Orea, en el confin

viernes, 19 agosto 2011 1 Por Herrera Casado

 A veces el viajero se anima y se lanza a los extremos más lejanos. El verano es buena época para llegarse hasta las estribaciones de la sierra de Albarracín, que es en las que se encuentra situada la localidad de Orea, la más alta de todas las de la provincia, pues se encuentra exactamente a 1.497 metros sobre el nivel del mar.

Se encuentra rodeada de montañas y bosques, en un ambiente muy serrano, fresco, verde. Es uno de esos enclaves que merecerían ser mejor conocidos, más visitados. Pero a ello no llega por una cuestión capital: y es la distancia a todos los sitios. Orea está lejos de Guadalajara, de Molina, de Teruel, de Valencia… pero al final viene lo mejor: y es que existe, y que por tanto se puede llegar, se puede ver y disfrutar de ella.

La mejor forma de llegar desde nuestra provincia, es por Molina, siguiendo primeramente la carretera CM-210 y luego la CM-2111 que pasa por Tierzo, Terzaga, Megina y Checa, alcanzando Orea tras 47 kilómetros desde la capital del Señorío. Otra forma es ir desde Orihuela del Tremedal, en Teruel, a través de los pinares altos del extremo de la sierra de Albarracín.

La Casa Grande de Orea, tal como se veía en 1978. Hoy ya no existe.

Memoria cierta de Orea

 En el corazón de la sierra de Albarracín, y en un amplio espacio de prados y sotos, se extiende el caserío, aunque todo el término se ve salpicado de ingentes picachos (el pico de la Gallina, de 1.883 metros, es el más alto del Señorío molinés, y linda con Teruel) de numerosos arroyos y fuentes, de muy densos pinares. Una finca, que antiguamente fue poblado, destaca en su término como espléndida de paisajes y bosquedales: la de Villanueva de las Tres Fuentes. También es grande y rica la de Villarejo Seco, que antiguamente perteneció al Común molinés.

Para el excursionista, serán también muy a tener en cuenta los magníficos emplazamientos naturales que el ICONA ha adecuado recientemente, con bancos, barbacoas y diversos servicios para gozar plenamente de la naturaleza, en la «Fuente de la Canaleja», en el monte de la dehesa de Valdemalos, a la que se llega por buena pista forestal, a 6 Km del pueblo; en la «Fuente del Cerrillo Herrero», en la misma dehesa, a 2 km del pueblo por pista asfaltada; y en la «Fuente de la Jícara», a la que también se llega, por pista asfaltada, a 4 kms. de la villa.

Se han encontrado en su término diversos restos arqueológicos. El historiador Sánchez Portocarrero refiere haber hallado en sus cercanías «urnas de huesos quemados, monedas notables y antiguallas de la gentilidad». Ello nos hace suponer que algunas tribus celtíberas tuvieron su asiento en los fértiles valles de esta zona. Su origen cierto es en la repoblación del territorio por don Manrique de Lara, en el siglo XII, habiendo llegado población del norte de Castilla, y de las zonas vasca y navarra. En el testamento de doña Blanca de Molina, dejó Orea a su caballero Fernán Sáez. Luego fue aldea del Común, debiéndose proteger en el siglo XV de los continuos ataques del caballero de Motos. Por su riqueza mineral, en el siglo XVII el rey Felipe IV estableció en este pueblo una muy importante fábrica y fundición de Artillería, en la que se hicieron balas de hierro, especialmente en la época de la revuelta de Cataluña durante su reinado. También se estableció un centro artesanal de paños. Hoy el pueblo vive de los recursos forestales y la ganadería.

Por el término pueden contemplarse las mínimas ruinas de un antiguo castro o castillo en el cerro de la Mezquita; también se aprecian restos de la torre levantada por el Concejo como defensa ante las agresiones del de Motos.

La iglesia parroquial está dedicada a la Asunción. Está construida de sillar y sillarejo, de tonos intensamente rojizos. A poniente se alza la espadaña, que termina en un remate de tipo triangular muy rebajado. La puerta de entrada se abre en el muro sur, ante un atrio abierto, y es semicircular y adovelada. El interior es de dos naves, renovado recientemente: tiene un retablo mayor barroco, pequeño, al que han acoplado a sus lados otros dos del mismo estilo. En el centro.está en un cuadro la Virgen María en Asunción, como patrona de la iglesia y del pueblo, y junto a ella destaca una talla de San Juan Bautista. Los altares laterales adosados en la cabecera del tmeplo presentan, de un lado, un Cristo de talla, magnífico. más San Roque, la Virgen del Rosario y la Virgen de la Cabeza.

A la entrada del pueblo se encuentra el pairón de las Animas, en sillar de arenisca rojiza, de época barroca. Es uno más de la enorme colección de pairones que pueblan el Señorío en todos sus rincones, a las entradas de las aldeas, en los cruces de los caminos. Este de Orea es verdaderamente grande, suntuoso: parece que tiene vida propia, que va a arrancar a hablar de un momento a otro

 Patrimonio perdido de Orea

 Entre los escasos restos del patrimonio artístico que tuvo Orea, el viajero se lleva la desilusión, en este viaje a ahora, de no encontrar ya la famosa “Casa Grande”. De ella dije, cuando realicé el Inventario del Patrimonio Artístico de la provincia, allá por 1978, que En el pueblo destaca también la Casa Grande, una típica casona molinesa, de planta cuadrada, con puerta principal adornada de diversas molduras, rematando en sencillo frontón. Las ventanas bajas y del piso van también decoradas en sus cercos con molduras barrocas. El escudo de armas que había sobre la puerta fue vendido hace unos años a unos anticuarios”. De ella hice una fotografía que al menos la salvó, -la salva ahora- del olvido total. Pero ya entonces parecía barruntar que malos tiempos se cernían sobre ella. Tan malos, que en un momento determinado y que nadie me precisó, fue derribada para construir otra nueva, de la que aporto también fotografía a este trabajo. Así puede compararse lo que se perdió con lo que se ha ganado. Este ha sido el destino de tantos y tantos nobles edificios, que han caído bajo la piqueta solo por un motivo: porque eran viejos. Un edificio más que tendrá que añadir, (cuando se haga la tercera edición) nuestro amigo el profesor García de Paz en su obra “Patrimonio Perdido de Guadalajara”, cada vez más monumental y ancha.

 Naturaleza y Fiestas

En Orea lo que prima es sin duda su valor ecológico, la riqueza natural de su medio ambiente, los bosques y montañas que la circundan. Está en plena “Sierra del Tremedal”, entre la de Albarracín y la Serranía de Cuenca. Desde 1998 todo el municipio se encuentra incluido dentro del Parque Natural del Alto Tajo. Por el término corren además del gran Tajo, los ríos Cabrillas y Hoceseca. Hay un estupendo Camping municipal, un albergue, varias casas rurales y hostales… lo mejor es planificar y reservar con tiempo, para que al llegar encontremos lugar de reposo. En las excursiones que pueden planearse encontraremos minerales interesantes; distintas especies de hongos; droseras o plantas carnívoras, aves forestales como los herrerillos, los carboneros, los piquituertos, picapinos y muchas (todas) rapaces y carroñeras, además de ciervos, corzos y jabalíes.

En la Fiesta mayor, que se celebra en Septiembre, en honor a la Virgen patrona, la de la Asución, y del Santo roque, es famosa la ceremonia de la Reverencia, que consiste en un baile de banderas ante la imagen, en el que compiten muchos jóvenes con cabriolas de pesadas banderas manejadas con una sola mano. Antiguamente eran los quintos que venían del servicio militar los que hacían esta muestra. Hoy, al no haber ya Servicio militar, lo hacen todos los jóvenes que quiere tanto chicos como chicas. La fiesta se articula en torno a peñas, y el eje son los ritos católicos de misas y procesiones, aunque cada vez cobran más protagonismo los actos populares, bailes y músicas.