Piedras armeras de Atienza
Está en progresivo auge el interés por la heráldica. Una ciencia, que es auxiliar de la Historia, y que fue tenida en muchas ocasiones por puro entretenimiento de desocupados, pero que hoy se alza con el valor de elemento imprescindible para el análisis de sucesos históricos, de edificios, de personajes, de alianzas y valoraciones sociológicas.
La historia de Atienza
No ha sido muy afortunada Atienza en punto a estudios históricos, después del capital que escribiera y publicara en 1945 el Cronista don Francisco Layna Serrano. Su “Historia de la Villa de Atienza” no fue nunca igualada, aunque ha habido muy estimables estudios que la han completado desde diversos aspectos. Los nombres de Gismera Velasco, de la Vega García, Quesada y Jiménez, García Riesco y pocos más, la han ido dando toques de complementariedad a la fundamental de Layna.
Sabemos que, hoy ya muy buscada y deseada por lectores, historiadores y coleccionistas, está a punto de aparecer la edición renovada y actualizada de esta “Historia de la Villa de Atienza” de Layna Serrano.
La heráldica de Atienza
Pero fue una autora de mérito, Maria Cruz Arranz Yust, quien hace años publicó, en el número correspondiente a 1986 de la Revista Wad-al-Hayara, un amplio estudio sobre la heráldica y piedras armeras de Atienza, dando con ello un estimable apoyo al conocimiento de las familias de relieve, personajes y linajes que poblaron Atienza en siglos pasados, especialmente en el momento dulce del siglo XVIII en el que, tras el apoyo de Felipe V, resurgió de sus anteriores cenizas.
El artículo, muy documentado y con dibujos y fotografías de escudos, resultó definitivo y no ha vuelto a ampliarse, porque apenas hay datos que lo permitan. Estas líneas de hoy quieren sacar del olvido aquel estudio concienzudo, y divulgar la riqueza heráldica que existe sobre los muros antañones de las casas y palacios, de las fuentes y templos, de Atienza. Porque esta población serrana, sorprendente para quien la visita por primera vez, y siempre emocionante para quien por ella pasea y la recorre, tiene escrita parte de su historia en los escudos, algunos impresionantes, que la adornan.
El escudo municipal de Atienza
Aunque hoy se utiliza un escudo coloreado, compuesto de la figura del castillo y como emblema parlante de la villa, y del conjunto de armas de Castilla y León, por su historia de entronques, este uso es al parecer relativamente moderno, pues Atienza usó, como municipio y concejo, el elemento que daba con su imagen nombre al reino, y a la villa seguridad: el castillo. Así lo vemos en, al menos, tres elementos que pueden visitarse: en dos elegantes fuentes que adornan Atienza, la piedra central de su frente está tallada con las armas de la villa. Son un castillo almenado, donjonado y mazonado sobre un montón de piedras, sobre una alta roca. Nada más que eso. Así lo vemos en la fuente del Santo, que se construyó en la segunda mitad del siglo XVI. Y en la Fuente del Tío Victoriano, en la calle mayor, también tallada en piedra. Más el cuadro al óleo que en el salón de sesiones del Ayuntamiento lo reproduce en colores.
Sin embargo, la piedra armera que luce con toda su historiada parafernalia en la fachada del Ayuntamiento, es el escudo completo del monarca Felipe V.
Los linajes atencinos
Lo más granado de la armería atencina está en los escudos de sus linajes y personajes. Son muchos los escudos que presiden fachadas, patios y dinteles, capillas sacras y balcones. Los referiré con brevedad, invitando al lector a que vaya a Atienza y los mire a gusto, los dibuje, los fotografíe… sepa quienes fueron sus autores y poseedores.
Como por ejemplo, el más hermoso de todos ellos, que preside la fachada de un viejo caserón medieval en la plaza de España, la del Ayuntamiento y la fuente de los delfines. Es exactamente el edificio que hoy ocupa la Caja de Guadalajara. En ese escudo se ven los blasones de Mendoza (conocido por todos), Bravo (un castillo sobre un monte), Laguna (una torre) y Medrano (una cruz que es de plata cuando la pintan). Este escudo se talló en 1568 y perteneció a Garci Bravo de Laguna, que fue alcalde de Atienza, y en cuya familia nació el que antes fue comunero, Juan Bravo, y otros miembros que asentaron en los pueblos del entorno, especialmente en la tierra de Berlanga.
Siguiendo desde la Plaza del Trigo, hacia la Santísima Trinidad, por la actual calle de Cervantes (antes de Zapatería), encontramos el escudo de Baltasar Elgueta Vigil, presidiendo el edificio que durante muchos años fue juzgado de paz, junto a una ermita abierta en un portal. Este señor vivió en Atienza, durante el siglo XVIII y fue Mariscal de Campo (el más alto grado de generalato) en la corte de los Borbones.
Casi enfrente está el escudo de los Montero, pequeño, muy en alto. Son las armas de don Francisco Javier Ramírez de Arellano y Hurtado, y pertenece al linaje de los Montero de Espinosa y Ramírez de Arellano. En este escudo (según nos refiere acertadamente la investigadora Arranz Yust) aparecen los blasones de los Hurtado (1º y 4ª) y de los Montero (2º y 3º).
Casi al final de la calle, a la izquierda según caminamos, surge la granc asa-palacio de los Manrique. Sobre la puerta, tallado con mimo y detalle sumos, está el escudo de don Juan Manrique Lozano, quien consiguió la ejecutoria de hidalguía en la Real Chancillería de Valladolid en 1735. Tiene elementos de los Manrique molineses y el conjunto del edificio es de esa misma época, mediados del siglos XVIII.
Continuando nuestra visita por la primera calle que surge a la izquierda tras este palacio, vemos otro excelente, el de los Arce y Herrera. En su altura figuran esculpidos, con limpieza y tan bien conservados que parece que fueron tallados ayer mismo, los escudos de los linajes que formaron esta amplia familia, de origen cántabro: los Arce y Herrera por un lado, y los Sota y Arce por otro. Ese palacio, que fue construido en el siglo XVIII como los escudos de armas que le adornan, es conocido como casa-palacio del marqués de Conquista Real.
En la iglesia de la Santísima Trinidad
Aún podemos ver más escudos en la iglesia de la Santísima Trinidad. Especialmente interesantes son los que escoltan en las enjutas el arco de acceso a la Capilla de la Natividad. Son las armas del linaje de los Riberos y Villafañe. En su interior, el retablo dice que fue costeado por Don José Ortega de Castro, que fue alguacil mayor de Atienza en el siglo XVII, y muy adinerado ofreció esta capilla, cuajada de obras de arte, que previamente había sido construida por sus antecesores, Juan de Riberos y Ana Villafañe de León, quienes pusieron una larga leyenda y sus escudos tallados en el frente de la misma. Otras armas se ven en la entrada a diversas capillas y retablos de este templo, hoy también Museo dedicado al arte antiguo y a la Caballada.
La Casa del Cabildo en la Plaza del Trigo
En la plaza del Trigo, que es la que ofrece un aspecto más espectacular en punto a urbanismo castellano, surgen casas populares, soportales, la iglesia de San Juan, y en el costado norte una casa que antaño estuvo abierta en galerías, y hoy solo mantiene el soportal arquitrabado en su nivel inferior. Las columnas rematan en capiteles que sujetan zapatas, y delante de ellos aparecen esculpidos en piedra sendos escudos que representan dos llaves cruzadas el uno, y un águila de dos cabezas el otro. Aunque se han hecho elucubraciones acerca de los linajes a que podrían pertenecer, está claro que son los escudos de la institución que durante siglos ocupó aquel edificio: el Cabildo de Clérigos de Atienza. El emblema de las llaves cruzadas corresponde al curato, y así se ve en muchísimos otros lugares sagrados, especialmente iglesias, de toda España. El aguila de dos cabezas es el emblema propio de los religiosos atenciones, pues así aparece también en los sellos de cera y plomo de sus viejos documentos de archivo. a.