El castillo de Cifuentes

viernes, 9 julio 1993 0 Por Herrera Casado

 

El castillo de Cifuentes es el símbolo medieval y arquitectónico por excelencia de esta villa alcarreña. Este edificio, que remata airoso la colina que domina la población, y que se vislumbra en la remota distancia, o en escorzo valiente desde múltiples callejas del interior de la villa, data su construcción de la primera mitad del siglo XIV, concretamente de hacia 1324. La inició el magnate y señor de la villa, el infante don Juan Manuel. Sin apenas reformas ni modificaciones en su estampa externa, ha conseguido llegar a nuestros días, conservando íntegras sus estructuras exteriores. De momento es propiedad particular, manteniéndose cerrado, pero el Ayuntamiento cifontino está agilizando sus gestiones para alcanzar la adquisición municipal y poder ponerle en uso público y admiración de todos. Sería esta una iniciativa que, de llevarse a cabo, pondría unos precedentes magníficos en nuestra tierra, al hacer que los castillos (salvados los honrosos casos de Sigüenza ó Torija) fueran entrando en ese merecido «parnaso» de los viejos edificios a cuidar y restaurar por parte de las instituciones públicas.

Los restos de muralla que parten directamente del castillo y que son obra de fuerte tapial, con torres cuadradas macizas, evidencian el hecho de que hubo una fortaleza anterior en el mismo sitio que la actual, con un gran recinto o albácar constitutivos de los restos que nos han llegado.

La fortaleza actual nos ofrece un edificio de planta cuadrilátera, con cubos cuadrados en dos de sus esquinas, la noroeste y la suroeste; circular en la nordeste, y pentagonal en la sureste, constituyendo esta la torre del Homenaje, más grande y mejor dotada de defensas que las demás. La puerta de ingreso está situada en el muro occidental, incluida en un tercer cubo de planta cuadrangular, formando un ángulo al estilo musulmán. Esta puerta se forma por un arco apuntado de múltiple dovelaje. En el muro inmediato, y ya muy deteriorado, se ve tallado y gigantesco el escudo del Infante Don Juan Manuel.

La torre del Homenaje, a la que se ingresa desde el patio de armas por una puerta situada en el primer piso, tiene varias plantas y es accesible hasta su terraza, presentando las características estilísticas y militares de estas obras góticas: bóveda de aproximación de hiladas, fuertes muros, vanos para dar luz a la escalera, etc. Lo más destacado es la escalera de caracol situada en el ángulo exterior que forma el pentágono.

Existe también una bajada a los subterráneos bajo el actual patio de armas. El acceso a las torres se hace mediante puertas en el ángulo de las dos cortinas. Las crujías del patio de armas se ofrecen hoy caídas, formando una gruesa capa de escombro de varios metros de espesor.

Todo el castillo está construido de tapial con hormigón recubierto de sillarejo, con un espesor que oscila entre metro y medio y dos metros. Es dable ver cómo falta su altura inicial en torres y cortinas, habiendo sido derribadas sus defensas superiores, deliberadamente, durante la guerra de la Independencia, al comienzo del siglo XIX.

El castillo cifontino conserva además varias estancias, ya muy desvencijadas, con algunos huecos para la chimenea de la cocina, bancos laterales y sistemas diversos de acceso al adarve.

Murallas y Puertas medievales de Cifuentes

Toda la villa de Cifuentes estuvo amurallada. Desde lo alto del cerro en que asienta el castillo partía una muralla de tapial que bajaba ciñendo el cerro y que tiempo después se prolongó para abrazar a la población. Las puertas que se abrían en la muralla y permitían entradas y salidas del burgo medieval, eran las siguientes: la de Briega o Brihuega, que ha desaparecido, aunque ha heredado su nombre una calle céntrica. La de Atienza, orientada a noroeste, de la que solo un desmochado torreón se conserva. La puerta Salinera, que daba paso al camino procedente de la sierra del Ducado y Saelices de la Sal, es la que mejor se mantiene, presentando dos fuertes torres, y, finalmente, la puerta de la Fuente, que daba paso al camino de Trillo, hoy solo conserva escasos restos empotrados en las casas.

Esta muralla que circundaba al burgo, enlazaba con la del recinto exterior, del que aún quedan algunos vestigios de sus muros y torreones, era obra de simple argamasa y barro prensado, y daba lugar en su interior a un enorme espacio cuestudo bajo el castillo. Los restos que de esta muralla se conservan actualmente corresponden a dos torres, una de planta circular y otra de planta cuadrada unidas por un lienzo y que han sido recientemente consolidadas y reconstruidas en sus partes derruidas. En ellas se ve claramente el sistema de construcción seguido por los medievales arquitectos: tapial interior revestido de sillarejo. Estas dos torres son macizas hasta el adarve, donde se abre la puerta de comunicación con el paseo de ronda. Su altura es de ocho metros y están incompletas, faltándoles terraza y almenado.

Todo un espectáculo, el que ofrece Cifuentes, al sol de la media tarde de verano, con su airosa fortaleza presidiendo el ardiente paisaje, y desde allí arriba, donde siempre sopla el aire y parece que al horizonte se le ponen filtros de lejanía y amabilidad, teniendo a mano esta villa próspera que cada día se encuentra más a sí misma. Aunque sea a través de los anteojos pétreos y firmes de su castillo.