El cáliz de Viñuelas
Entre los restos, ya escasos, de lo que fue el gran patrimonio que del arte de la orfebrería tuvo la provincia de Guadalajara, hay que destacar una pieza de excepcional calidad e interés, no suficientemente estudiada y siempre mencionada de pasada o en compañía de repertorios más amplios de piezas. Se trata del cáliz de la localidad campiñera de Viñuelas. Dicha pieza, en plata maciza, con restos de sobredorado, se conserva actualmente en un domicilio particular del pueblo, aunque en concepto de depósito, pues la propiedad la ostenta la parroquia del lugar.
Este hecho habrá sido el causante de que en el Inventario General Artístico de Guadalajara, que se ha editado recientemente por la Dirección General de Bellas Artes (1), no aparezca mencionada esta pieza como existente en el patrimonio artístico de Viñuelas.
Queremos, tras este dato, insistir, una vez más, en el peligro que supone este depósito de piezas artísticas propiedad de la Iglesia en domicilios particulares, que de este modo escapan fácilmente al cuidadoso examen de los estudiosos y técnicos, y, sin embargo, progresivamente se va diluyendo la memoria de su existencia y propiedad, hasta el punto de que en algunas ocasiones puede dudarse, incluso por parte de los párrocos administradores del patrimonio eclesial de los pueblos, de la existencia de estas piezas. La ubicación de estas obras de arte muebles, especialmente las de orfebrería, en museos de arte de ámbito diocesano o provincial sería el mejor remedio frente a este problema.
El cáliz de Viñuelas es obra magnífica de la platería castellana del siglo XVI. Su estructura y ornamentación lo incluyen plenamente en el estilo renacentista. Tiene una altura de 20 centímetros por 16 centímetros de diámetro en la base. Lo estudió superficialmente García López (2), diciendo de él que era «un cáliz de plata que va perdiendo el primitivo dorado; es de elegantes líneas, de ejecución fina, del gusto del renacimiento con mascarones, cartelas, endriagos y guirnaldas, todo bien relevado», y añade que el punzón o marca del platero que lo hizo eran Iván Franci. Más recientemente, el gran conocedor de la platería castellana Cruz Valdovinos ha escrito unas líneas sobre él en el estudio de conjunto dedicado a la orfebrería española (3), apreciándolo como «pieza potente y bien estructurada» y datándolo hacia 1560/65.
El cáliz de Viñuelas, que podemos ver en la lámina I, muestra una gran base o pie, circular y relevado, con múltiples ornamentos repujados, que a lo largo de una cenefa alternan cabezas de angelillos, corazones entre verduras y bustos de apóstoles que, al ir acompañados de atributos, podemos identificar como San Pedro, San Pablo, Santiago y San Andrés, además de alguna otra carátula del repertorio clásico. En el gollete cilíndrico que sostiene el pilar central vense también diversas cabezas femeninas que se unen con paños, alternando con valientes cabezas de carneros y algún trofeo militar, cofres y pergaminos. Encima, el gran nudo ostenta enorme riqueza ornamental, en la que destacan angelillos y fruteros de delicada precisión en la talla. Más arriba, sobre el fino pilar, se abre la copa, de suave apertura cónica hacia la boca. En su base tiene la copa también una cenefa de repujados adornos donde se ven angelillos y frutas.
En la parte interna de la base aparece la marca del autor de esta obra de arte. En dos líneas aparece el nombre de Iván Franci. Se trata del orfebre de Alcalá de Henares, activo durante el siglo XVI, Juan Francisco. Sobre este autor ya expusimos en anterior trabajo los datos de su actividad y obra conocida (4), y más recientemente el profesor Cruz Valdovinos ha ampliado con nuevos datos el espectro de su biografía (2), que, resumida, viene a ser ésta: Juan Francisco nació en Alcalá de Henares hacia 1510 o 1515. Se formó en el taller familiar, que dirigía su padre, Juan Faraz, notable orfebre y en el que también laboraba su hermano Antonio Faraz, autor de las cruces parroquiales de Caspueñas y La Mierla, y de la custodia portátil de Balconete. Hacia 1530, Juan Francisco comenzó a trabajar de forma individual, y ya desde 1542 recibía encargos de modo independiente. Murió en 1579. Cruz le cataloga como «el artista complutense de mayor categoría y uno de los mejores artistas con que cuenta la platería castellana».
Se conoce un buen número de obras firmadas o atribuibles con seguridad a Juan Francisco. Varias de ellas pertenecen a la provincia de Guadalajara. Ello es lógico, teniendo en cuenta que la campiña y gran parte de la Alcarria pertenecían en aquella época al arzobispado de Toledo, al igual que Alcalá de Henares, y los artistas destacados extendían su obra por todo este territorio. Así, y además de este cáliz de Viñuelas, Juan Francisco dejó entre nosotros la cruz parroquial de Mondéjar, una de sus primeras obras, realizada