Un pueblo molinés: Tortuera
Viajando desde Molina hacia Aragón, por la carretera que lleva directamente a Daroca, y junto al camino que durante varios siglos fue real y de mucho tráfico, asienta esta villa que se extiende por la llanura, y que en siglos pasados gozó fama de ser la mayor y más poblada de la sesma molinesa del Campo; quizás, por tanto, el segundo núcleo en importancia de todo el Señorío. Su aspecto es hoy el de un pueblo sencillo, extendido sobre un suave otero, rodeado de amplios e inacabables campos de cereal.
Su nombre, Tortuera, viene a significar «torre torcida» y es muy característico de la repoblación. Sería creado o aumentado en el siglo XII, en el hacer del Señorío. Y dadas sus magníficas condiciones agrícolas, creció rápidamente, sin conocer señorío privado. En 1554 alcanzó el título de Villa con jurisdicción propia, aunque siguió perteneciendo al Común molinés en todo lo referente a aprovechamiento de pastos y dehesas.
De la torre que dio nombre al pueblo, y que en su término fue admirada, a pesar de su progresiva ruina, por sus condiciones de fortaleza y altura, ya no queda prácticamente nada. Se trataría de una torre defensiva, fronteriza. En el pueblo destaca el rollo o picota, símbolo de villazgo, que consta de un fuerte pilar de sillar calizo, bien tallado, con remate cónico y escamado, propio de los comienzos del siglo XVI. De los diversos pairones que existen en el término, es de destacar el pairón de las Ánimas, a la entrada del pueblo viniendo desde Molina: consta de un conjunto de sillares sobre los que aparece un grupo de azulejería recordando a las Ánimas del Purgatorio, como escena popular de llamas y cuerpos sufrientes.
También hay curiosas ermitas repartidas por todo el término de Tortuera, como son las de Nuestra Señora de los Remedios, la del Ecce Homo y la de San Nicolás, muy especialmente la primera. La iglesia parroquial es un buen ejemplo de la arquitectura herreriana, del siglo XVI en sus finales. De estructura compacta, presenta una gran torre cuadrada a poniente, que remata en grueso chapitel. La portada, a mediodía, es de líneas rectas y molduraje geométrico; lleva la fecha de su construcción grabada: 1574. El interior es de plata cruciforme, cubriéndose el crucero con bóveda semiesférica. La nave se cubre con crucería, y a los pies surge el coro alto. Escoltando el paso al crucero, dos gruesos pilares adosados a la pared, con decidido aire renacentista, exhibiendo incluso algunos grutescos en su fuste. El retablo mayor es de estructura y ornamentación barrocas ocupa todo el fondo del presbiterio. Posee tallas y cuadrados de poco mérito. Por el templo se distribuyen varios altarcitos barrocos, de poco mérito. En el lado del Evangelio está la capilla de la Trinidad, de muy buena estampa arquitectónica. Es muy curioso el cuadro que preside esta capilla, en el que se ve a la Trinidad, apoyada sobre un enorme globo terráqueo, en el que aparecen Adán y Eva. Oferente del cuadro, surge a un costado un sacerdote joven, y enfrente su escudo de armas colocado. En el suelo de la capilla, ante el altar, una lápida con escudos de armas y esta leyenda: «Este altar y peana dotó don Marcos Antonio Romero de Amaia Canónigo de la Santa Iglesia de Córdoba para el mayorazgo y capellán Año de 1685». En la misma iglesia, y sobre el muro de la epístola, hay un pequeño retablo, del siglo XVI, con buena talla del Niño Jesús, además de otras tallas y pinturas sobre tabla de evangelistas, santos y santas. En el centro de la predela, las frases de la consagración, en letras doradas sobre fondo de plata, y rodeándolas esta leyenda: «Este altar mandó fazer el Doctor don Antonio García Pérez, Abbad de Berlanga y Comisario del Santo Oficio».
Por pueblo de Tortuera se hallan distribuidas varias casonas molinesas de típica arquitectura y buen estado de conservación. Merecen citarse de entre ella, las que rodean la plaza mayor, todas con grandes portones semicirculares adovelados: una es la de los Torres otra la de los Moreno, del siglo XVII. La casona de los Romero, en un extremo del pueblo, es del siglo XVIII y muestra sobre la puerta un hermoso escudo de armas. La casona de los López Hidalgo de la Vega presenta una clásica distribución de vanos, con escudo sobre el portón adintelado. Es obra del siglo XVII, construida por don Diego López Hidalgo Mangas, padre de una abultada nómina de figuras de la religión y las letras, que en ella vivieron y la adornaron, con sus retratos, durante siglos.
En el término de Tortuera existe todavía el caserío de Guisema, que jugó durante siglos pasados un importante papel en la historia del Señorío de Molina. Se encuentra abrigado de unos cerros, sobre el camino que sube desde el río Piedra. Figura Guisema en las antiguas crónicas como conquistada por Alfonso I de Aragón, a comienzos del siglo XII, y que ya en 1122 formaba el extremo sur del Común de Calatayud. En este lugar se levantó enseguida un castillo o casa‑fuerte, que sirvió de apoyo estratégico a nuevas conquistas más al sur.
Formado el Señorío de Molina, Guisema pasó a formar parte del mismo, según el Fuero de don Manrrique, y durante siglos gozó un papel crucial en las luchas de Castilla y Aragón en aquel territorio fronterizo. Su posesión la disputaron reyes y magnates. Fue propiedad y señorío de los Lara molineses, desde el siglo XII, y luego de sus herederos los reyes de Castilla. Tuvo Concejo propio, y los documentos antiguos destacan el «castillo e casa fuerte» que centraba el lugar. En 1338 lo tenía en señorío doña Sancha Alfonso Carrillo, descendiente de los señores de Molina y en dicho año esta señora se lo vendió a Adán García de Vargas, vecino de Molina. En 1340, el rey Alfonso XI concede un breve Fuero Guisema, dando derecho a García de Vargas para repoblar el lugar con gente venida exclusivamente de Aragón, y no de Molina eximiendo a los colonos de muchos impuestos. En 1376 aparecen como dueños doña Ucenda López de Liñán y su hijo Sancho Ramírez, quienes lo venden a Martín González de Mijancas. Posteriormente fue señor de Guisema don Iñigo López de Mendoza, alcaide de los castillos y fortalezas comunales de Molina. El hijo de éste, don Diego Hurtado y Carrillo, lo vendió en 1425 a Juan Ruiz de los Quemadales, el «caballero viejo» de Molina, en cuya familia quedó, pasando a los marqueses de Embid hasta nuestros días.
Buenas tardes, soy descendiente de Juan López de Cillas que fue alcalde de Molina de Aragón en el siglo XIV y que posteriormente se asentó en Tortuera. Querría saber quiénes son los dueños actuales de la casona de los descendientes de los López Hidalgo en Tortuera. Muchas gracias y esperando obtener respuesta algún día.