Auñón, un rincón de la Alcarria

viernes, 21 febrero 1986 10 Por Herrera Casado

el caserón donde habitaron los comendadores de Auñón, de la Orden de Calatrava

 

Llegará el viajero, que gusta de recorrer los caminos de la Alcarria y buscar con detenimiento los encantos, los monumentos y las historias de sus pueblecillos múltiples y escondidos, hasta el enclave de Auñón, situado como en el corazón de la comarca, en lo alto de un crestón rocoso que se encarama, asomado al cantil, sobre un vallejo que forma el arroyo que desciende desde la meseta hacia el foso del Tajo.

Para el viajero, la villa de Auñón guarda numerosos elementos que despertarán su interés; En la parte baja se encuentra la, iglesia parroquial, dedicada a San Juan Bautista, obra del siglo XVI, en su primera mitad. La torre fue construida hacia 1526, dando la traza y dirigiéndola el maestro  Juan Sánchez del Pozo. La portada meridional, guardada tras el atrio descubierto y rodeado éste de una barbacana de cal y canto, es obra sencilla renacentista. La portada de acceso al templo, orientada al norte, es un ejemplar de gótico tardío, tal como se usaba ornamentar a principios del siglo XVI. Arco semicircular escoltado de finas pilastras góticas y un tejaroz bajo el que se ve escudo de la Or­den de Calatrava, dueña del lugar en la época de construcción y patro­cinadora del edificio.

El interior es de tres naves, radas por gruesos pilares de sillar, a los que le adosan numerosas co­lumnillas que, tras descansar en co­llarines amplios, se transforman en, nervadas bóvedas de gran efecto de­corativo. Rematando la pared del fondo del, presbiterio, se, ve el gran retablo mayor, de estilo plateresco, muy deteriorado tras las agresiones que sufrió en el año, 1936. Fueron sus autores, en 1593, los escultores Sebastián Fernández y Benito de Sa­cedón, y el pintor de Huete, Tomás de Briones. El edificio es todo él de sillar, y, su ábside, de planta semicircular, se refuerza de contrafuer­tes.

Es interesante también la llamada Casa del Comendador, un edificio con fachada totalmente de sillar calizo, con portón adovelado semicircular, ventanas y un alero de piedra tallada. En este edificio puso el marqués de Auñón, a finales del siglo XVI, una pequeña comunidad de monjas clarisas, que duró muy poco. En una de las plazas altas del pueblo destaca la casa y capilla que fundó y ordenó construir don Diego de la Calzada, obispo de Saloma, en 1612. Natural de Mucientes (Valladolid), se encariñó con Auñón, y para él fundo una completa capellanía con sede, en esta capilla, dedicada a Nuestra Señora de la Concepción, y de Santa Ana. Hizo los planos o traza en 1609, Pedro Gilón, maestro mayor, de las obras del Obispado de Cuenca. Dejó el fundador abundantes caudales dinerarios para el mantenimiento del edificio y obra pía: una de las capellanías fundadas, la del Domine o Preceptor era para que la disfrutase un receptor a maestro de Gramática, «que debe enseñar esta ciencia de balde a los pobres del lugar, con obligación de llevar a los estudiantes a oír misa diariamente a la capilla». Es ésta una obra sencilla de estiló clásico, con gran escudo del fundador sobre la puerta.

Distribuidas por el pueblo se ven numerosas casonas nobiliarias, con grandes portalones adovelados, fachadas de sillería y con remate en algunas aparecen bellos escudos heráldicos, que corresponden a los Ruiz de Velasco, a los Báez de Saavedra y a un tal Merchante, correo que fue del rey. Del escudo, que tuvo la villa de Auñón que consistía en dieciséis picas, ya no queda ningún ejemplar. Buen número de construcciones populares, con arcos de piedra, enormes aleros de maderas talladas, rejas de buena forja, etc., se ven en un paseo reposado por el pueblo, en el que también resaltan algunas fuentes, pasadizos, el edificio del Ayuntamiento, etc. Merece, pues, una visita atenta y concienzuda.

De la antigua, muralla nada queda hoy. Solamente quedan leves restos de la torre-vigía del Cuadrón, en la vega del río, juntó al actual  embalse de Entrepeñas. Es ésta una torre que perteneció a un pueblo antiguo, de la Orden, de Calatrava también, y que hacia el siglo XII era más importante que el propio Auñón. Del convento de franciscanos que, junto a la ermita de San Sebastián, fundó don Melchor de Herrera, señor, de la villa, a finales del siglo XVI, tampoco, quedan restos apreciables. Es muy interesante, sin embargo, visitar el puente de origen medieval que cruza el río Tajo, a la salida de Entrepeñas: fue varias veces derribado y vuelto a construir, pero aun mantiene su viejo encanto.

Una de las tradiciones más queridas de Auñón es su devoción por la virgen de El Madroñal. Se refiere que en los años de la reconquista de la zona por Alfonso VI, un pastor de los contornos encontró una imagen de la Virgen en el tronco de un madroño, y hasta que no se construyó una ermita en el sitio exacto de la aparición no cesaron de ocurrir prodigios, traslaciones milagrosas de la imagen, etc. Asienta hoy esta ermi­ta en lo alto de unos riscos que dan sobre el curso hondo del Tajo, hoy convertido en embalse de Entrepe­ñas. En un rellano de la abrupta montaña, en la margen derecha del gran río, y entre espesos bosques de pino, roble y encinas, aparece el edificio de la ermita, construido a principios del siglo XVII, lo mismo que las edificaciones que la rodean, for­madas por casa del santero, alber­guería, etc., y un patio anterior con fuentes, Arboledas, formando  un conjunto encantador, de increíble belleza, que inspira una profunda sensación de paz, a quien lo contem­pla, El interior de la ermita, que es de grandiosas proporciones y  tiene un retablo barroco con camarín posterior, es interesante, especialmente por  las muestras que el fervor popular, ha ido dejando colgadas en sus paredes, en forma dé exvotos, cuadros relatando milagros, etc.

Junto a esta ermita tuvieron casa y heredad desde el siglo XII, los monjes cistercienses de Monsalud. En el siglo, XIX, al ser expulsados de su convento de Auñón, vinieron aquí a vivir los franciscanos. En ocasiones han residido en estos edificios algunos ermitaños, apartados totalmente del mundo, y sobre ellos existen muy curiosas leyendas, que pueden escucharse de, los más viejos en los días de la fiesta y romería, en el mes de junio, cuando todo el pueblo de Auñón acude a festejar a la Virgen. La talla actual, es moderna, pues la antigua, románica, desapareció en la guerra civil española.