El Henares en peligro

viernes, 7 marzo 2008 1 Por Herrera Casado

A pesar de ciertos aires triunfales que de vez en cuando suenan, a través de los faxes oficiales, o directamente de boca de candidatos, en estos días de elecciones, la provincia de Guadalajara tiene ciento y una asignaturas pendientes que deben ser asumidas por las diversas administraciones que tienen la responsabilidad de hacer que este mundo, el nuestro, el de Guadalajara, sea cada día un poquito mejor.

Desde el permanente olvido para la comarca de Molina, hasta la depauperación de nuestras reservas hídricas en un trasvase que no se acaba nunca, los males pasan sobre todo, y ahora se centran, en el valle del Henares, que es junto el Tajuña el eje de nuestra tierra, pero que en el caso del primero se expone más porque es donde el desarrollo hincha sus pulmones y va dando soplidos por aquí y por allá. Desde un macrocomplejo urbanístico (campo de golf incluido) en Sigüenza, a la urbanización de la ampliación de Aguas Vivas sobre las mismísimas terreras del Henares, a las graveras que no dejan de aparecer en sus orillas, nuestro “padre río” no está en sus mejores momentos que digamos.

Curso y discurso del Henares

Nacido en un recóndito manantial que llaman “fuentes del Henares” en término de Horna, poco más arriba de Sigüenza, al principio como un simple hilo y finalmente como un río de dimensiones humanas, el Henares tiene 170 kilómetros que reparte por las provincias de Guadalajara y Madrid, acabando su ser al aportar sus aguas a las del Jarama, en término de Mejorada del Campo. Su cuenca abarca 4.100 km2. Es en su primer tramo, hasta Humanes, un río inquieto y saltarín, que recibe mucha agua por su orilla derecha: el agua que baja limpia y fría desde las sierras de Ayllón y Ocejón. Le llegan el Salado, el Cañamares, el Bornova, el Sorbe, y otros arroyos como el de las Monjas, el de la Vega, el Torote, etc. Y por el lado izquierdo muy pocos, entre ellos el Dulce y el Badiel. La Sierra y la Alcarria drenando su savia en este caudal que recibió la atención emocionada de romanos, árabes y cristianos, y que a muchos poetas lanzó a cantarle, tras verle en sus orillas hinchado de alamedas, de choperas, de olmedas y carrizales.

Cuando se hace manso y aquieta el paso desde Humanes al sur, le vemos que en su costado derecho crea una enorme vega (la Campiña) que ha permitido el crecimiento de muchos pueblos, y hoy de industrias, en esa orilla, mientras que en el lado izquierdo, su tenaz mordisco va creando las terreras rojizas, los cerros agrios, los horizontes levantados de la Alcarria. Hay que ver, para darse cuenta de esa tenaz tarea de siglos de arañazos y dentelladas, el “templo de tierra” que se ha formado (hay muchas otras curiosidades) en las faldas arcillosas y calcáreas en que se desploma “la Muela de Alarilla” sobre el río, frente a Humanes. Merece la pena recorrer el Henares, a pie y por caminos. Ya lo hizo en su día García Marquina, en aquel libro memorable que tituló “Los pasos del Henares” y que recomiendo a mis lectores, porque no tiene nada que envidiar al que su maestro Cela hizo sobre la Alcarria.

El topónimo Henares

Sigo a Ranz Yubero, como debe hacer cualquiera con dos dedos de frente, en la interpretación del topónimo “Henares”. Este nombre comenzó a utilizarse para denominar a nuestro río a finales del siglo XVI, no antes. Todavía en documentos del siglo XIX lo vemos escrito “Llenares”, de lo que Menéndez Pidal suponía alusión a la riqueza agrícola de su entorno. Pero es también posible que aluda a la condición de “Valle de Castillos y Fortalezas” que es el nombre que adoptó ese valle en época árabe y que finalmente recogió la capital: Wad-al-Hayara significa precisamente eso, “valle amplio” con abundancia de “edificios construidos con piedra”. El valle del Henares fue, durante más de tres siglos, frontera o marca entre Al-andalus y Castilla, y por tanto su orilla izquierda, más abrupta, se llenó de castillos y atalayas. Podría venir, pues, del árabe “nahr”, como torre o fortaleza, y de ahí, la forma también usada en lo antiguo de “Nares” que dio finalmente Henares.

Viviendo el Henares

El desarrollo actual de la Campiña del Henares, es fiel reflejo del que durante siglos ha tenido. El fundamento del hombre en el cultivo agrícola, hizo que esta zona de la provincia estuviera siempre densamente poblada. El camino natural entre Castilla y Aragón, y uno de los más fáciles entre ambas mesetas castellanas, se establece a través de este río. Por esa razón aquí asentaron agricultores y guerreros. Vías romanas, castillos árabes, y el control del territorio por parte de jerarcas, reyes e instituciones, fueron los hitos por los que se movió su historia. En su parte baja, durante siglos, formó casi en su totalidad la sesma del Campo del alfoz o Común de la ciudad de Guadalajara, desde Meco a Fontanar, y la sesma campiñera del alfoz de Alcalá. Más arriba ya fue codiciado de los Mendoza, y así estos asentaron en Yunquera, que lo hicieron mayorazgo de la rama segundona de los Laso desde el siglo XV, y por parte del mayorazgo del Infantado en Hita, y aún por parte del mayorazgo de los Cenete, en Jadraque. Más arriba aún sería territorio episcopal, seguntino. Pero todo el río viene a tener unos avatares históricos comunes: tierra de paso de las legiones romanas sobre asen­tamientos de tribus carpetanas fácilmente sumisas; lugar fronterizo y fortificado de la Marca Media del reino taifa de Toledo; territorio comunal y libre, con fuero propio, posteriormente gobernado sólo por los reyes castellanos, sin intermediarios en la parte baja, y por los Mendoza y los obispos en la alta.

En cuanto al aspecto natural, vegetal, podemos decir que sorprende en todo su trayecto la exuberante masa de bosques de galería que aparece en su ribera, al que añade un rico sotobosque, con álamos blancos y negros, fresnos, alisos, sauces, olmos, zarzales, esplegares, carrizales, espadañales, retamas, cardos, ortigas… lugar donde viven, (siempre amenazadas) un respetable número de especies animales, entre las que cabe mencionar un centenar de especies de aves que pueblan sus espacios aéreos, bastantes especies de peces autóctonos, como el calandino y la colmilleja, además del barbo común y el barbo comiza, así como varias especies de anfibios y algunas de reptiles, como el galápago leproso y el galápago europeo en sus aguas, y numerosas especies de vertebrados, entre los que destaca la nutria, el jabalí, la jineta y el erizo, por mencionar algunos que ahora se me vienen a la cabeza.

Salvemos el Henares

Pero esa masa densa de vida se encuentra en peligro. No cabe duda, y menos a quien se dedique (algunos lo hacemos muy a menudo) a pasear por sus orillas, y a recorrer pueblos y caminos de esta provincia. Ese peligro le proviene, especialmente en su tramo inferior, del desarrollo urbanístico e industrial que se va tragando, -a pesar de disposiciones protectoras que se cumplen siempre a medias- un poco de esa riqueza y de ese brillo iniciales.

Ante ese peligro, progresivo, un amplio número de personas y colectivos acaba de crear la Plataforma “Salvemos el Henares”, que está haciendo propuestas para evitar el deterioro irreversible de un ámbito natural en el que se incluye un río, con sus arboledas de ribera, sus campos de labranza en los que habitan numerosas especies de aves y vertebrados, e incluso su clima propio, con una nítida diferenciación de las estaciones meteorológicas.

Esta plataforma, que se ha formado con el aporte de numerosas asociaciones de otros tipos y fines, nos dice en su manifiesto creacional que “el frenético proceso de destrucción que el Henares soporta en su tramo medio y bajo es causado por un modelo de desarrollo totalmente insostenible basado en un urbanismo incontrolado y falto de planificación territorial donde el incumplimiento de la legislación medioambiental es claramente visible por todos los ciudadanos. Así, la proliferación de vertidos y escombreras ilegales, ocupación de los márgenes del río por distintas infraestructuras y construcciones, modificación artificial de sus orillas y reducción a una mínima expresión de sus sotos y bosques de galería afectando gravemente a su flora y fauna son sólo algunas de las principales amenazas y más tristes realidades”.

La verdad es que la parrafada es dura (es de ellos) pero creo que tienen mucha razón, y desde aquí sumo mi voz en defensa del Henares, ahora que aún estamos a tiempo. La plataforma “Salvemos el Henares” pide a las administraciones una nueva política de intervención sobre el Henares basada en la conservación, protección y recuperación de sus valores naturales, culturales y paisajísticos y piensa hacerlo a través de un conjunto de actividades reivindicativas, que espera sean respaldadas por colectivos y asociaciones de ciudadanos.

Apunte

Fauna del Henares

No todo es malo en este repaso del Henares. Se han hecho cosas, recientemente, y conviene decirlas. Lo importante es que el tema está moviéndose, y la aparente calma de esta provincia en la que solo se oyen cantos de sirena, barrunta algo más, crucial y definitivo.

Respecto a la protección de las aves, hay que saber que se inició con la creación de la ZEPA (Zona de Especial Protección para las Aves) con 2.685 hectáreas, en el conjunto del LIC (Lugar de interés comunitario) denominado “Estepas cerealistas de los ríos Jarama y Henares”, todo ello incluido en la Red “Natura 2000” de salvaguarda del medio ambiente en España. La zona de protección que corresponde a la Campiña del Henares en Guadalajara se denomina “Estepas cerealistas de la Campiña” y tiene terrenos de los municipios de Quer, Villanueva de la Torre, Valdeaveruelo y Cabanillas. En esta zona se mantienen abundantes y protegidas algunas especies como la avutarda (Otis tarda), la grulla común (Gras gras) y diversas especies de aves acuáticas. Además están protegidas y son abundantes las especies de sisón (tetrax tetrax), ortega (pterocles orientalis), calandria, terrera común, alondra, cogujada común, triguero, y se ven a veces los aguiluchos cenizo y pálido, más el esmerejón.

También se creó no hace mucho la Reserva Natural de las Lagunas de Puebla de Beleña, en las que anidan y reposan multitud de aves migratorias.

El Ayuntamiento de Azuqueca de Henares es quien mejores pasos está dando en este tema de la defensa del medio ambiente en torno al Henares: se ha creado recientemente en “La Acequilla del Henares”, una Reserva Ornitológica Municipal, que se ha localizado en las instalaciones del antiguo sistema de depuración por lagunaje anaeróbico con que contaba Azuqueca. Ocupa 10 hectáreas, y cuenta con un bosque de ribera bien desarrollado, y está garantizado el aporte de agua limpia porque recibe el agua ya depurada de la nueva Estación Depuradora de Aguas Residuales. En 2004, tras su creación, fue declarada “Refugio de Fauna y Zona Sensible de Protección Concertada”. De toda la reserva, 6 hectáreas son de agua, son las lagunas, denominadas “La Focha”, “El Chorlitejo”, “el Calamón” y “la Garza” y tiene 3 observatorios. Sus objetivos claros son la conservación de fauna y la investigación, así como la divulgación y la educación ambiental.

Además del cuidado que pone en su permanente estudio de especies, inventario de vegetales, divulgación entre los colegiales, el Aula de Apicultura, y mil iniciativas que sería de desear cuajaran en los otros municipios de la Campiña, y en la capital especialmente. De este Ayuntamiento de Azuqueca partió la idea, hace un par de años, de ofrecer un estudio detallado de la vida animal en la Campiña del Henares, y así cuajó en sendos libros, firmados por Roberto Mangas, que se dedicaban a “Guía de Aves” y “Guía de Vertebrados” de la Vega del Henares y de la Campiña, verdaderamente magistrales en su edición y presentación.