Un verano en Sigüenza
Por estas fechas, más o menos comienza el verano. Será un nuevo verano cargado de visitantes y veraneantes en Sigüenza. Será, estoy seguro, el inicio de una nueva época en la que cada vez habrá más gentes que decidan pasar su temporada estival de descanso en Sigüenza. Lejos del barullo de las playas y los lugares de moda. Cerca de las alturas limpias de una sierra que este año tendrá agua en cada nava y yerbas por las umbrías y entre los álamos. Cada vez más gente se apuntará a ese veraneo, estoy seguro.
Pero Sigüenza ha de ir cobrando moda por otras causas. En este periplo veraniego comienza con sus Cursos de Verano (que la Universidad de Alcalá de Henares pone en oferta educativa y formativa con mayor amplitud si cabe), sigue con las fiestas de San Roque, en las que alegría, toros y bullanga están aseguradas para quien le vaya, y termina por donde empieza: con la paz serena de todas sus horas, que marcan solemnes las campanas de la catedral, y el clima perfecto que recuerda, al mediodía, que es verano, pero que nos libera de la tenaza del calor por las noches.
En ese despegue del turismo veraniego en Sigüenza ha habido algunos puntos de retroceso que convendría plantearse la necesidad de reabrir. El primero ha sido la espantada del Tren del Doncel que por parte de RENFE (alegando que no había suficientes ganancias) se ha suprimido, a pesar de que el Ayuntamiento le ofrecía a su pasaje un recibimiento casi hawaiano. Quizás sea un aviso, subliminal como todos, de que no se puede tratar con mimo a unos turistas y a otros dejarlos que se las apañen. Eso puede significar ‑haciendo autocrítica siempre‑ que la atención a visitantes en Sigüenza debe ser más homogénea, pensar en todos.
El segundo de los puntos de retroceso ha sido el cierre, (o la «no utilización» al menos) de la Oficina de Turismo que la Excma. Diputación Provincial montó en la calle Cardenal Mendoza, la más transitada de la Ciudad Mitrada, con el objeto de servir de escaparate continuo de las bellezas, artesanías, etc. de Sigüenza, y dar un apoyo al turista ofreciéndole planos, información sobre alojamientos, visitas, etc. El pasado domingo día 9 de junio, un día radiante de primavera, con la ciudad entera cuajada de turistas, las puertas de esta oficina estaban cerradas a media mañana, en su interior no había nadie, y en su puerta no se daban más explicaciones de donde poder dirigirse en busca de alguna información.
Quizás sean estos dos puntos a reflexionar sobre lo que Sigüenza, sobre todo en verano, puede y debe hacer de cara a la promoción de su turismo. Se lo va a tener que montar el propio Ayuntamiento y, con toda seguridad, los implicados directos en el tema (hoteleros, restauradores, comerciantes, etc.) No se puede esperar a que RENFE, o Diputación, venga a sacarles las castañas del fuego.
Ese aliento nuevo se ha visto en algunos puntos. Y eso es muy importante. Por ejemplo, la apertura de nuevos locales comerciales en la Calle Mayor que sube desde la gran Plaza de la Catedral al Castillo. Tiendas de artesanía, restaurantes, antigüedades, incluso agencias inmobiliarias. De las primeras, el «Alfar del Monte» (que con tanta inteligencia llevan adelante Carlos Alonso y María Dehijas) ha puesto un establecimiento cuajado de ofertas hermosas de cerámica y artesanías varias, todas nacidas en esta tierra seguntina. De los segundos, a media cuesta ha abierto el Restaurante «Calle Mayor», perfectamente ambientado en una casona medieval, y con una oferta de servicio y gastronomía a la altura de los más exigentes. Incluso en la plaza del Obispo don Bernardo ha reabierto «El Atrio» que se llena todos los días. Y no digamos la Alameda, que a partir de hoy estará a tope, sobre todo por las noches.
Está claro que la apuesta por el turismo debe doblarse en Sigüenza. Así lo han entendido muchos. Ahí está el proyecto de reforma del casco viejo, a la altura de las Travesañas, donde ha comenzado el polémico plan de rehabilitación con la construcción de casas nuevas (con la cara de lo viejo pero las comodidades, incluidos garajes, de lo actual) que pueden dar un dinamismo hasta ahora impensado a la parte alta del burgo, cada vez más dormida y sola.
En definitiva, habrán de ser las fuerzas públicas, dinamizadoras de la marcha de la sociedad (al menos en teoría) las que pongan alfombras a este turismo que puede potenciarse hasta extremos insospechados. La campaña que en la pasada legislatura inició, ilusionadamente amanecida con nuevos logotipos doncelianos, debe continuar a todos los niveles. Pero siempre con puertas nuevas abriéndose. No sólo son planos y folletos con fotos lo que debe entregarse. Es abrir esa oficina de información. Es organizar actividades de repercusión nacional. Es cuidar al máximo la limpieza de calles y el aspecto externo del burgo. Es (un punto concreto podría ser posibilitar de una vez el arreglo de la «casa quemada» de la plaza) dar grandes voces llamando a la gente a Sigüenza, y darla la bienvenida en sus calles, en sus plazas, en sus monumentos, en los arcos benevolentes de su Ayuntamiento.
Toda una tarea, hermosa y apasionante, le espera al nuevo Consistorio seguntino, al que desde aquí felicitamos, y animamos a que pegue el acelerón que la ciudad necesita para ponerse en el puesto que le corresponde (la cabeza, ni más ni menos) del turismo nacional. Y no sólo en verano.