El Museo de San Bartolomé en Atienza

viernes, 19 julio 1996 0 Por Herrera Casado

La medieval villa de Atienza posee innumerables reclamos para justificar una visita en cualquier fin de semana. No sólo es el aspecto, siempre sorprendente, de su castillo sobre la roca altiva; ni sus múltiples iglesias con cantidad de detalles estructurales y ornamentales románicos. O la multiplicada voz de la historia por sus empinadas calles, delante de sus caserones blasonados… hay otro motivo, verdaderamente atractivo, que justifica por sí solo la visita a Atienza. Y es poder contemplar con tranquilidad el Museo de San Bartolomé, en el que se conjuga arte y ciencia. Una estancia única, que merece un viaje.

La iglesia de San Bartolomé

El Museo instalado en la iglesia de San Bartolomé se enmarca en uno de los mejores elementos monumentales de la medieval villa de Atienza. La iglesia de San Bartolomé es un ejemplo relevante del arte románico castellano, casi paradigmático y elocuente por sí sólo de lo que fue la potencia de la villa de Atienza, núcleo de arrieros y comerciantes en la Edad Media castellana.

Situado este templo en la parte más baja de la población, centrando hace siglos un populoso barrio hoy desaparecido, se rodea de una valla alta de piedra y se precede de un pradillo con árboles que le confieren un encantador aspecto en su aislamiento.

Fue construido este templo en la primera mitad del siglo XIII, y en una piedra de la escalera que sube a la espadaña se lee la fecha exacta: ERA M.CCLXI (1223) y el nombre de Bohar que puede ser la firma del arquitecto o artífice que le levantara.

En su origen, este templo tuvo una sola nave, pero posteriormente se le añadió otra por el norte, comunicándose ambas a través de dos amplios arcos apuntados. Su ábside es de planta circular, aunque al exterior se refleja en cabecera cuadrada. Sobre él se alza la torre-espadaña, de indudable origen románico.

La primitiva nave se cubre con un artesonado de madera con tirantes, y el presbiterio ofrece una cubierta en forma de bóveda de cañón, rematando en su muro del fondo con un gran retablo barroco.

La imagen exterior del templo de San Bartolomé es encantadora: al sur se ofrece la galería porticada con siete arcos de medio punto (los fustes de sus columnas pareadas fueron tallados y abalaustrados en el siglo XVI) que descansan sobre capiteles de muy leve talla vegetal, agrupándose seis de ellos para iluminar el atrio, y el séptimo, más a levante, permitiendo la entrada al mismo. Dentro ya del atrio, vemos la puerta de ingreso al templo, con dos arquivoltas semicirculares decoradas con roleos y finos entrelazos de sabor mudéjar, así como algunos capiteles decorados con figuras humanas. Es especialmente notable el hecho de que la arquivolta exterior se decore con un motivo de ochos sin fin, bastante utilizado en el románico guadalajareño: aquí vemos cómo surge de sendas figuras que con los brazos abiertos parecen originar ese entrelazado sin fin. De los capiteles de esta portada destaca uno con motivos de cestería y otro que muestra una figura humana rodeada de serpientes, en clara alusión a la asechanza del pecado en torno al hombre.

En el siglo XVI se hicieron importantes reformas en este templo, alzando su techumbre y poniendo nuevo artesonado de madera; construyendo la casa del santero y la casa-curato, luego destinada para hospedería, dispuesta en torno a la cabecera de la nueva nave lateral añadida por el lado norte; y la capilla y sacristía del Cristo de Atienza.

El interior del templo, una vez restaurado en muros, solados y cubiertas, merece ser admirado en su totalidad. Alberga no solamente los elementos antiguos de culto propios de esta parroquia medieval, sino que se le han añadido múltiples piezas de arte mueble, procedentes todas ellas de la villa de Atienza.

Merece destacarse el retablo barroco del presbiterio, que surge rematando con su colorido notable la cabecera del templo. También el gran arco triunfal románico que le precede, el retablo de la Virgen de la Merced, y la capilla barroca del Cristo de Atienza, decorada con profusión y exceso, debida al maestro Pedro de Villa Moncalián, quien la construyó en 1703. La gran verja que la cierra es obra del gran artista cifontino Pedro de Pastrana, obra también del siglo XVIII. El retablo de esta capilla lo construyó, entre 1703 y 1708 el artista Diego de Madrigal. En el centro de ese barroquísimo retablo se ve el grupo gótico, magnífico, de Cristo en la Cruz abrazado por José de Arimatea, y San Juan y la Virgen María contemplando la escena. Obra del siglo XIII, se trata de un Descendimiento en conjunto iconográfico poco visto en el arte medieval español. Sin duda obra capital de la escultura gótica en la provincia de Guadalajara.

Una visita al Museo

Podrá el visitante entretener su vista por los múltiples ambientes y elementos que guarda el Museo de San Bartolomé de Atienza. Se nutre mentalmente de piezas de arte religiosas que, procedentes en su totalidad de las otras iglesias de Atienza, han sido restauradas y aquí ofrecidas en muestra de la riqueza de los antiguos siglos. En el capítulo de la Pintura pueden reseñarse hasta 36 cuadros, destacando entre ellos piezas firmadas por Matías Jimeno y Matías de Torres. También es muy amplia la sección dedicada a la Escultura, en el que se presentan más de 25 piezas de imaginería castellana, en oferta cronológica que va desde el siglo xiii hasta el xix. Sin duda el mejor de sus elementos es el conjunto del Descendimiento de Cristo que se expone, desde hace siglos, en la Capilla del Santo Cristo de Atienza.

Son muy curiosos los exvotos de pintura, la mayoría del siglo XVIII, en los que se refieren agradecimientos de los atencinos a las intervenciones milagrosas del Cristo de la villa. Y también es de gran belleza el conjunto de orfebrería, mentalmente plata del Renacimiento y Barroco, que en forma de cruces procesionales y vasos sagrados se expone en vitrinas. En el apartado de Muebles debe destacarse un baldaquín del siglo XVI, utilizado de siempre por los curas del cabildo atencino para sobre sacar en procesión al Santísimo Sacramento el día del Corpus. Finalmente, dentro del apartado del arte sagrado, merece fijar la atención en las tres vitrinas que contienen ornamentos de los siglos xvi, xvii y xviii con casullas, capas y otros elementos de revestimiento litúrgico.

Arqueología y Paleontología

Tan importante o más que la oferta de arte, es la dedicada a la arqueología y paleontología. De la primera, aparece una amplia colección de elementos, presentados en secuencia cronológica, y concretados en hachas de piedra, cuchillos y puntas de flecha de sílex, ídolos, vasijas celtas y romanas, adornos prehistóricos, etc., que con piezas halladas en torno a Atienza fue formada y donada a este Museo por don Julián Estrada.

La sección de Paleontología es, sin discusión, excepcional, y puede ser considerada entre las más completas de España. Más de 3.500 especies diferentes de fósiles aparecen en ella. Todas las Eras y Períodos del desarrollo del planeta están representados en las vitrinas que contienen esta colección. Muchas de estas piezas son de gran valor y belleza. Para los aficionados y estudiosos del tema paleontológico, esta parte del Museo de San Bartolomé será sin duda meca que hará repetir la visita en ocasiones futuras. Procede esta colección de la donación que un experto en la materia, descendiente de Atienza, hizo a la parroquia: su nombre, don Rafael Criado Puigdollers.

Este Museo de San Bartolomé de Atienza está abierto los sábados y días festivos, en horario de 11 a 14 horas por la mañana, y de 16 a 19 horas por la tarde. Para grupos organizados, la visita podrá realizarse cualquier día de la semana, concertando previamente cita en el teléfono 949 399 041.