Sacedón a lo grande
Mañana va a vivir Sacedón un día grande. Se va a presentar, a las 9 de la tarde, y en el salón principal de su Ayuntamiento, un libro que recoge todo lo que puede saberse de esta villa alcarreña, tan importante y, en gran medida, tan desconocida hasta ahora. Años de esfuerzo de sus autores, que lo han sido principalmente Jesús Mercado y María Jesús Moya, salen a la luz organizados y escritos. Detrás de sus casi 400 páginas hay mucho más: hay meses y meses de preparación, de investigación, de búsquedas, de preguntas y análisis, de charlas y deducciones: hay búsquedas de documentos, de fotografías, de memorias contadas. Hay una meritoria razón de amor y entusiasmo colectivo. De amor a un pueblo, y de entusiasmo compartido por muchas gentes que han ido aportando noticias y recuerdos. Es un libro, esta “Historia de Sacedón” que mañana se presenta, que está hecho con muchas manos, aunque la dirección y el mérito principal deben corresponder a sus primeros firmantes, que desde el principio vieron lo que Sacedón necesitaba, lo que podía hacerse, y lo que por fin se ha hecho.
Una historia densa y con sorpresas
A muchos les va a sorprender que en el término actual de Sacedón hace varios millones de años hubo un auténtico “parque zoológico” con animales de lo más variado y numeroso: una especie de “parque jurásico” en el que han aparecido restos fósiles de todo tipo de seres vivos. Desde anfibios y moluscos hasta úrsidos, tortugas y cocodrilos. Pero tras esa sorpresa que al lector le reserva la primera página de un historia densa y larga, van apareciendo desgranadas otras muchas noticias que nos hablan de la ocupación prehistórica, restos de castros, ciudades y basílicas, caminos romanos y huellas que van a parar al conocido documentalmente como primer testimonio de Sacedón en los manuscritos, la referencia de la entrega al monasterio de Monsalud de los términos de Córcoles y Sacedón.
Esta historia de la villa alcarreña nos entusiasma, nada más ponerla en nuestras manos, por su marcado carácter de erudición sana, de ir “a por todas” en la información, de decir las fuentes de donde se bebe, pero con un idioma santillo y comprensible por todos. Quizás sea esta la mejor, la más acertada manera de escribir la historia de un pueblo: rigurosa y clara, para que sea verdadera y la entiendan todos.
Van sucediéndose por sus páginas avatares sociales, políticos, guerreros y señoriales. Queda luminoso su pasado medieval, y especialmente lo relativo a la declaración de Sacedón como Villa independiente de quien fuera varios siglos la cabeza jurídica de su territorio, Huete. Aparecen luego, cómo no, los Mendoza y duques del Infantado, señores de impuestos y leyes. Y surgen historias de sacedonenses en América, de durezas de la Inquisición, de peleas del Empecinado, y crueldades de los carlistas…
Un capítulo muy grande, muy interesante, de este libro, es el que se refiere a los Baños de la Isabela. Merecería un comentario especial, pero aquí sí quiero que conste el gran esfuerzo de búsqueda de los autores en temas relativos a esos “Baños de Sacedón” que durante siglos concitaron la atención de muchos viajeros y enfermos, y que finalmente a principios del siglo XIX fueron distinguidos con la denominación de “Real Sitio” por haber sido escogidos para pasar en ellos la temporada de descanso por el Rey Fernando VII y su esposa, Isabel de Braganza, en honor de quien se titularon desde entonces “Baños de La Isabela”. Su larga historia de gloria y ahogamiento es referida con detalle, acompañada de muchísimas fotografías, cuadros, sellos, retratos y detalles que hacen de esta parte del libro un valioso rincón de evocaciones.
En este libro los autores no han eludido los hechos más modernos, desde la construcción de los embalses de Entrepeñas y Buendía, que bañan su término, a los tristes años de la Guerra Civil, dejando memoria de alcaldes, de fiestas, de romerías, de personajes, de ferias, de vinos y de un largo etcétera que aquí es imposible ni siquiera enumerar.
Un patrimonio por descubrir
Largo capítulo el que dedican Mercado y Moya al análisis del patrimonio histórico-artístico de Sacedón. La huella de los siglos sobre el pueblo ha quedado marcada en el templo parroquial, la ermita de la Santa Cara de Dios, el santuario de la Virgen del Socorro, el Rollo Trujillo, las neveras y las ermitas, las fuentes públicas y las bolas de la plaza… no ha quedado un espacio, por mínimo que sea, sin analizar y referir. Para los aficionados a los toros (y se nota que el primer autor lo es, y mucho) esta “Historia de Sacedón” trae como en un bolsillo de su amplia chaqueta una “Historia de su Plaza de Toros”. Resumidas están sus grandes tardes de agosto, sus figuras paseando el ruedo, sus esfuerzos por tener una Sociedad Taurina, su entusiasmo por la fiesta nacional más pura.
Cuando cojo un libro que trata o quiere tratar la historia de un pueblo de la provincia, lo primero que hago es irme al índice y mirar cómo se estructura la información que ofrece, y cual sea ésta, cual su calado. En esta “Historia de Sacedón” que han escrito Jesús Mercado y María Jesús Moya no falta nada. El índice ocupa cuatro páginas, y en él aparece desde la historia y el patrimonio, al folclore y la naturaleza, dando ideas al lector de cuánto maravilloso existe en el término y sus alrededores. Yo creo que Sacedón, todos sus habitantes y cuantos de él proceden, pueden estar felices de contar ya con esta información: un libro riguroso y ameno, muy bonito en su presentación, y hecho con todo el cariño que se desprende de dos escritores aquí nacidos, y que engrosan ya, (esto queda para futura edición) la lista de sus “personajes ilustres”. Porque el esfuerzo y el entusiasmo vertidos en preparar y dar a luz esta obra, no puede quedar despachado con un aplauso sin más. Aparte de leerse el libro (ese es el mejor premio que a un escritor puede concedérsele) habrá que considerar la oportunidad de dedicarles alguna vía pública, aunque sea de esas tan livianas y limpias como las que dejan tras de sí los vencejos de la tarde cuando vuelan en algarabía.
Yo me considero feliz con haber colaborado con ellos, y haber podido tener, finalmente, en las manos esta “Historia de Sacedón” que es grande y redonda, como una de esas “bolas” de piedra que, -son un misterio- adornan desde hace muchos años las esquinas de la plaza mayor, esa plaza sacedonense abierta al mar –interior- de Entrepeñas, y a la luz –máxima- de sus orígenes romanos, de sus esfuerzos seculares por ser un lugar principal y prudente, en medio del mundo de la Alcarria.