La Ruta del Cid por Molina

viernes, 16 abril 2010 0 Por Herrera Casado

En los próximos días se va a reunir en Guadalajara, en sesión plenaria y habitualmente rotatoria por las diversas provincias en que discurre el Camino del Cid, el Consorcio que lo promueve, lo estudia y lo acredita de una forma pública.

Quienes nos movemos por los caminos de la provincia, de forma habitual, rastreando memorias y buscando testimonios del pasado histórico de nuestra tierra, tenemos el convencimiento de que la Ruta que para este Camino del Cid se ha trazado no es la más ajustada a la estricta memoria histórica de su trayectoria ni la más concordante con el monumento literario que la avala, el “Cantar de Mío Cid”

 

Un objetivo cultural y turístico

Es de todo punto encomiable que, hace años, se creara este Consorcio interprovincial que velara y promoviera la memoria del Cid Campeador, de sus hazañas y, sobre todo, de los espacios, paisajes, pueblos y entornos por los que muy posiblemente pasó en su cabalgada eterna desde Burgos a Valencia.

Es una forma de promocionar el turismo de interior, que tanto lo necesita, y de dar a conocer los pueblos, las sendas, las viejas y mínimas estancias de la España de dentro, donde cabe toda sorpresa y en cuya médula suena todavía el galope, el cántico, la juerga y el miedo. Por esos caminos siempre poco visitados, en muchas ocasiones olvidados, y seguro que preteridos, caminó el Cid.

Los Caminos propuestos

Aunque el Consorcio, al trazar sus rutas turísticas, ha tratado de ceñirse lo más fielmente posible a las referencias literarias del “Poema de Mío Cid”, es evidente que existen en España otras tradiciones, orales, y muy firmes, que ofrecen otros lugares de paso del héroe castellano. Para la provincia de Guadalajara, se han propuesto oficialmente dos caminos, que aquí recordamos para quien los quiera conocer y andar. Uno de ellos, el llamado “Tierras de Frontera”, se refiere al norte de la provincia, y es el más clásico, con la entrada a nuestra tierra por Miedes de Atienza, y la llegada a Anguita, a sus cuevas junto al río Tajuña, para desde allí marcharse al norte, a Medinaceli. No cabe duda que este camino participa en su mayor parte del rastro literario del “Cantar”, y en él aparecen los pueblos de Atienza, Jadraque, Castejón, (que no Sigüenza, sin apenas interés estratégico en aquella época) y Alcolea con Aguilar y Anguita como pasos previos a la subida al Campo Taranz y por el valle del Arbujuelo bajar al Jalón por Medinaceli.

El segundo camino es la llamada “Ruta de las Tres Taifas”, en la que creyendo que Rodrigo Díaz pasó en varias ocasiones por Molina de Aragón, se le ha añadido un trayecto por el Señorío, un trayecto de ida y vuelta, pues la ruta viene desde Monreal del Campo, en Teruel (allí se alza una alta cota a la que llaman “Cabeza del Cid”) y llega hasta Molina ciudad, volviendo desde allí a través de la Virgen de la Hoz y el desfiladero del Gallo, Escalera, Orea y Checa, hasta alcanzar Orihuela del Tremedal. Se me hace muy rara esta excursión cidiana por el Señorío de Molina, y más por tan espectaculares paisajes, que hoy gustan a todos, porque son fragosos y deslumbrantes, pero que en el siglo XI se obviaban por los viajeros, al ser difíciles, favorables a emboscadas, penosos y largos de recorrer. Si se trata de llevar hoy a los viajeros por los paisajes hermosos del Alto Tajo contándoles que por allí pasó el Cid, me parece, cuando menos, atrevido y frívolo. El Cid y sus mesnadas viajó siempre, a lomos de sus caballos y junto a sus pertrechos guardados en carros, por los caminos más fáciles y cómodos, por los horizontes más despejados y por las líneas más rectas y directas. El camino de Molina a la sierra Menera lo haría por el valle del Bullones, acampando (esa es la tradición transmitida de generación en generación), en la Dehesa de los Arauz, junto a Tierzo, rumbo a Aragón por Checa y Orea.

Una nueva propuesta: La Ruta Lineal por Molina

Desde hace tiempo, un grupo de estudiosos de nuestra provincia ha ido buscando razones para consolidar un tramo de la historia del Cid sobre el suelo molinés. En esta ocasión de la reunión del Consorcio, un grupo de gentes de Guadalajara hemos tratado de hacer ver a los administradores del Camino que ese tramo es lógico, cierto y merecedor de ser incluido en la “Ruta del Cid” como un complemento a lo hasta ahora establecido. Hemos firmado un manifiesto que será entregado al Consorcio el día de su reunión, para que lo considere en adelante con la posibilidad, no de anular lo anteriormente establecido y consolidado, sino de añadirlo a la ruta de las Tres Taifas, igual que se hizo en la ruta de “Tierras de Frontera” con la bajada de Alvar Fáñez y su mesnada río Henares abajo, hasta Guadalajara y Alcalá.

Esta Ruta Lineal que se propone es el tramo que va de Medinaceli a Molina en línea recta, atravesando la Sesma del Campo del Señorío molinés. Es el camino que recorren varias veces los lugartenientes del Cid, su esposa doña Jimena, sus hijas y  los condes de Carrión. Sirve a la continua comunicación entre Valencia y Burgos, lo que suponía pasar por Molina y de allí a Medinaceli. Molina se declara tributaria del Cid y Aben Galbón su amigo. Es un lugar decisivo en el Camino, por ser citada repetidas veces, precisamente como lugar de descanso y apoyo a los personajes cidianos que recorren el tramo Molina-Medinaceli por indicación expresa de Cid. Aunque en ningún momento el “Cantar” diga que Rodrigo pasó por Molina. Lo hicieron sus capitanes y sus familiares.

Este trazado que se propone ahora es el que desde Medinaceli, ascendiendo al Campo Taranz por el valle del Arbujuelo, y siguiendo la sierra de Aragoncillo y Pardos por su cara norte, pasaría por los actuales lugares de Labros (donde se mantiene la toponimia de “Valderrodrigo” y “Pozo Bermúdez”), Hinojosa (presidida por el gran “Cabezo del Cid”), Tartanedo (con sus parajes de “Ciria” y “Mataciria”), y Rueda de la Sierra para llegar, acortando algo, a Molina por su “Torre de Aragón”, ya alzada y poderosa en aquella época. Y viceversa. Un camino fácil, antiguo y lógico.

Es la parte que pone en comunicación de forma lineal el trayecto completo Burgos-Valencia. Esta es la prueba: ese camino total pasaría desde Burgos por San Esteban de Gormaz, Berlanga, Atienza, Sigüenza, Medinaceli, Molina, Albarracín y de allí a Valencia por Teruel, Mora de Rubielos, Jérica, Sagunto y el Puig.

Tres razones para la propuesta

De tres tipos son las razones con que argumentamos esta propuesta de la Ruta Lineal del Cid por Molina: toponímicas, literarias e históricas.

Las razones toponímicas están radicadas en los apelativos que siguen dándose, desde hace siglos, a diversos parajes y espacios del territorio. Así, en Rillo de Gallo hay en la plaza un arco de sabor medieval que sigue llamándose Arco del Cid. La villa de Hinojosa se asienta al pie del cerro Cabeza del Cid, que es un cerro vigía de base amplia y achatado en su altura, donde hubo en los siglos antes de Cristo un gran castro celtíbero. También en Hinohosa hay otro cerro al que llaman Cabeza de Alvar Fañez, y en Labros se apuntan los parajes de Valderodrigo o Pozo Bermudez, con claras y precisas resonancias cidianas. En término de Tartanedo queda todavía el mínimo despoblado de Ciria, bajo el monte de Mataciria. Seguros estamos de que en otros pueblos de la sesma del Campo quedan espacios, pagos y puntas que llevan algún efímero y remoto memorial del cid en sus nombres.

Las razones literarias se ilustran con un texto de la novela “La Gaznápira”, de Andrés Berlanga, ambientada en el pueblo de Labros, al que el autor denomina Monchel en su ficción. El origen de esta palabra es explicado a la protagonista por la abuela con ayuda de un texto a modo de crónica medieval: Formando el campamento con más de dos mil vasallos, Rodrigo Díaz mantuvo puesto el sitio nueve meses cumplidos…Al décimo mes se le rindieron al de Vivar todos los infieles, mientras su servidor Jerôme, natural de Roncesvalles o de más lejos, pedía perdón para justos y pecadores, postrado en la Cima de esta Cabeza que llamaron más tarde del Cid, contemplando el avanzar de los suyos por el cerro empinado que levanta las casas hasta el cielo, entre montes de muchas sabinas y grandes asperezas, en tanto elevaba preces en su lengua de extranjería, “Mon ciel, mon ciel”, de cuyas palabras se quedó el lugar con la denominación de Monchel.

Finalmente, las razones históricas, descansan a su vez en dos apoyos. Uno es el propio “Cantar de Mío Cid” al que de siempre se ha dado verosimilitud de crónica documental fidedigna, (por eso se han querido hacer todas las rutas del Cid, hoy oficializadas, basadas en él) y otros son los diversos libros y crónicas de historiadores antiguos que han seguido anotando las tradiciones orales y consagrándolas en sus obras. De estas son las que aportan los historiadores molineses Sánchez Portocarrero o el licenciado Núñez, aludiendo ambos a estos lugares como  escenarios de las  conquistas del Cid. Núñez cree seguro que fue en Hinojosa, en el cerro ahora llamado Cabeza del Cid  y no en el lugar  llamado Poyo del Cid en Teruel, donde puso su campamento después de dejar Alcocer para asegurarse el dominio y los tributos de las ciudades cercanas de Medinaceli, Calatayud o Teruel, además de Molina. Sánchez Portocarrero lo plantea como mera posibilidad pero manteniendo que el legendario caballero debió andar y ganar aquellos territorios en duros enfrentamientos.

Y en cuanto a las razones que nos da el cantar de gesta, el Poema del Cid, son varias: hay que tener en cuenta que según el texto, es Alvar Fáñez quien, por mandato de su capitán el Cid, recorre el tramo de Valencia a Medinaceli para pedir al rey Alfonso VI que deje marchar a doña Jimena, esposa de don Rodrigo, y a sus hijas a Valencia, ofreciéndole como regalo cien caballos. Y siguiendo esas instrucciones, Alvar Fáñez hace el camino junto a sus compañeros Pedro Bermúdez, Muñoz Gstioz, Martín Antolinez y el obispo Jerónimo, diciéndoles:

Seguid hasta Molina que mas adelante está

la gobierna Abengalbón, amigo y hombre de paz,

otros cien caballeros bien os conseguirá,

id para Molina, cuanto podáis cabalgar. (v. 1463-66)

En  Molina se les une el mismísimo Abelgalbón, y así describen el camino de Molina a Medinaceli, sin duda atravesando la sierra de Pardos y Aragoncillo hacia Taranz y por el Arbujuelo a Medinaceli:

A la mañana siguiente se disponen a cabalgar,

ciento le pidieron, mas él con doscientos va.

La sierra bravía y alta ya se la dejan atrás,

luego cruzan la llanura de Mata de Taranz,

mucha confianza tienen, sin ningún recelo van,

por el valle de Arbujuelo, ya se aprestan a bajar. (v. 1489-93)

Meses adelante, el grupo de amigos del Cid hace el mismo camino, pero en sentido contrario: de Medinaceli van a Molina:

Entraron en Medina, los servía Minaya (v. 1543)

Pasada la noche, venida es la mañana,

han oído misa y a continuación cabalgan.

De  Medinaceli salen, el río Jalón pasaban,

por el Arbujuelo arriba de prisa espoleaban,

la llanura de Mata de Taranz atravesaban,

llegan por fin a Molina, la que Abengalbón mandaba. (v.1540-46)

 Así pues, desde Molina a Medinaceli, bien por Rillo, Herrería y Mazarete, hasta Maranchón y el campo Taranz irían, o por el contrario, subiendo desde la torre de Aragón a Rueda, por las llanuras del Campo hasta Labros y luego bajar cómodamente por los sabinares de Establés y Turmiel, siempre pasando por el Campo Taranz, que está entre Codes y Maranchón, para por el valle del Arbujuelo bajar a Medinaceli.

De este modo queda bien contrastado que el “Camino del Cid” por Molina tiene asegurada su realidad en este trayecto, clave en las comunicaciones derechas y seculares entre Burgos y Valencia. Y que por esa razón debería ser incluido en las Rutas oficiales del “Camino del Cid”, como en estos días muchos molineses y gentes de la provincia piden a quienes tienen la capacidad de modificar estas singladuras.