La calle de Hernado Pecha
En nuestro recorrido por las calles de Guadalajara, aquellas que ostentan los nombres de personajes afamados o curiosos del pretérito, llegamos hoy a una de las pequeñas, pero al mismo tiempo intimas y queridas , cual es la calle dedicada a Hernando Pecha, un ilustre alcarreño del siglo XVII del que inmediatamente vamos a hablar, recordando sus hechos y sus obras.
Esta calle es, en efecto, de muy corto trayecto. Comienza en la calle de Medina, y concluye en la de Reinoso. Una larga fila de casas, sin bocacalle alguna, se alinea a cada costado de la calle, formada en toda su extensión por casitas bajas de antigua construcción, aunque en su mayoría modificadas recientemente. Su vida es tranquila y recoleta, apenas sin circulación, y con todos los elementos de la sencillez y lo cotidiano.
Se encuentra a la izquierda de la calle de la Virgen del Amparo, y forma parte de lo que antiguamente fue llamado «arrabal de Santa Ana», en las afueras de la ciudad, más allá de las murallas, y siempre en un plano secundario de los aconteceres ciudadanos. El Ayuntamiento, hace años, adopto con muy buen criterio dedicar una calle sencilla, como el había sido en todo sencillo, a Hernando Pecha, un escritor e historiador de Guadalajara del cual hemos de hacer a continuación memoria somera.
De la noble y antiquísima familia de los Pecha, de la que salió el fundador y primeros benefactores de la Orden de San Jerónimo, Hernando Pecha nació en la ciudad de Guadalajara en el año de 1567. Sus padres fueron don Pedro Pecha Calderón y Francisca Heredia, ella de familia de la villa de Hita, donde contrajeron matrimonio. Eran sus armas heráldicas una abeja azul en campo de oro.
De amplios estudios, Hernando Pecha opto por ingresar en religión, haciéndolo en la Compañía de Jesús, en el Colegio que esta tenia en Alcalá de Henares. Su afición a la historia le hizo salir gran erudito en temas de genealogía, siendo muy consultado en pleitos de la nobleza acerca de los derechos de unos y otros a la posesión de títulos. Escritor prolífico, luego veremos relación de sus obras. Fue también hombre piadoso, buen religioso y dotado de fuerza organizadora, razón por la cual fue enviado por sus superiores al recién estrenado Colegio de San Francisco Javier, que para la Compañía de Jesús había fundado en Nápoles dona Catalina de la Cerda, condesa de Lemos, nieta de San Francisco de Borja y esposa del entonces virrey en aquella región italiana, perteneciente a la Corona española. Algún tiempo paro el padre Pecha en la organización de ese Colegio, obteniendo entonces abundantes materiales para sus obras.
Ocupo mas tarde el cargo de rector de los colegios jesuitas en Plasencia y Talavera, y tuvo a su cargo la organización y puesta en marcha del legado que la familia Lasarte había dejado para la fundación y erección de un colegio de jesuitas en la ciudad de Guadalajara. Alma de esta institución fue el padre Pecha, quien ocupo el cargo de rector a partir del 29 de junio de 1631, fecha de su solemne inauguración. Años de fecunda actividad de nuestro personaje, quien al tiempo de preparar su gran «Historia de Guadalajara» se ocupaba en erigir un nuevo y cómodo edificio para el Colegio, que hasta finales del siglo XVII no se vio totalmente acabado.
Tuvo gran relación con la familia Mendoza: confesor de la sexta duquesa, dona Ana, y preceptor del séptimo duque don Rodrigo. Tuvo acceso pleno a los archivos históricos de la familia mendocina, gozando de gran confianza entre todos sus miembros, recibiendo de ellos gran cantidad de regalos y mercedes que trasladaba luego a la Compañía.
Retirado a Madrid, en su muy avanzada edad, murió el 24 de julio de 1659. Según su biógrafo el padre Ossa, Pecha fue «de apacible condición y de una sinceridad colombina, de gran bondad y sin doblez ni engaño». Entre otros altos cargos que a lo largo de su vida ocupo, esta el de confesor del Conde‑Duque de Olivares, de lo no sin exageración podemos colegir que influyo notablemente en la política española del siglo XVII.
Como antes decía, fue su obra numerosa y densa. De gran importancia para nosotros alcarreños es su gran Historia de la Ciudad de Guadalaxara y como la Religion de San Geronimo en España, fue fundada y restaurada por sus ciudadanos, que escribió a mediados del siglo XVII y quedo manuscrita e inédita hasta 1977 en que la Institución «Marqués de Santillana» de Guadalajara la edito e inmediatamente después se agoto. Es esa obra una gran historia de la ciudad, muy completa, en la que además aparecen los personajes que la estirpe de Mendoza dio a lo largo de los siglos y que influyeron en el desarrollo del burgo.
Aunque solo por esa «Historia de Guadalajara» referida ya hubiera debido pasar Hernando Pecha a los fastos guadalajareños, escribió además sobre otros numerosos temas, siendo uno de ellos la Historia de las vidas de los Excmos. Sres. duques del Ynfantado y sus Progenitores desde el Ynfante don Zuria primer senor de Vizcaya asta la Excma. Sra. Duquesa Da. Ana y su hixa dona Luisa condesa de Saldaña. También escribió una Vida de Da. Ana de Mendoza, sexta duquesa del Infantado, manuscrita en 1633, y que ocupaba la ultima parte, así como la anterior referida Historia mendocina, del volumen historiográfico sobre Guadalajara.
Entre otras cosas, sabemos que escribió un largo volumen titulado Vida y Passión de Christo, del que no se ha encontrado el paradero. De su quehacer, de su laboriosidad, y muy especialmente de su afán investigador y su cariño a Guadalajara, su ciudad natal, deberíamos todos copiar. Quizás fue por ello por lo que el Ayuntamiento nos lo propuso, como sano ejemplo de ciudadanía, a considerar en una calle de la ciudad.