Gálvez de Montalvo y su Pastor de Filida
Van junto a estas líneas dos curiosos grabados que pueden interesar a los rebuscadores de las cosas pasadas de nuestra historia alcarreña. Es la primera el retrato, ‑idealizado, por supuesto‑ del novelista y poeta Luis Gálvez de Montalvo, y el segundo el grabado de la portada de una de las ediciones, la de 1600 en Madrid, de su principal y más conocida obra, «El Pastor de Filida».
Es este el título de la más famosa obra literaria de Luís Gálvez de Montalvo. En ella retrató, en clave simbólica y bajo el ropaje pastoril al uso, a toda la alta y media sociedad de la Guadalajara del siglo XVI. Ese transformación simbólica ha sido muy bien estudiada por José María Alonso en su reciente estudio sobre el personaje1, que alcanzó con su obra lo que podríamos titular como un «éxito editorial» sin precedentes entre los alcarreños.
Se editó por primera vez en Madrid, en 1582. Luego en Lisboa (1589) y Madrid (1590). En el siglo XVII tuvo varias ediciones, y en 1792, Mayans y Siscar la reeditó precediéndola de un erudito prólogo. En 1907 la volvió a editar Menéndez y Pelayo con sabrosos comentarios. Y recientemente han sido Arralde‑Arce en su estudio sobre la novela pastoril española, y José María Alonso Gamo en su valioso estudio sobre el alcarreño quienes nos han puesto al día sobre esta interesante obra y su autor.
Fue ya muy alabada en su tiempo por el propio Cervantes, y por Laínez, Vicente Espinel, Lope de Vega, Faria e Sousa, Nicolás Antonio, etc. Cuando el cura y el barbero del Quijote de la Mancha hicieron la purga de la biblioteca del Ingenioso Hidalgo, apareció en ella este Pastor de Filida, que se salvó porque (y son palabras de Miguel de Cervantes) no es ese pastor sino muy discreto cortesano: guárdese como joya preciosa. Puede decirse de El Pastor de Filida que es el primer libro o novela pastoril que se hace en España a imitación de La Arcadia de Sannazaro. Se trata de una auténtica crónica de la jet‑set arriacense del siglo XVI, puestos sus nombres en clave de pastores. Y así aparece el pastor Siralvo (el propio Gálvez) sirviendo al rabadán Mendino (don Enrique de Mendoza, hermano del duque del Infantado, su gran protector y amigo). Mendino tiene un amor, que es Elisa de antigua y clara generación, de hermosura y gracia sin igual…. Allí andan suspirando unos por otros: Bruno y Turino, desdeñados de Filis; Fanio enamorado de Liria, y Licio desdeñado por Silvia, que ama a Celio…
De su autor, Luís Gálvez de Montalvo, podemos decir que fue nacido en Guadalajara, en 1549. Que creció a la fama en la corte mendocina del cuarto duque del Infantado, quien le alentó y protegió en sus inicios, dándole la tranquilidad suficiente para que pudiera desarrollar sus dotes literarias. Que ha pasado a la historia de la poesía y la novelística española por sus múltiples composiciones, de las que cabe destacar El Pastor de Filida, ya comentada. Y que cultivó la poesía amatoria, haciéndose famoso por el canto enloquecido que hace en cualquier ocasión a los ojos de su amada, a la que llama Filida, pastora y otras lindezas, y de los que dice:
Filida, tus ojos bellos,
al que se atreve a mirallos,
muy más fácil que alaballos,
le será morir por ellos.
Era su amada Magdalena Girón, y cuando ella casó en 1568 con el duque de Aveiro, Gálvez creyó morir de celos, buscando la muerte. Fuese a la guerra de las Alpujarras, y luego participó como buen español en la gloriosa jornada de Lepanto. Trabajó como soldado por tierras italianas, a donde emigró en tiempos de guerras continuas, dejando allí la vida, en 1591, no sin antes dar muestras de su vena fácil e inspirada en nuevos versos y en traducciones de clásicos como la «Jerusalem» de Tasso o el «Llanto de San Pedro de Tansilo». Su recuerdo ha perdurado, afortunadamente, entre nosotros.
1 ALONSO GAMO, J.M.: Luís Gálvez de Montalvo. Vida y obra de ese gran ignorado. Guadalajara, 1987. Institución Provincial «Marqués de Santillana», Guadalajara, 358 páginas.