Al comenzar a hablar del folclore o costumbrismo de Sigüenza, es preciso dedicar cuatro líneas a Santa Librada, prodigiosa y querida patrona de la ciudad. Hay numerosas leyendas en torno a ella, y en su figura confluyen tradiciones europeas antiquísimas, en las que forman los Cristos de Lucca, los Wilgeforte o Virgen barbuda crucificada, con la leyenda de los partos múltiples.
La más firme de las tradiciones dice que Librada nació, junto con ocho hermanas, en un solo parto de su madre: todas tienen representación en el altar catedralicio del lado del Evangelio del crucero. Su padre Catelio, jerarca romano en la península ibérica, hacia el siglo I de nuestra Era, mandó ejecutarlas por haberse hecho cristianas. De Librada se dicen dos martirios: la crucifixión y la decapitación, que es el representado en la catedral seguntina. Esta es la versión incluida en el «Leccionario» seguntino de don Rodrigo, obra de 1192 a 1221. Se cuenta que las reliquias de Santa Librada, que permanecen en un arca de plata en la parte alta de su retablo catedralicio, fueron traídas de Aquitania por el primer obispo don Bernardo. En aquella región francesa también existe gran devoción por esta santa mujer, hasta el punto de existir un pueblecillo, en la región del Lot, denominado Sainte Librade. Es tenida por patrona de las mujeres gestantes y abogada de la esterilidad.
Las fiestas que celebran los seguntinos a lo largo del año son numerosas. La fiesta mayor se organiza en honor de San Roque, el día 16 de agosto. Durante algunos días antes y después de esa fecha, se celebran los festejos habituales de una fiesta mayor de pueblo: desfile de carrozas con Reina y Damas‑ pregón oficial desde el balcón del Ayuntamiento; oficios religiosos y procesión del santo; fuegos artificiales‑ salida de peñas a la calle con su proverbial alegría; y alguna que otra corrida de toros, con un famoso, veterano y ejemplar «encierro» de los astados por las calles de la ciudad. Últimamente, se remata la fiesta con una multitudinaria «comida de los huesos» en la que el Ayuntamiento pone pan, vino y carne.
A lo largo del año, Sigüenza celebra muchas otras fiestas. A todas ellas les pone su contrapunto musical y alegre la revitalizada «Rondalla seguntina», de recia tradición en la creación de coplas ingeniosas, alusivas a hechos de actualidad, y que van por las evocadoras calles y plazas, con sus negras capas y sus bandurrias, almireces y botellas de anís, dando serenata y cantando la ronda. Fue muy popular la fiesta en honor de San Antón, con tradición de siglos, en la cual una Hermandad repartía panotas de maíz rellenas de queso, y una rifa de un cerdo. Se celebra asimismo a San Juan, existiendo la costumbre de poner arcos adornados por calles y barrios, mientras que las niñas del burgo pedían por las casas donativos para tomar chocolate la tarde de ese día, saliendo por la noche la «Rondalla» a tocar las «sanjuaneras» a las mozas casaderas.
En honor del patrón de la ciudad, San Vicente, que se celebra el 22 de enero, hay también sonora bullanga. Es tradición que ese día fue el de la reconquista de la ciudad por el obispo D. Bernardo. Se hace novena y se cantan los «gozos» del Santo; también una procesión que acompaña el obispo y el ayuntamiento, sonando la castellana melodía de la dulzaina y el tamboril. Ante la casa del Doncel, por la noche se enciende gran hoguera, y al día siguiente, el «San Vicentillo», se marcha en procesión a las eras del castillo, donde se celebra el «bibitoque», repartiéndose vino, naranjas y caramelos entre los asistentes.
También la Semana Santa es muy celebrada, con oficios religiosos y solemnes procesiones; y luego la Pascua se solemniza con la «procesión de la Torreznera» o del «encuentro». Los hermanos «armados» de la Cofradía de la Vera Cruz llevan un «paso» hasta la plaza de las Clarisas, delante de cuyo edificio conventual se hace la tradicional «quema del Judas». Cada barrio suele colgar un monigote, hecho con viejos trapos y relleno de paja, y luego los queman todos, estallando los cohetes que suelen poner dentro.
La Pascua de Navidad también se celebra, especialmente con el recorrido de las calles por la Rondalla seguntina, que canta unos villancicos tradicionales, y otros alusivos a la actualidad, con una música propia, muy característica. Finalmente, es muy vistosa y conocida la «procesión de los faroles», en el mes de agosto, en honor de la Virgen de la Mayor.
Es muy rica en especialidades, la gastronomía seguntina, y son varios los restaurantes y fondas que tienen acreditado su purismo y fama en punto a la preparación perfecta de unos y otros platos que forman el acervo gastronómico de la ciudad y su comarca. Como mera orientación para el viajero, deben anotarse los platos hechos a base de cordero y cabritillo, los asados se realizan en barreños de barro, puestos al horno tan sólo con agua; al cabritillo se le echa algo de manteca; y, por encima de ambas, la salsa de Jadraque, hecha a base de «vinagre aromático», de misteriosa fórmula. Las «judías alcarreñas» preparadas con ajos, cebolla, chorizo y morro o pata de cerdo, con laurel y pimienta negra, son exquisitas, y en entradas hay que mencionar también las «migas de Sigüenza» con huevos fritos, a las que saben dar un punto justo. «Codornices estofadas» y los «conejos de monte» son también merecedores de una atención. No olvidarse de las » truchas del río Dulce» con jamón o escabechadas, y de los cangrejos de los ríos serranos, que van rehogados en su propio jugo y aderezados con ajo-perejil, más las «setas de otoño» especialmente las de cardo y los níscalos del pinar, sabrosísimos todos. En dulces, deben probarse las «yemas del Doncel», los «bizcochos borrachos» típicos de la Alcarria, y el «letuario de miel con nueces» para terminar cualquier comida.