Carlos III y Guadalajra (II)

viernes, 16 diciembre 1988 0 Por Herrera Casado

 

La ayuda prestada por Carlos III y sus ministros a la indus­tria hispana fue espectacular. Durante su reinado surgieron las primeras fábricas de envergadura, y se buscó incesantemente la posibilidad de explotar el medio natural, adecuándolo al hombre. En este sentido, son muy conocidas en la historia las fábricas de paños de Guadalajara y de Brihuega. La primera de ellas fue calificada por Larruga como la mejor de España en su tiempo. Veremos algo de su devenir en el siglo XVIII, insistiendo en que es precisamente en la época de Carlos III cuando se relanza y progresa.

De la fábrica de Paños de Guadalajara y de su importancia en su primera época nos habla con encomio, como acabamos de ver, LARRUGA en sus «Memorias políticas y económicas», así como Jean‑ François BOURGOING en su «Tableau de l’Espagne moderne». Después mas modernamente ha sido González Enciso con su Tesis Doctoral sobre este tema, quien la ha estudiado más ampliamente, habiendo concluido en que es, en su época, la mejor fábrica de España y una de las punteras en Europa.

El primer proyecto para su instalación fue de 1714, por Pedro ASTRUQ, que montó una pequeña fábrica de paños finos.

El 1719 el barón de Ripperdá decidió montar la gran fábrica en Guadalajara, siendo uno de sus objetivos «evitar la creciente despoblación de esta ciudad». Se consiguió ese objetivo, pues de 1719 a 1751 la población de Guadalajara se dobló, pasando de 2.270 a 4.769 habitantes. Se construyó sobre el palacio de los marqueses de Montesclaros, y estuvo desde el principio vinculada a la Corona. Era, pues, propiedad del Rey.

La fábrica se creó con ideas ya ilustradas, sociales, que­riendo atender por una parte a la creación de puestos de trabajo, que posibilitaran mejores niveles de vida a buena parte de la población, y por otra con el objeto macroeconómico de evitar las importaciones de paños desde extranjeros países. Las ideas de rentabilidad no fueron, sin embargo, las que primaron en un principio.

En 1731 pasó la fábrica a depender de la Real Junta de Comercio. En 1757, ya muy decaída, se arrendó por 10 años al Gremio de Pañeros de Madrid, o Compañía de los Cinco Gremios.

En 1767, al terminarse el arriendo, en muy malas condicio­nes, la tomó bajo su protección directa Carlos III y alienta su producción.

En 1784 llega a tener 100 telares, incluyendo una especie de sucursal en Horche. Al año siguiente, en 1785, se traslada la fábrica de San Fernando a Guadalajara, con telares y operarios.

En 1791 Carlos IV visitó la fábrica. Con la Guerra de la Independencia se vació y se paró. En 1821, la Diputación Provin­cial estudió llevarla, junto con el Ayuntamiento de la capital, pero suponía un gasto grande, no teniendo dinero, y no se hizo este proyecto, disolviéndose.