza, y los entresijos de su dominación y posibilidades de haber formado una dinastía e incluso una monarquía en América, siendo el archivero y miembro de ANABAD, Francisco Javier Escudero Buendía quien nos habla de “El Virrey de México don Antonio de Mendoza y la monarquía indiana” yla profesora CarmenAliciaDávila Munguía dela Universidad Michoacanade Hidalgo la que escribe acerca de “El Virrey Antonio de Mendoza y la Fundación de Valladolid de Michoacán”.

No tengo aquí espacio para comentar y glosar cada uno de estos trabajos. Sí para decir que todos están a la altura científica que se trató de alcanzar en las Jornadas organizadas por la Universidad de Castilla la Mancha y ANABAD, y que uno por uno, cada uno en su parcela específica, dan un amplio repaso a la herencia mendocina en nuestra región, y proyectan y resaltan la importancia del linaje de Mendoza  en la construcción de la nación castellana, en sus modos sociales, sus pensamientos y sus patrocinios. Un libro de obligada lectura para cuantos se interesen por la cultura histórica y patrimonial de Castilla la Mancha, de Guadalajara y Toledo, del México inicial y de la cultura española.

Una mujer excepcional, María de Mendoza

Entre las figuras mendocinas que se alzan protagonistas en este libro, está una de las muchas mujeres del linaje que tuvieron algo más que una bella presencia entre los muros de sus palacios. Es María de Mendoza, hija del conde de Mélito, Diego de Mendoza, y por tanto nieta del Cardenal de España, la que en una situación familiar complicada, alterada, con una madre (Ana de la Cerda) muy dominante y casi violenta, se dedica a la lectura y al pensamiento, teniendo tertulias y contactos, en Alcalá de Henares, Madrid y Pastrana, donde vivió algún tiempo con su sobrina la princesa de Éboli, con otros intelectuales de la época, siendo muy aficionada a la poesía y a la investigación histórica, dejando en su testamento, que no fue rico ni abundante, 100 ducados y todos sus libros al humanista Alvar Gómez de Castro, con quien comulgó en muchos de sus intereses intelectuales. Es José Luis García de Pazquien mejor y más brevemente centra la figura de María de Mendoza y su entorno familiar en esta noticia: http://www.uam.es/personal_pdi/ciencias/depaz/mendoza/mariame1.htm, aunque la información que aporta Vaquero Serrano en este libro, es fundamental y aumenta lo que ya dijo en su trabajo “Books in the sewing basket: María de Mendoza y de la Cerda”, publicado en el obra multiautoral “Power and Gender in Renaissance Spain” que a través de la Universidad de Illinois dirigió en 2003 la investigadora máxima de los Mendoza, Helen Nader.

Un patrimonio  en conflicto: las casas mendocinas

Mi intervención en este libro, humilde y complementaria a otros mejores discursos e investigaciones, va destinado a insertar en el contexto de los Mendoza y el mundo renacentista la capital intervención de don Pedro González de Mendoza, obispo de Sigüenza y arzobispo de Toledo, además de Cardenal de España y canciller de los Reyes Católicos, en orden a la introducción del humanismo y sobre todo las formas del arte del Renacimiento en España.

Hablo, como es lógico, de los lugares donde el cardenal y sus arquitectos y tallistas (fundamentalmente Lorenzo Vázquez de Segovia y los artesanos que con él trabajan, todos con las retinas cuajadas de grutescos y candeleros italianizantes) imponen las nuevas estructuras y decoraciones llegadas de la península itálica: el colegio de la Santa Cruzen Valladolid, el hospital de la Santa Cruzen Toledo y el palacio de los duques de Medinaceli, sus sobrinos, en Cogolludo. Pero también de la sillería del coro y el púlpito de la Epístola en la catedral de Sigüenza, o del claustro del castillo-palacio de Jadraque, de su intervención en la fortaleza de Pioz y en general de las importantísimas obras llevadas a cabo en su mandato en la catedral seguntina, de las que quedan esta inscripción en lo alto de la cornisa del presbiterio catedralicio: Por mandado del Reverendísimo e Ilustre Sr. D. Pedro González de Mendoza, Cardenal de España, Arzobispo de Toledo e Obispo de Sigüenza, Primado de las Españas, Canciller Mayor de Castilla… se reedificó e enlosó de nuevo esta Capilla e se pusieron las vidrieras e la reja e se fizo de nuevo el Sagrario e Retablo, todo con las ayudas de su señoría Reverendísima. Año 1488, obrero D. Fernando de la Coca.

Sin embargo, la mejor y más exquisita obra patrocinada por don Pedro en su trayectoria de magnate de las artes, ha resultado perdida, y hoy no se conoce nada más que su emplazamiento. Me refiero a las que fueron sus casas mayores, su palacio residencial, que estuvo frente a la iglesia de Santa María (de la que tuvo también, casi en la infancia, título de arcipreste) y que fueron admiradas por viajeros europeos en los años finales del siglo XV, cuando don Pedro vivía allí largas temporadas, y rodeado de una pequeña corte se dedicaba a coleccionar monedas y camafeos, pinturas y libros manuscritos: Lalaing y Rosmithal se admiran de aquellas suntuosas salas, de los capiteles de su patio, de la gran pajarera sonora. Esa mansión inaudita, quizás la joya máxima del Renacimiento en Guadalajara, se perdió para siempre en el incendio que asoló el edificio en los finales años del siglo XVIII. Después se alzó, sobre su solar, patrimonio ya del Estado, el Banco de España en Guadalajara, que trasladado al nuevo edificio frente a San Nicolás en 1934, el viejo se destinó a escuelas de primera enseñanza (“el Banco” lo llamaron mucho tiempo) hasta que se derribó por viejo, y se alzaron otros edificios para colegio y Escuela de Idiomas, que también finalmente se derribaron y hoy es un caótico aparcamiento en cuyo solar se ha pensado levantar edificio para sede de la delegación provincialde la Junta de Comunidades. Pero como el gobierno de la entidad autonómica está poco menos que en bancarrota, aquello ha quedado aparcado sine díe, y en su subsuelo permanecen ignotos los secretos de aquel magno y singular edificio. Una excavación seria y rigurosa nos daría sin duda explicación de su planta, estructura, funciones y, posiblemente, restos ciertos de la grandeza mendocina. Habrá que esperar mejores tiempos.