Atienza, la bien murada

sábado, 7 agosto 1982 0 Por Herrera Casado

 

Para llegar a la antigua villa medieval de Atienza, caben varios caminos, en los que el viajero puede comenzar a admirar interesantes pueblos y edificios, todos ellos anclados en antiguos siglos, qué le harán ambientar el acceso a la villa objeto de este viaje. Así, puede arribarse desde Sigüenza, por la carretera comarcal 114, y el viajero podrá detenerse en ella a contemplar pueblos enteros de gran belleza, como Palazuelos, totalmente amurallado y con un castillo que el marqués de Santillana construyó en el siglo XV; o bien edificios singulares del arte románico rural, como las iglesias de Pozancos y de Carabias; el magnífico castillo roquero, ya reconstruido, de Riba de Santiuste, o el interesante conjunto de las salinas de Imón. También puede llegarse a Atienza por la carretera comarcal 101 desde Guadalajara, pasando por Hita del Arcipreste y Jadraque del Cid, con sus castillos inexpugnables.

La llegada a Atienza por el camino desde Sigüenza, muestra al via­jero una imagen impresionante de la villa, derramada sobre la abrupta, empinada ladera de un cerro rocoso, sobre el que se alza desafiante el viejo castillo. Atienza fue uno de los puntos claves y más codiciados durante la reconquista de Castilla, y se convirtió, a partir del siglo XII, en enclave principal de las caravanas de comerciantes y recueros que pasaban de Castilla a Aragón. Una importante colonia judía confirió dinamismo al burgo. Este fue el preferido del rey castellano Alfonso VIII, quien en premio a la lealtad de los atencinos les concedió un favorable fuero, y construyó en torno a la villa una poderosa articulación de murallas defensivas, que dio a Atienza, durante el Medievo, un bien ganado prestigio.

Hoy contemplará el viajero en esta villa de la más recia Guadalajara, su castillo roquero, del que fundamentalmente se puede visitar la torre del homenaje, y algunos restos de puertas y murallas. En el pueblo aún se muestran diversos templos cristianos, todos ellos construidos en estilo románico, con características propias de la Castilla de en torno al Duero: así las iglesias de la Santísima Trinidad, con ábside semicircular cargado de valiosa ornamentación; la de San Gil, con similar fragmento; la de San Bartolomé que añade un completo atrio porticado; la de Santa María del Val, con portada de curiosa escultura popular; la de Santa María del Rey, que hoy sirve de cementerio, y que muestra un portón semicircular en el que sobresalen más de un centenar de figuras. La única parroquia hoy utilizada es la iglesia de San Juan, obra renacentista, del siglo XVI, con altar mayor barroco cuajado de pinturas de Alonso del Arco.

Entre los edificios civiles de Atienza, destaca la posada del Cordón, que hoy se acondiciona como elemento de apoyo al turismo local; el Ayuntamiento, la fuente barroca frente al mismo, el arco de Arrebatacapas, la casa del abad de la Caballada, y como conjunto urbano la Plaza del Trigo, rodeada de soportales y casas nobles, que constituye uno de los más perfectos plazales de toda Castilla

Las ruinas del antiguo convento de San Francisco, y algunas ermitas en los alrededores, completan el patrimonio artístico de Atienza que en todo caso es numeroso teniendo en cuenta el conjunto de sus empinadas callejuelas, palacios y caserones de la Edad Media y el Renacimiento, y el aspecto que del castillo tiene el visitante a través de las vías y callejones del burgo. Una atracción no desdeñable, y que hoy consigue atraer por sí sola la visita de muchos viajeros, son las diversas tiendas de antigüedades y objetos rurales y populares que hay en la calle principal, junto al arco de Arrebatacapas, bien merecedoras de un vistazo curioso.

Una fiesta tiene Atienza que es muy señalada en el conjunto del folclore castellano: la Caballada, que durante cientos de años viene celebrando el domingo posterior a Pentecostés, y que conmemora la liberación del rey niño Alfonso VIII por los recueros de Atienza, que entonces formaron hermandad, y todos los años en esa jornada de primavera, revestidos con sus típicos atuendos de trajes oscuros y capas pardas, van en romería a la ermita de la Estrella, y allí bailan la jota y almonedean típicos roscones. La fiesta ma­yor del pueblo es para septiembre, haciendo numerosos festejos, y toros, en honor del Santo Cristo. En esas fiestas puede aprovecharse a probar el típico plato atencino: el cabrito asado al estilo serrano, y también, en ocasión posterior deberán degustarse otras especialidades de la tierra, como el chorizo a la olla, la perdiz y el conejo, que aquí se guisan a las mil maravillas.

Para finalizar el viaje por la zona serrana que rodea a Atienza, es aconsejable alcanzar algunos pueblos que, ya casi en la línea divisoria con Segovia y Soria, muestran algunos edificios de arte románico que pueden evaluarse como los más interesantes de su tipología en toda la provincia de Guadalajara. Son concretamente las iglesias parroquiales de Villacadima y Campisábalos, así como la ermita (antigua iglesia monasterial) de Santa Coloma en Albendiego. En todas ellas luce una simbiosis curiosa entre el estilo románico y los detalles ornamentales del mudéjar, consiguiendo unidad a este conjunto de templos de la sierra atencina. A ellos se llega continuando  la carretera comarcal 114 que desde Atienza se dirige a Ayllón y Aranda de Duero.