Los Pecha de Guadalajara

sábado, 2 septiembre 1978 1 Por Herrera Casado

 

La ciudad de Guadalajara, desde su reconquista a los árabes por Alvarfáñez de Minaya, fue poblándose de familias y gentes diversas erigidas en nobleza por la concesión de, los reyes de Castilla’. En ella se situó el alcázar que en muchas circunstancias acogía a la familia real, y en donde incluso se celebraron Cortes generales del reino. Las ricas y pobladas comarcas de la Campiña y la Alcarria fueron dando capitalidad a esta ciudad, en la que fueron levantando sus palacios muchas familias de la alta nobleza, regando de obras de arte sus casas e iglesias, y dando prosperidad al conjunto, en un ascenso ininterrumpido que alcanzó su culminación en el siglo XVI.

Una de estas familias fue la de los Pecha, de la cual salieron venerables figuras de las armas, las letras y la religión. Uno de sus descendientes, habitantes de Guadalajara ya en el siglo XVII, fue el padre Hernando Pecha, quien nos dejó escrita una «Historia de Guadalaxara» en la que él relata el origen y asentamiento de sus antecesores en el siglo XIV. Rebate a Florián de Ocampo, cronista de Carlos V, quién hace descender a los Pecha de una alcurniada familia asturiana, y nos brinda una curiosa historia de la llegada a España de estos Pecci o Pecha italianos, procedentes de la toscana ciudad de Siena. El primero en llegar a Iberia fue don Esteban Pérez Pecha, quien acompañaba al infante don Enrique, tercer hijo del rey don Fernando el Santo, el cual infante se dedicó a una vida plena de aventuras por todo el mundo conocido en el siglo XIII. A finales de esta centuria volvió a Castilla, y su sobrino, el rey don Sancho el Bravo, le dio el Señorío de Vizcaya.

Don Esteban Pérez Pecha fue casado con Mayor Rodríguez de Balboa, de una linajuda familia asturiana. Fue heredado ampliamente en la ciudad de Toro, y se, le concedió el Señorío de San Román de Honija y la alcaldía de Zamora. Hijo de este matrimonio fue Fernán Rodríguez Pecha, alto funcionario en la Corte del rey Alfonso XI. Allí casó con doña Elvira Martínez, y posteriormente ambos se afincaron en la ciudad de Guadalajara, hacia el año 1330.

Este matrimonio se considera el iniciador de la familia de los Pecha de Guadalajara. De él nacieron cinco ilustres vástagos. Dos hombres, don Pedro Fernández Pecha y don Alonso Pecha, fueron los fundadores de la Orden de San Jerónimo en España, iniciando todas las gestiones para el establecimiento de esta Orden, viajando a Avignon para recabar del Papa su aprobación, y comenzando a erigir el primitivo monasterio de San Bartolomé de Lupiana; don Pedro Fernández Pecha, que tomó el nombre de fray Pedro de Guadalajara al entrar en religión, fue primer general jerónimo, y fundador de otros varios monasterios. De las hijas del matrimonio iniciador, doña Elvira Pecha murió sin casar; doña María Pecha fue la heredera de todos los mayorazgos y riquezas de la familia, pues los hermanos religiosos renunciaron a ellos. Casó doña María Pecha con el primero de los Mendoza que nació en Guadalajara, don Pero González de Mendoza, señor de Hita y Buitrago. Tuvieron un hijo, que murió pequeño, y, ya sin descendencia, murió ella unos años después, dejando todos los bienes que por parte de la familia Pecha le correspondían para aumentar los de la Orden de San Jerónimo. La tercera hija, doña Mayor Fernández ‑Pecha, casó con Arias González de Valdés, y fue por esta rama que surgieron todos los Pecha que en los siglos siguientes poblaron y honraron a Guadalajara.

Desde el primer momento se instalaron en la ciudad del Henares esta estirpe. Pusieron sus casas principales en el centro de la ciudad, donde hoy está el caserón de Educación y Descanso y el Cine Moderno. Sufrió reformas en el siglo XIV poniendo lujosos artesonados mudéjares en los salones u una gran portada de piedra tallada. Más tarde donaron esta casa también al Monasterio de Lupiana, que en ella puso hospedería en la ciudad. En su recuerdo, aún se mantiene el callejón de San Bartolomé que le circunda.

Otras muchas obras de arte dejaron estos Pecha de Guadalajara. En la ya derruida iglesia de Santiago, de estilo mudéjar, ya en el siglo XIV construyó y dotó una capilla don Hernán Rodríguez Pecha, dedicándola a la Santísima Trinidad, y enterrándose/ en el centro de ella, bajo una magnífica plancha de bronce tallado en que se veía su efigie yacente, en indumentaria de guerrero, y en un estilo del todo italiano, según le parecía a su descendiente el historiador Hernando Pecha, que aún alcanzó a verla.

También patrocinaron los Pecha la capilla mayor de la iglesia del monasterio de frailes mercedarios de San Antolín, en la cual pusieron colgaduras, pinturas y sus escudos grabados. Algunos de ellos aún sobreviven, ya muy desgastados, en los almacenes del ayuntamiento de la ciudad; incluso uno de ellos, del que está tomado el dibujo que acompaña a estas líneas, se muestra hoy escoltando la puerta principal de nuestro edificio concejil.

Es curioso aun destacar cómo el escudo de armas de los Pecha de Guadalajara consistió siempre en un castillo, en tanto que el padre Hernando Pecha, en su historia, y al señalar su origen sienés, dice significar la, palabra Pecci, abeja, en castellano, y ser sus armas una abeja azul en campo de oro. Esto lo confirma también Diego de Urbina, en su «Máxima Nobiliaria», escrita en el siglo XVI, quien dice así de los Pecha:

Este escudo dorado que es tan solo / la perfecciona, la azul, y dulce aveja / y en nuestro ártico, temerario polo / en Italia su antigua cassa dexa/ es de Pecha, que qual el Vravo solo/ sopló en la gente Libia, de dél se quexa/ porque su lanza descompuso a frigia/ por dar aumento a la laguna estigia.