El escudo heráldico de Molina de Aragón

viernes, 30 junio 1989 0 Por Herrera Casado

 

La ciudad de Molina de Aragón es una de las más antiguas de la provincia de Guadalajara, y cuenta con una histo­ria densa y propia, en la que aparece, desde hace muchos siglos, la existencia de un escudo de armas que siempre la ha distinguido y señalado de otros lugares.

Molina usó escudo de armas propio desde el siglo XII, poco después de haber sido reconquistada a los árabes por Alfonso I de Aragón. Las milicias concejiles molinesas participa­ron en la conquista de Cuenca y entonces pusieron, en lo alto de las murallas de dicha ciudad el escudo con la rueda de molino. Posteriormente, en el siglo XIII, tras la «concordia de Zafra» que establecía la boda de la hija del conde molinés, doña Mafal­da, con el infante don Alfonso, hermano del rey Fernando III, se añadió como emblema un brazo armado sosteniendo entre sus dedos un anillo o alianza. Ya en el siglo XVIII, el apoyo de los molineses a la causa borbónica en la Guerra de Sucesión, hizo que el primer monarca de esta dinastía, Felipe V, le concediera el uso de una campana inferior con cinco flores de lis.

Repartido en antiguos sellos concejiles, documen­tos y piedras talladas, el escudo molinés ha ido evolucionando a lo largo de la historia, hasta llegar al que hoy utiliza oficial­mente, sancionado por unas costumbres y una tradición, en emble­mas y documentos oficiales. La descripción más pormenorizada, está en las páginas de la Historia del Señorío que en el siglo XVII escribiera don Diego Sánchez de Portocarrero.

El primitivo escudo de Molina fueron dos ruedas de molino, en plata, sobre fondo azul. En los primeros tiempos, tras la reconquista del lugar a los árabes, usó por armas una sola rueda. De ese modo se veía en uno de los torreones del antiguo castillo de Cuenca, en el muro que daba al Huécar, en recuerdo del señalado papel que habían tenido los molineses, al mando del conde don Pedro, en el asalto y toma de Cuenca en 1177. También en algunos sellos antiguos de la ciudad se veía este escudo de una sola rueda, pues axial lo adoptaron sus condes en los primeros tiempos de su dominación.

Algo después, concretamente en el siglo XIII, se añadió un nuevo elemento simbólico al emblema molinés. En el primer cuarto de esa centuria se concertaron las bodas de doña Mafalda Manrrique, hija del tercer conde de Molina, con el infan­te de Castilla don Alonso, hijo del Rey Alfonso X el Sabio. Este entronque matrimonial supondría la incorporación, dos genera­ciones mas adelante, del Señorío molinés a la corona caste­llana. Tan trascendente hecho pasó al blasón de Molina, y lo hizo en la forma concreta de un brazo armado, revestido del metal fuerte de la armadura, dorado todo él, del que emerge una mano de plata que sostiene entre sus dedos pulgar e índice un anillo de oro. Des­pués de aquel entronque, y concretamente desde la boda de la señora Dona María de Molina con el rey Sancho IV el Bravo de Castilla, Molina pasó a la corona castellana y es así que, aun hoy, el Rey de España es, además, señor de Molina, heredero directo de aquellos poderosos Laras que tuvieron en la roja altivez del castillo molinés su nido de águilas y su sede de cultura.

El tercer elemento de que consta el escudo de Molina, el mas moderno, es una campana inferior en la que apare­cen cinco flores de lis, de oro, sobre campo de azul. Otorgó este añadido emblema el primero de los Borbones, el rey Felipe V, cuando fué sabedor de lo mucho que los vecinos de Molina habían trabajado y sufrido en la guerra de Sucesión, antes de su acceso al trono español. Ese símbolo tan francés, cual es la flor de lis, quedó añadido al castizo par de ruedas y al poderoso brazo anillado, como conjunción de fuerzas y de batallas en el largo devenir de una historia multisecular y plena de significados.

A lo largo del tiempo se han ido introduciendo pequeñas variantes, que se han ido admitiendo por el uso, pero que conviene ponderar y dejar en sus justos términos. Una de ellas es la de poner un cetro de oro en vez de una barra en el cuartel primero. Es otra la de colocar una sola flor de lis en la campana inferior, en vez de las cinco mas comúnmente utilizadas. Y por fin cabe señalar la versión, equivocada a todas luces, de colocar una moneda entre los dedos de la mano de plata, obra de heraldistas poco conocedores del sustrato histórico del que pro­ceden las armas molinesas.

Finalmente, y para concretar tantas desperdigadas interpretaciones e inconexas reformas o versiones, el Ayuntamien­to de la Ciudad de Molina de Aragón decidió someter a sanción definitiva y oficial su blasón heráldico, pidiendo para ello previamente los informes de algunos relevantes heraldistas, y finalmente aceptando la versión definitiva que la Real Academia de la Historia aprobó en su sesión de 17 de enero de 1975. Así queda, en el idioma escueto y preciso de la ciencia del blasón, la estructura del de Molina de Aragón:

Escudo español, partido, de azur la barra de plata acompañada de dos ruedas de molino del mismo metal, y de azur un brazo defendido o armado de oro, la mano de plata, teniendo entre los dedos índice y pulgar un anillo de oro. En la punta, de azur, cinco flores de lis de oro, puestas en aspa. Al timbre, la corona real cerrada.