La Plaza de Pablo Iglesias

viernes, 24 octubre 1986 0 Por Herrera Casado

 

En el corazón mismo de la ciudad hoy en día, se encuentra una plaza recoleta y conocida de todos. Lo más curioso que presenta este rincón urbano es la cantidad de nombres, populares y oficiales, con que ha sido denominada. En ello se pone de manifiesto, no ya lo vivo de un lugar, puesto que cuanto más cala un entorno urbano en los habitantes del mismo, más se afianza en un solo hombre, sino las veleidades de la política de los últimos tiempos, que han ido utilizando las esquinas de esta plaza, como si del México del siglo pasado le tratara, para colocar en el rótulo de la esquina la figura preferida de los vencedores.

Se sitúa este lugar Como una prolongación de la plaza de Santo Domingo, en su costado de poniente. Realmente tiene muy pocos números y portales, y es hoy un lugar de paso y, como todos los sitios céntricos, de aparcamiento voraz. Muy antiguamente, este espacio fue extramuros, pues la muralla que ascendía desde el barranco de San Antonio por la zona, más o menos, donde hoy están las vallas del convento del Carmen, alcanzaba el amplio plazal donde se celebraba el Mercado y allí se abría la puerta del mismo nombre, justamente en el, punto donde le inicia la calle Mayor desde Santo Domingo. Era un lugar soleado y utilizado para las ventas ambulantes y la mercadería de los martes.

La urbanización de esta placita llegó en el siglo XIX, cuando le nacieron casas en todos sus flancos menos en el que la ponía en comunicación con Santo Domingo. Las casas de los Zabía en su costado sur la dieron señorío, y en la cuarta década de este siglo surgió el edificio que le ha concedido a este espacio más dinamismo y, a veces, polémica. Se erigió en los años 30 la Casa del Pueblo como un edificio moderno y funcional. Tras la terminación de la Guerra Civil, fue destinado a edificio de los Sindicatos, y desde hace unos años ha vuelto a ser destinada para sede de la UGT y Casa del Pueblo. Poco más de historia tiene este entorno. Así es que vayamos con sus nombres, que puede ser tema más interesante.

Como una prolongación de Santo Domingo fue siempre considerada esta placita. En 1842 recibió el nombre de Marlasca. Realmente fue denominada como Plaza de Marlasca todo lo que hoy es Santo Domingo, pero luego quedó relegado el nombre del liberal al hueco del que tratamos. Este Marlasca fue un político liberal de Guadalajara que murió asesinado brutalmente el 31 de octubre de 1823, a manos de una serie de individuos «realistas» que, tras concluir el trienio liberal (1820‑23) por la intervención del Duque de Angulema y sus «Cien Mil Hijos de San, Luís», desataron las venganzas de represiones acumuladas durante esa época. Y al tomarse la justicia por su mano, violentamente como siempre suele ocurrir, se llevaron por delante a este Marlasca y a Moreno, otro político liberal. Cuando acabó sus días Fernando, VII y la política liberal volvió a restablecerse en España, se tributó un homenaje a la memoria de estos dos ciudadanos, dedicando a cada uno un lugar de la ciudad, y poniendo sus restos, en multitudinario acto celebrado el 8 de mayo de 1842, en una urna de mármol en el cementerio, que si no me equivoco aún adorna sus jardines.

La Plaza de Moreno siguió sin problemas, e incluso durante el Régimen de Franco nadie tocó su nombre, a excepción de los últimos años que, por hacerle hueco a los Alféreces Provisionales, emigró del callejero, pero ha vuelto otra vez a sus lares. Marlasca fue el que se marchó en 1939 de la placa, para cederle el puesto a Fernando Palanca, un escritor y periodista que fue alcalde de la ciudad en la primera parte del siglo, y que tuvo incluso una estatua dedicada en los jardines de la Concordia. Estatua que, por cierto, fue un día apedreada, destruida, y luego sin más, retirada por el Ayuntamiento a no se sabe qué buhardilla.

Finalmente, y como un lugar en el que su memoria pudiera encontrarse a gusto, se ha dedicado recientemente esta plaza, que todos conocemos aún por «Sindicatos», a Pablo Iglesias, el hombre que introdujo el socialismo en España, fundador de tantas cosas en la España del siglo XIX: fundó el Partido Socialista Obrero Español (PSOE) en 1879, el periódico, El Socialista, del que fue director, redactor y tipógrafo al mismo tiempo, en 1885, la Unión General de Trabajadores (UGT) en 1888, y alcanzó el acta de diputado, el primero socialista de la historia de España, en 1910.

De Pablo iglesias, de su figura de honradez, de idealismo, de entrega a los demás, nada podemos decir que no sean alabanzas, pues jugó un papel fundamental, y lo jugó limpiamente, en la historia moderna de España. Lo que ya nos inquieta algo más es el hecho de que se haya utilizado su nombre para rotular un entorno urbano, pues o mucho me equivoco o las relaciones de Iglesias con Guadalajara no pasaron de un conocimiento de su existencia y quizás algún viaje. Cuando públicamente, hace muchos años y en circunstancias distintas de las actuales, he defendido que lo lógico es que los nombres oficiales del callejero coincidan con los que popularmente se dan a calles y plazas, mucho me temo que esta de Marlasca ‑ Palanca ‑ Iglesias será,  todavía durante muchos años, simplemente «Sindicatos».