Turojar, una ventana al Turismo rural

viernes, 22 marzo 2002 0 Por Herrera Casado

En sólo unos días, concretamente el próximo Jueves (Santo) 28 de marzo, abrirá sus puertas la cuarta edición del Salón TUROJAR, dedicado al Turismo Rural, el Ocio y la Jardinería. Tal mezcla de ofertas en una sola Feria no pierde su sentido cuando se la visita. Porque las tres materias son complementarias, se realizan en los días de descanso, y sirven para ocupar las horas libres de miles, de millones de ciudadanos. TUROJAR se celebra en Pastrana, en el mismo recinto (histórico-monumental) de la Feria Apícola, y permanecerá abierta al público desde el 28 al 31 de este mes de marzo, del jueves al domingo de la semana que viene.

TUROJAR se ha venido definiendo como una Feria dedicada a mostrar las más recientes ofertas del Turismo rural en Guadalajara, así como un Encuentro de especialistas en el tema, de empresarios comprometidos en su desarrollo, y de visitantes que saben van a encontrar elementos numerosos y atractivos para poder planificar su ocio, sus excursiones y su vagabundeo de fin de semana con mayor conocimiento de causa. Además, este año se anuncia TUROJAR con nuevas propuestas, nuevas caras, y nuevas perspectivas, siempre sobre el sedimento ya consolidado, muy firme, de los años anteriores, que le han permitido afianzarse en este interesante campo de la oferta ferial.

Sin duda el Turismo Rural está ya consolidándose como un factor clave de crecimiento, al menos en nuestra provincia. Empiezan a contarse no ya por cientos, sino por miles, las personas que viven de este sector. La Alcarria sobre todo (pero también las Sierras, la Campiña, el Señorío de Molina) tiene esa voz nueva, ese perfil que la alza como espacio puntero y codiciado de autenticidad. Sus pueblos (cada día más cuidados, limpios, receptivos) rezuman sabor: el clima suave, la redondez paisajística, el aroma de sus flores ahora, el plácido discurrir de sus horizontes… tiene, incluso, hoy más firme que nunca, el valor de ese “Viaje a la Alcarria” que escribiera hace más de 50 años el Premio Nobel Camilo José Cela y que tras su muerte ha servido para darle, un punto más, valor sumado a esta comarca. Por cierto, (mensaje para los internautas que creen que la Red es algo útil y agradable, no pecaminoso ni semillero de delincuencias, como algunas emisoras de televisión y medios de comunicación intentan hacernos creer) acaba de aparecer un sitio web de lo más interesante y bien hecho, a propósito del “Viaje a la Alcarria” de Camilo José Cela. La dirección es http://www.aache.com/cela. Así de sencilla. Sirve para entrar a fondo en el sentido, la palabra, la dimensión geográfica y cordial de ese viaje.

Pero seguimos con Turojar. Y según hemos sabido, habrá no solamente los habituales stands con propuestas de Turismo Rural, Jardinería, Artesanía, Libros, Gastronomía y Arte, sino algunos actos que en forma de conferencias, mesas redondas, exposiciones y desfiles tratarán de hacer más viva y directa esa oferta del turismo alcarreño y provincial.

Pastrana, siempre en la ventana

De ese Turismo Rural que crece y crece cada año en la Alcarria, la villa de Pastrana está siempre en la delantera de las iniciativas y los logros. Siempre es noticia Pastrana, pero este año algo más, porque de una parte está ya terminado su Palacio Ducal y principesco, en trabajo largo y perfeccionista de la Universidad de Alcalá y otras instituciones… a punto de abrirse y agrandar esa oferta de variedad con gusto. Es también noticia por la perspectiva de la boda de la hija de un famoso, que se prevée celebrar en una nueva estancia hotelera surgida en el Convento de los Franciscanos, allá en la vega. Y es noticia porque de vez en cuando asoman por sus calles otros famosos/as-famosillos/as que, en cualquier caso, sirven para que se hable de ella.

Sin embargo, Pastrana no necesita apenas esos apoyos, porque para cualquiera que entienda está en primera línea de los lugares con encanto en España. Para quien a la semana que viene se acerque por la villa de la miel y la princesa, además de TUROJAR le estarán esperando muchas cosas: una gastronomía de primera, auténtica, donde el cabrito y los dulces (esencia del yantar alcarreño) tienen su protagonismo en todas partes. Le estará esperando una Semana Santa recia, con tradición y fuerza, conservada a base de fe, que es lo único que se necesita para mantener entera una celebración de este estilo, pero también con muchos seguidores, penitentes, cánticos y procesiones a altas horas de la madrugada. Encontrará un pueblo encantador que rodea al visitante visualmente, que le cierra el horizonte y le engulle: ese es quizás el mejor valor que tiene Pastrana para sus visitantes: aparte de la belleza y sugerencias históricas de sus templos, conventos, palacios, plazas y empinadas callejuelas. El aliento total de tiempos pretéritos, que consigue envolver al viajero, engullirle (esa es la palabra) hacerle parte de ella.

Para ello no queda más que arribar hasta la “Plaza de la Hora” , ya limpia de andamiajes, y dar unos pasos por ella. El dorado palpitar de las piedras del palacio, la serena ruralía de los soportales, el tilín-tilán mágico y ensoñador de la reja dorada, donde aún parece (tan alta, tan tuerta) que va a aparecerse al atardecer doña Ana.

Desde la Plaza se camina la calle mayor, siempre en la sombra. Es el espacio común, el lugar de encuentros, de sorpresas y humanidades. Se llega hasta la colegiata, donde quedan albergados desde hace siglos los espectaculares cronicones de la conquista de Africa por el Rey de Portugal. Los tapices flamencos de Pastrana son una joya que (siempre tendremos que repetirlo, por si alguna vez, alguien, decide hacer algo para que se les de el espacio que merecen) se encuentran un poco oprimidos de paredes y cosas en su torno. Esos tapices que tienen el color, la sinceridad y la fuerza del momento primero del Renacimiento europeo. Y muchas otras cosas en el Museo, el retablo con las pinturas de Matías Jimeno, que uno por uno sus cuadros darían la talla en el Prado o en el mejor museo pictórico que se nos pida.

Y la fuente de los cuatro caños, la calle del Heruelo, el palacio-colegio de San Buenaventura, la íntima clausura de San José, el lugar que fundara Santa Teresa, parejo en la distancia con el gran monasterio de San Pedro, en la vega, que fuera iniciativa de San Juan de la Cruz. El misticismo del Siglo de Oro, junto con los ducados de Ruy Gómez y Ana de Mendoza, hicieron de esta villa un lugar de terciopelos rojos, cordobanes polícromos, altas veletas estrelladas. Realmente, un lugar de ensueño en una Alcarria densa y en una España siempre por descubrir.

El paseo lo terminamos arriba, en el gran convento de San Francisco, sede del Salón TUROJAR del Turismo Rural. Además de su oferta múltiple, allí contemplaremos su templo renacentista, su claustro mudéjar, sus patios y escudos, su campanario, su ambiente recoleto. Todo en Pastrana es un clamor de llamadas. Yo creo que no debemos resistirnos. Hay que ir, y estarse allí.