Las entretelas de Hontoba
En el valle del Tajuña, resguardada entre los hondos `pliegues de los cerros que forman otro pequeño valle al estilo de la tierra, se encuentra hontoba, que tiene en estos días el aire festivo y la algarabía que forman sus cada vez más numerosos habitantes.
Hontoba ha crecido de forma exponencial en los últimos años, gracias al aporte de habitantes que les han proporcionado las dos urbanizaciones que en la parte alta de su término se han construido, “El Mirador de Hontoba” y “Los Manantiales”.
Ello supone que en la actualidad esta villa alcarreña tiene el encanto tradicional de sus edificios, entre los que destaca una interesante iglesia románica, una nueva picota, y un parque moderno, y sus calles y edificios muy bien cuidados, como queriendo ser anfitriona de viajeros y excursionistas que se mueven para conocer nuevos espacios.
La historia de Hontoba
Será mañana sábado, y en el salón de su Ayuntamiento, cuando con motivo de las fiestas patronales se presente un libro que tiene por fundamento la “Historia de Hontoba”. Escrito por autor de la tierra, don Aurelio García López, se ofrece esta obra en segunda versión, actualizada, y en sus páginas secuenciada la historia, el patrimonio, y el costumbrismo, de esta villa alcarreña. Que, como dice el autor en su prólogo, nadie hubiera pensado que la humildad de este sitio escondido entre olivares y pinos, pudiera constituirse en un libro tan grueso y con tanta información.
El origen de la villa, cuyo nombre alude a una fuente honda o fuente encañada, fuente de la Toba o fuente blanca, se escapa a todo conocimiento, pero es claro que surgió en época de repoblación, cuando el nacimiento del reino castellano fue predisponiendo, entre fueros y donaciones, la aparición de aldeas que favorecieran el cultivo de la tierra y el afianzamiento humano de señoríos, feudos y del propio reino.
A comienzos del siglo XII, ya figura Hontoba en el territorio dominado, en la Alcarria baja, por la orden Militar de Calatrava. Los comendadores de Zorita ponen justicia, alcalde y alguaciles en este lugar. En el año 1498, por documento escrito en Alcalá, los Reyes Católicos, Isabel y Fernando, conceden a Hontoba el título de Villa, aunque sigue perteneciendo a la Orden de Calatrava, y en el reinado de Carlos I llega a pagar la cantidad de mil y cien ducados a las arcas reales, para no ser desmembrada de la Orden y seguir teniendo por único señor al Emperador. En el siglo XVII, el rey Carlos II decidió entregar el señorío de la villa de Hontoba a un alemán, don Francisco Antonio de Ettenhard y Abarca, caballero calatravo y teniente de la Guardia Alemana, pero la Orden protestó enérgicamente, aunque sin efecto. El señorío pasó luego a diversas familias por ventas y herencias.
El románico de Hontoba
En el capítulo patrimonial, el viajero que se acerque a Hontoba va a encontrarse con un templo cristiano, en el centro mismo de la villa, que obedece en su estructura y adorno al pleno estilo románico, en una línea de ruralismo plena, con añadidos posteriores, pero que en todo caso supone, para los aficionados al arte medieval, la clara expresión de todos los parámetros constructivos del estilo
Dedicada a San Pedro, su cabecera pertenece al final del siglo XII, siendo el resto obra posterior, del siglo XV. Tiene su acceso por el muro de poniente, entre dos gruesos machones. Al norte, muro liso y al sur, en un pequeño jardín, la puerta de arco conopial con adornos góticos. El ábside, orientado a levante, es semicircular, presentando en su centro una ventana aspillerada rodeada de imposta en medio punto. Se divide dicho ábside en cinco porciones separadas por haces de columnas adosadas en grupos de tres, y se remata en capiteles foliados y sencillos modillones. Sobre el arco triunfal de paso al presbiterio, carga la gran espadaña románica de cuatro vanos, ejemplar que sólo puede compararse al existente en Pinilla de Jadraque.
El interior es de tres naves, siendo más alta la central. Están separadas por gruesos pilares octogonales, con remates de alternadas molduras, que sostienen solemnes arcos. Se separa la nave central del presbiterio, que está más elevado, por un gran arco triunfal de cuatro arquivoltas de arista viva, iniciando el arco apuntado, apoyando sobre un par de capiteles foliáceos, sencillos y bellos, a cada lado. El presbiterio se cubre de alta bóveda de sillería, de medio cañón, y el ábside con bóveda de cuarto de esfera del mismo material, dando un aspecto imponente por sus limpias y grises paredes de piedra viva. También se puede admirar, todavía, el gran artesonado mudéjar que cubre la nave central, obra que presenta exquisitas labores de tracería geométrica de los ángulos y tirantes, y cuya fecha de elaboración puede fijarse en los primeros años del siglo XVI.
La picota y otras cosas
Como villa de jurisdicción propia que fue desde la época de los calatravos, Hontoba tuvo alzada una picota en su plaza mayor, en el ángulo justo donde cruzan sus miradas el edificio concejil y el ayuntamiento. De piedra, sobre cuatro gradas, la columna exenta de perfil cilíndrico, y en el remate un capitel cargado de cuatro medios cuerpos de leones que entre sus garras sostienen escudos. Encima de todo, un penacho con bola. Esta picota, de la que aún quedan imágenes antiguas, fue destruida en el tiempo de la Guerra Civil, y perdida por completo. Ha sido en años recientes, y gracias a la iniciativa de sucesivos ayuntamientos, que se ha planificado su reconstrucción y abordado con toda elegancia su nueva planta en el centro justo del pueblo y de la plaza. Hoy es, sin duda, y más según van pasando los años y estos van dorando su cuerpo pétreo, un símbolo claro y un elemento patrimonial a admirar.
También lo es alguna que otra casona de adovelados dinteles y escudos tallados. Y el urbanismo sereno de calles en cuesta y callejones estrechos, que rememoran unos siglos lejanos y unas formas de vivir sencillas. Quizás a destacar también sería la ermita de la Virgen de los Llanos, patrona del pueblo y que a pesar de su nombre vigila desde un alto cerro el hondo valle donde asienta la villa. Ese lugar fue tradicionalmente considerado el de la aparición de la Virgen, en un contexto de pastoreo local, y allí se puso primitiva ermita que, con los años, se renovó y acabó siendo enorme templo barroco, por el que también pasaron desamortizaciones, abandonos y destrucciones, dando hoy el resultado de una romántica ruina en medio de un denso carrascal. El sitio de los Llanos perteneció a los monjes jerónimos de Tendilla, que allí pusieron una especie de mini-convento, que servía para el retiro de algunos monjes que a su vez cuidaban de las ceremonias litúrgicas de la ermita.
Y aun el viajero puede encontrar en Hontoba, si tiene buenas piernas y tiempo para caminar el campo a través del término, infinidad de construcciones que allí llaman “tinadas” y que se forman de conjuntos de cabañas, corrales y colmenares, hechas con piedras y argamasa, y que se distribuyen, a docenas, por los altos de la alcarria hontobeña. En el libro que ahora se presenta, el autor se ha entretenido en reseñar y describir todas estas construcciones, y en ofrecerlas fotografiadas, seguro que en primicia, por lo que para los amantes de la arquitectura popular ya solo ese dato puede servirles de reveladora sorpresa.
Fiesta y rito de verano
Como en tantos lugares de nuestra tierra, Hontoba tiene en estos días del verano su fiesta mayor, en este caso dedicada a honrar su advocación mariana, que es la Virgen María en apelación de los Llanos. En esta ocasión se reúnen las familias, los grupos de amigos, y se acude a las ceremonias religiosas (novena y función mayor) culminando con la procesión con posterior subasta de las andas.
La verdad es que el peso de esas andas es liviano, porque la imagen de la patrona, la Virgen de los llanos, no puede ser más pequeño. Apenas 10 centímetros mide de alto, y está tallada en alabastro, rudimentariamente, en tipología clara de las “vírgenes de arzón” que en la Edad Media solían llevar los guerreros combatientes como talismán protector, clavada en la montura de su caballo.
Hay fiesta de toros, hay fuegos artificiales y hay esa serie de celebraciones que tratan de contentar a todos y a todas las edades: payasos en la calle, rastrillo solidario, música en vivo, baile nocturno, jolgorio para los pequeños y homenaje a la tercera edad. Este año, además, el rito cultural tendrá una excepcional relevancia, con la presentación del libro que he dicho al principio que con este motivo aparece: la “Historia de Hontoba” en segunda y renovada edición, de la mano de quien más sabe de este tema, y que además es hijo de la villa: el historiador alcarreño don Aurelio García López. Será mañana sábado, por la tarde, y en todo caso un buen momento para vivir el bullicio de la fiesta hontobeña.
Para saber más
El libro de Hontoba
La edición de este libro, titulado “Historia de Hontoba” y cuyo autor es Aurelio García López, ha sido patrocinada por el Ayuntamiento de la villa, y ha corrido a cargo de la editorial AACHE de Guadalajara que le ha incluido en su colección “Tierra de Guadalajara” como número 70 de la misma. Tiene un total de 320 páginas y en muchas de ellas aparecen fotografías en color, antiguos planos, detalles del arte y la arquitectura popular, etc., completándose con interesantes Aumentos Documentales y cuidada bibliografía. El prólogo del libro corre a cargo de Angel López Delgado, actual alcalde de la villa. Y en la cubierta, sobre fondo “rojo calatravo” una imagen del templo románico que caracteriza a la villa.