La casa del Doncel sufre un atentado

viernes, 13 mayo 1988 0 Por Herrera Casado

 

Aunque el título de nuestro «Glosario» de hoy pueda ser un tanto alarmante, por desgracia debo comenzar diciendo que no he exagerado nada. Atentado es toda aquélla actividad que se realiza, por el procedimiento que sea, «contra alguien o contra algo». La intención de lo que se ha hecho en la casa de Doncel de Sigüenza, por muy buena intención que se llevara en un principio, ha resultado finalmente un atentado, pues ha ido «contra» ella, y no a favor de ella, eso es evidente.

En una campaña que el anterior Ayuntamiento de Sigüenza llevó a cabo, de información y facilidad al turista para reconocer los monumentos y entornos más importantes de la Ciudad Mitrada, se procedió a la realización de unas placas en cerámica blanca, con letreros en azul, el escudo de la ciudad, y unos marcos de hierro forjado. Esas placas se colocaron, inmediatamente, sobre los referidos monumentos. Y lo que en otro contexto hubiera quedado hecho una preciosidad, hay que reconocer que, en la mayoría de los casos, ha quedado hecho un auténtico pegote, pues sobre las homogéneas superficies pétreas y doradas de los edificios seguntinos (sobre el Ayuntamiento, sobre las casas de los canónigos, sobre los pilares de la Alameda, o sobre el mismo castillo) la mancha blanquinegra de esas placas hieren desde lejos el conjunto, y agreden, al menos visualmente, la entereza y prestancia de sus siluetas.

Pero una de esas placas ha ido algo más allá que a la agresión visual: la placa puesta sobre la fachada principal de la Casa del Doncel, en la plazuela de su nombre, en la parte alta del burgo medieval seguntino, ha tenido que encontrar, a duras penas, un hueco entre todos los elementos de arte y arquitectura que conforman el monumento, y allí donde hubo un espacio mínimo para ella, y tras horadar la piedra con los imprescindibles tornillos para fijarla, ha quedado rasgando el ámbito severo, ocre y silencioso de la plaza con su grito blanco, su descarado reclamo de algo que no lo necesita, y su información exagerada y superflua: «CASA del DONCEL ‑ Época: Siglo XV ‑ Constructores: los próceres Bedmar».

¿Era realmente necesario agredir visualmente la estampa de la Casa del Doncel para decir que lo es? ¿Era, además, impres­cindible lesionarla y deteriorarla para clavar en sus muros esa placa de cerámica blanca? 

Aun cuando, repito, la generalidad de las placas informativas que se han puesto a los monumentos de Sigüenza son innecesarias, y en su mayoría violentan su aspecto y le degradan, algunas realmente se han excedido en el pecado, y no les queda otra alternativa que la de desaparecer cuanto antes. ¿No es realmente ridículo que un cartel atornillado a una esquina del castillo seguntino, al que hay que acercarse a escasos metros para poder leerlo, y tras haber dejado el monumento en la retina del visitante su imagen espléndida y paradigmática, le informe de que «Esto es el Castillo de Sigüenza”? Peor aún es lo de la Casa del Doncel. Cuando el Ayuntamiento de Sigüenza ha dado una muestra de exquisita sensibilidad hacia su patrimonio, y hacia la función que realmente debe cumplir el Concejo de una ciudad que es única en el mundo por su riqueza monumental e histórica, comprando para la comunidad del burgo esa Casa donceliana que estaba en venta, debería completar esa buena imagen de sensibilidad y buen criterio quitando lo antes posible esa placa que hiere, que atraviesa, las venerables piedras de tan singular edificio. La Ciudad y cuantos la amamos en su medida justa, se lo agradeceremos eternamente.